Un hombre fue un día al Muro de los Lamentos y comenzó a llorar; él pensaba en todos los problemas que tenía, había perdido su trabajo, tenía muchos hijos que alimentar y toda la plata que le hacía falta para pagar sus deudas, mientras estaba ahí y lloraba frente al muro, sintió que alguien le tocó el hombro; al voltear vio a un señor que le preguntó que por qué lloraba y él comenzó a contarle todo lo que le pasaba. Cuando terminó, el señor le dijo: “Te voy ayudar, tú tienes algo que yo no tengo y yo tengo algo que tú no tienes, tú tienes hijos, yo no, pero yo tengo plata y tú no”. El señor le ayudó al hombre con todos sus problemas, le ayudó a conseguir empleo, le dio dinero para comprar comida para sus hijos y para pagar todas las deudas que tenía. El hombre muy tranquilo y agradecido regresó a su pueblo y le contó a todos sus amigos lo que le había pasado.
Entonces, todos sus amigos emocionados se reunieron para ir al Muro de los Lamentos y hacer lo mismo que había hecho el hombre. Cuando comenzaron a llorar sintieron que les tocaron el hombro y al voltear vieron a una señora pidiendo plata. Regresaron a su pueblo y fueron donde el rabino, y le preguntaron por qué a su amigo le había llegado una persona con plata y le ayudó, y a ellos les había llegado una persona pidiendo dinero. La respuesta del rabino a esa pregunta fue: “Él fue buscando a D–os y encontró ayuda, ustedes fueron buscando ayuda y encontraron una Mitzvá de D–os”.
Nosotros siempre estamos haciendo acciones, pero hay que ver las intenciones de las acciones que hacemos.
La Parashá que leeremos esta semana, Ki–Tavo, empieza hablando de la canasta con frutas que trajeron al templo. La primera cosecha debían llevarla al templo (Bicurim).
Hay 4 tipos de frutas; la primera son frutas de las que se come la parte de afuera y la de adentro, por ejemplo: la uva. La segunda son frutas de las que no se come ni lo que tiene por dentro ni su cáscara. La tercera son los frutos de los que se come lo de adentro y se tira lo de afuera, como la granada, y la cuarta son las frutas de las que se come lo de afuera y se tira lo de adentro como el dátil.
Esto hace alusión a los 4 tipos de personas que hay:
- Hay personas que se ven por fuera y por dentro de la misma forma, son buenos tanto por fuera como por dentro.
- Hay personas que no tiene nada ni por dentro ni por fuera, ni sus sentimientos ni sus acciones son buenas, son personas malas.
- Hay personas que no se ven bien por fuera, pero por dentro son buenas y puras, lo que sirve y lo que se cuenta es su interior.
- Hay personas que en su exterior se ven muy bien pero en su interior no son buenas, no sirven.
Este mensaje de las frutas no solo se transmite a las personas, sino que también se transmite a las intenciones de las personas; esas intenciones que parecen ser buenas pero no lo son, o las que parecen ser malas, pero son buenas.
La Parashá pasada se llamó Ki Tetze, es decir salir de las cosas negativas; la Parashá de esta semana se llama Ki Tavo que significa dejar entrar las cosas buenas y positivas tanto por fuera como por dentro, para que tengamos las mismas intenciones en nuestro interior y exterior.
La Mitzvá del Bicurim no es sólo una historia de la época del templo, sino también de hoy en día; antes de Rosh Hashaná podemos cosechar nuestras frutas/acciones y “llevarlas” a D–os. Hay que reflexionar y ver qué tipo de frutas tenemos.
A veces uno hace cosas que ve como acciones pequeñas y piensa que no hacen daño a nadie, pero al final sí termina haciendo mucho daño sin tener la intención. Es como la historia del señor que estaba en la cárcel y le preguntaron por qué estaba ahí, él dijo que solo porque había abierto una ventana en el lugar donde trabajaba; le preguntaron que dónde trabajaba y respondió en un submarino.
De la misma forma hay acciones que por pequeñas que se vean tienen algo de positivo. Es el momento de traer una canasta llena de frutas que se puedan comer tanto por fuera como por dentro, llena de intenciones que sean buenas para todos.
El mundo está dividido en 2 clases, la socialista y la capitalista; cada una tiene sus cosa buenas, pero también tiene sus defectos; en la socialista todos reciben lo mismo por mayor o menor que sea su trabajo, así que no hay motivación para trabajar, de hacer las cosas, ya que por más duro que sea su trabajo nunca se verá reflejado monetariamente. En la capitalista las personas pierden la mayor parte de su vida trabajando para tener más y más plata, porque entre más trabajan más plata ganan, pero no disfrutan de su vida y de su familia y de sus amigos.
La Torá nos da una solución para ambas clases, nos dice que debemos trabajar para conseguir lo que queremos para tener dinero y vivir bien, pero no permite que nos olvidemos de las personas que también necesitan y no tienen, nos recuerda hacer donaciones, ayudar a los demás, dar nuestra primera “cosecha” a D–os así uno siente que el dinero no es la única cosa de la vida.
Esta Mitzvá del Bicurim nos da la oportunidad de poder disfrutar de lo que tenemos. Porque la verdadera felicidad es cuando uno ayuda a los demás, y está conforme con su camino.
Que D–os nos ayude aprovechar ese tiempo y llegar a Rosh Hashana con la canasta llena de puras frutas.
Busquemos la parte espiritual y así nos encontraremos también con la parte material.
Pero sí vamos estar nada más buscando la parte material, va a ser muy difícil encontrar la parte espiritual.
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