Leonora nace el 6 de abril de 1917 en un pueblo de Chorley, en Lancaster, Inglaterra. Estudia en la Academia Ozenfant de Arte en Londres y en 1937 conoce al pintor alemán Max Ernst, quien le introduce en el movimiento surrealista.
Convive en París con Joan Miró y André Breton y otros artistas que se reunían en el Café Les Deux Magots, entre ellos Pablo Picasso y Salvador Dalí. Formó parte del Kinstler Bund, movimiento subterráneo de intelectuales antifascistas.
Ante la invasión nazi, se ve obligada a huir a España y en 1941 llega a la ciudad de Lisboa, en donde encuentra refugio en la Embajada de México.
Ya aquí, la pintora reestablece sus lazos de amistad con varios de sus colegas y amigos surrealistas en el exilio, quienes también se encuentran en México, entre ellos André Breton, Benjamín Peret, Alice Rahon y Wolfgang Paalen y mantendrá una amistad verdaderamente duradera con Remedios Varo. (El Museo de Arte Moderno está presentando una exposición de sus 39 obras).
Sin embargo, vive algunos actos de discriminación, al primer contacto con suelo mexicano en Nuevo Laredo, viajando en auto desde Nueva York con su esposo el poeta Renato Leduc, les es negada la entrada a un restaurante-bar.
El matrimonio de Leonora Carrington con Renato Leduc es uno de los muchos actos de rebeldía e independencia, que habrá de sumar a lo largo de su vida.
Leonora transmitía y siguió transmitiendo la impresión de originalidad y arrojo que se percibe ante cualquiera de sus obras, ya sea de pintura o bien de escultura.
Las características de la escultura de esta artista, son obras monumentales en bronce con sus temáticas surrealistas, aplicadas a personajes y objetos varios, incluso utilitarios.
Una huella de lo mexicano quedó plasmada en la creación del mural “El Mundo Mágico de los Mayas” que pintó en 1963 para el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México y que actualmente se encuentra en el Museo de Antropología de Chiapas. En éste se funden imágenes del Popol Vuh, primer libro sagrado de los mayas, con observaciones directas de una cultura que aún conserva muchos patrones precolombinos y una gran magia.
Esta artista con su talento y sabiduría que parece heredada de siglos atrás ha incursionado en terrenos de la pintura, la escultura, la obra gráfica y la escritura, pero también con aquellos relacionados con el quehacer femenino, la tapicería y la confección de muñecas.
Para la autora, la muñeca es algo muy ligado al ser humano y probablemente a la mujer, de niña hacía muñecas de barro y más tarde empezó a crearlas de nuevo, cerca de la época en que nació el primero de sus hijos, sólo tuvo dos Gabriel y Pablo.
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