Son las pequeñas y triviales palabras las que dan forma a las conversaciones profundas. Un comentario, una anécdota y una sonrisa son ingredientes importantes para cultivar la comunicación en las relaciones personales. Cuando uno deja de compartir las pequeñas cosas de la vida diaria, los canales de comunicación se van deteriorando y cerrando. Lamentablemente y sin querer, la comunicación se enfría y disminuye, y cuando es necesaria ya no está disponible.
Lucy y Julián tienen muchos años de no conversar de temas triviales y cotidianos. En sus 20 años de casados han aprendido a vivir con una comunicación limitada a informarse mutuamente acerca de asuntos necesarios y eventos importantes. Mantienen una conversación distante y poco espontánea, en la cual poco a poco las sonrisas y los chistes han desaparecido. La relación es cordial, fría y muy limitada.
Lucy siente que en su casa vive inmersa en el silencio. Julián está tan acostumbrado a ser tan reservado que no sabe ni siquiera cómo o de qué conversar, no siente que tiene nada importante para decir así que prefiere callar y no hacer un esfuerzo por dialogar.
Hace unos días, Julián se compró el teléfono celular que había estado esperando con mucha emoción desde hace más de un año. Se sentía feliz y sin embargo, cuando llegó a su casa no le comentó a nadie acerca de su nueva adquisición.
Por pura coincidencia su hijo se dio cuenta de que su padre tenía un nuevo teléfono y le preguntó si podía aprender a usarlo y ver si efectivamente era tan bueno como lo habían anunciado. Fue así como Lucy se enteró de que su esposo tenía un nuevo teléfono.
A partir de esto, Lucy se percató de que tan significante había sido ese pequeño incidente que parecía no tener importancia. Si su esposo no sentía las ganas ni el interés de platicar ni siquiera acerca de su nuevo teléfono, lo contento que se sentía o trivialidades de la vida diaria, ¿cómo iba a ser capaz de hablarle de temas profundos e íntimos, abrirse para conversar acerca de sus preocupaciones o malestares?
La comunicación no consiste sólo en compartir los grandes problemas de la vida sino las pequeñas cosas diarias que forman parte de la convivencia. Las palabras sazonan las relaciones establecen y abren los canales de comunicación.
Recetas para la vida®
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Platicas fáciles, simples y fluidas
Ingredientes:
- 1 racimo de naturalidad y espontaneidad
- 1 pedazo de simpleza
- 2 cucharadas de buena disposición
- 3 gajos palabras amenas
- 1 pizca de relajación
Condimentos:
Interés, amabilidad y tonos suaves
Recomendación: del chef: La cualidad de una buena comunicación consiste en saber hablar con fluidez y escuchar con atención.
Modo de preparación:
- Las palabras alimentan la comunicación en la relación. Las conversaciones triviales y sin importancia contribuyen a la comunicación diaria y pueden resultar en pláticas serenas y relajadas que ayudan a crear y ensanchar los canales de comunicación y fomentar la nutrición emocional.
- Muchas veces no es lo que se dice, sino lo que no se escucha pero igualmente se transmite. El verdadero problema de la comunicación no radica solamente en lo que se verbaliza sino en las expresiones y tonos negativos, destructivos y tóxicos que provocan enojo, frustración y aislamiento.
- Cuando una persona está tranquila siente confianza y libertad para poder platicar mejor. Las charlas coloquiales sirven de ejercicio para aprender el arte de escuchar en situaciones que no provocan tensión. Por lo tanto la conversación fluye ya que no hay juicios, interrogaciones o sentimientos de enojo.
“Platicar relajado permite hablar tranquilo, ser escuchado y por lo tanto ser entendido”.
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