Tres personas vivían en el piso 60 de un edificio de apartamentos en Manhattan, cuando llegan después de un arduo día de trabajo se encuentran con la sorpresa de que el ascensor del edificio estaba dañado.
Ante la dificultad uno de los tres dijo: “Yo sé cantar, podemos subir 20 pisos y con mis canciones no los vamos a sentir” y en verdad durante los primeros 20 pisos subieron sin problema hasta que el chico se cansó de la garganta y no pudo seguir más. Otro de ellos dijo: “Yo sé contar chistes, si cuento algunos podemos subir hasta el piso 40 sin darnos cuenta” y efectivamente subieron otros 20 pisos sin sentirlos hasta que se le acabaron los chistes.
Los dos primeros voltearon a ver al tercero y le pidieron que hiciera algo para subir los últimos veinte y él les dice “La verdad yo no sé nada, solamente tengo muchos problemas, si quieren se los cuento”. Así subieron hasta el piso 58 entretenidos con los problemas ajenos hasta que se le acabaron. “Cuente más” le exigieron, “ya no tengo más, ¿acaso quieren que siempre me vaya mal?” y mientras discutían llegaron al piso 59, cuando este les dice: “¡Ah! Acabo de acordarme de otro un problema. Dejamos la llave abajo.”
Así nos pasa a nosotros a veces, hacemos todo el camino hasta la fiesta, cantamos canciones, reímos y pedimos a Hashem por nuestros problemas, sin embargo muchas veces se nos olvida la “llave”, la que abre lo realmente importante, la parte espiritual y la alegría.
Mucho tiempo dedicamos para limpiar la cocina, la casa y la oficina para Pesaj, pasamos horas cocinando y preparando las cosas del Seder, buscamos el Jametz con dedicación y empeño. Pero olvidamos la “llave”: hacer limpieza en nosotros mismos, quitarnos todas esas cosas que nos molestan para tener una vida plena, debemos hacer un “Seder” (orden) interior y anular el Jametz de nuestro corazón que no nos permita amar al prójimo.
Aparentemente la canción al final del Seder (jad gadiá) es una canción de niños, sin embargo es un mensaje de fe impresionante.
Cuentan que el rey Nimrod le dijo a Abraham Avinu que tenía que adorar al fuego, nuestro patriarca vio como el agua apagaba al fuego y propuso adorar al agua, pero después observa como las nubes eran las que traían la lluvia y propuso adorar a las nubes, sin embargo se dio cuenta que el viento traía las nubes, entonces propuso que adoraran al viento, hasta que se dio cuenta que era Hashem quien traía al viento, entonces se puso a adorar a Hashem.
Lo mismo acontece con la canción de jad gadia, en la cual los egipcios comienzan adorando a un cabrito, entonces obligan al judío a adorarlo también, el judío les contesta que no hay problema, pero les dice que el perro es más fuerte, pues se come al cabrito, después dice el egipcio, está bien entonces adoraremos al perro, y el judío dice está bien, pero el palo es más fuerte, pues le da golpes al perro, así que el palo es más fuerte, entonces los egipcios comienzan a adorar al palo, y así continúa la canción hasta que se llega finalmente a Hashem.
Cuando los judíos discutieron con los egipcios sobre cuál era el D‑os al que debían adorar, no les impusieron a Hashem de inmediato, sino que los fueron llevando de forma paulatina, indicando y concluyendo sobre quién era más fuerte hasta que finalmente todo termina en D-os.
Así como nosotros queremos influir en los demás y queremos convencer a alguien de nuestro modo de ver las cosas, lo tenemos que hacer paso a paso, solo debemos recordar que el fin no justifica los medios y que debemos hacer cada uno de los pasos correctamente. No hacer mal las cosas y al final terminar pisoteando al otro.
Un hombre estaba recluido en la cárcel y cierto día recibe la visita de un señor que le dice: “Mira, debo quitarte uno de tus riñones”, y el hombre atónico pregunta: “¿Pero, por qué?”, el señor le responde: “Porque está mal”, y se lo quitó. Al siguiente día de haberse recuperado, aparece de nuevo el señor y con el mismo proceder vuelve y le quita otro órgano. Así fueron pasando los días hasta que el hombre le dice al señor: “Mira, no más, no puedo seguir permitiendo esto, me vas a dejar sin órganos, ya van seis extracciones ¿quién eres tú?”, a lo que el señor le responde: “Bueno, te cuento, yo soy tu abogado y le prometí a tu familia que te iba a sacar de aquí y poco a poco lo estoy logrando.”
Si, al final va a salir, pero su alma también. El abogado estaba haciendo los pasos necesarios para sacarlo de prisión, pero estaba procediendo en una forma incorrecta.
Que D-os nos ayude y que en este Shabat que se llama Shabat Hagadol tengamos la oportunidad de empezar a entrar en Pesaj con la energía de Shabat y que siempre logremos hacer los pasos correctos para subir ese edificio que tenemos enfrente, que es nuestra vida. Subir todos los pisos con la llave para abrir nuestra puerta y entrar al lugar adecuado para nosotros. En otras palabras, salir de Egipto y entrar a la tierra prometida.
Photo by the Original Muddog Photo by Richard-G
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