La aparición en el periódico Haaretz de la imagen de Yehuda Meshi Zahav en su entrega del fin de semana sorprendió a no pocos sectores de la sociedad israelí. Se trata de una figura que dentro de pocas semanas debía recibir el Premio Israel por su generoso quehacer en favor de las víctimas de actos de sabotaje y desastres naturales. En 2014 incluso el Papa Francisco lo recibió en el Vaticano y le dio su bendición por el noble altruismo que habría revelado en el curso de su vida. Pero en las últimas horas las víctimas han coincidido en suscribir un hasta aquí que lo ha obligado a renunciar la esperada condecoración.
Sin revelar de momento la identidad, una tras otra – niñas, adolescentes y mujeres maduras que fueron presumiblemente “atendidas” por Meshi Zahav y el equipo que le sirve han empezado a relatar los abusos sexuales de los que fueron víctimas. Por lo menos una decena de ellas que hasta la fecha los habían ocultado – por miedo o vergüenza- han resuelto denunciarlo cuidando de momento el anonimato. Como resultado, Meshi Zahav renunció a la recepción del Premio si dejar de desmentir las acusaciones que se acumulan en su contra.
Abusos de esta índole- especialmente contra niñas y adolescentes- son conocidos en los círculos ortodoxos del país. Se disimulan u ocultan por lo general pues constituyen una degradante huella que puede frustrar su devenir como esposas y madres. Sin embargo, desde hace algunos años se advierten cambios sustantivos, particularmente entre los sectores jóvenes que han dejado de adherir al cultivo del secreto y de la falsa discreción respecto a los abusos de rabinos y de figuras importantes de la comunidad ortodoxa del país.
Meshi Zahav silenciaba a las víctimas ya sea con amenazas personales, ya sea ofreciéndoles alguna aparición pública en las ambulancias que estaban a su servicio. Bien festejado y recibido por ministros incluyendo a figuras presidenciales del país, ninguna de ellas se había atrevido a dar pruebas de su torcida conducta. Al menos hasta aquí. Y ahora deberá presentarse no sólo antes las autoridades policiales y jurídicas. La comunidad ortodoxa y su propia familia ya no tolerará abusos encubiertos o excusados con algún versículo bíblico. Alentador viraje.
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