El odio es un pésimo consejero: nos hace padecer dos veces, la primera al sentirlo y la segunda cuando lo recibe su destinatario mediante un mensaje explícito o velado, un desprecio mortal o un crimen. Difícil de eliminar, permanece en nuestras entrañas hasta que algo externo, un episodio desagradable o circunstancias adversas, lo despiertan y entonces nos impide dormir, ansiosos como nos sentimos por la presión que ejerce para salir de nosotros y alcanzar su objetivo. En el polo opuesto, el amor es el mejor de los consejeros sea cual sea su destino, nos abre como flores y mejora la calidad de nuestros latidos. La muerte de los tres adolescentes israelíes en manos de sus impíos asesinos fue motivada por el odio, e igualmente la del joven palestino que, en represalia, fue quemado vivo por una panda de imbéciles en un acto que descalifica a los judíos para erigirse en jueces de lo ético y lo humanitario. También entre nosotros habitan la bestia, el verdugo, el perverso, el cínico, el depredador. Por lo tanto, y visto lo ocurrido, no somos mejores que los que atentan contra los inocentes de nuestro pueblo.
El hecho de que en hebreo odio y diferente, sináh y shonéh, provengan de la misma raíz es significativo, pues indica que tenemos la tendencia etnocéntrica y fatal de odiar a quien no es como nosotros, a quien es distinto. Y eso todos, pues los mismos griegos llamaban bárbaros a quienes no eran ni hablaban como ellos y los chinos consideraban que ellos eran los únicos que vivían en el país del centro, pues todos los demás habitaban los márgenes polvorientos e incivilizados del mundo. El mal es una mala hierba que crece en todas partes, y no será erradicado hasta que no sepamos ver que lo diferente sólo es una cara más de nosotros mismos. La armonía no nace del maridaje de lo idéntico con lo idéntico sino de la reconciliación de los contrarios. La paz no procede de forzar a todos a que sean como yo sino que nace en el momento mismo en que la variedad, la alteridad es vista como una riqueza, como un don a cultivar.
Dicho esto y en un momento en que la seguridad de Israel está amenazada, es obvio que la filosofía o el pensamiento poco pueden hacer para parar los cohetes palestinos y calmar los ánimos israelíes. Sin embargo, no debemos desanimarmos: la llamada de un primer ministro judío a los padres de la víctima musulmana es un síntoma de que todavía tenemos conciencia de nuestros actos y podemos, de ese modo, corregirlos. No parece, en cambio, que del lado árabe habite esa conciencia con la misma intensidad considerando que esas gentes se están matando entre sí y el degüello, la crucifixión-quién diría- y el desprecio a la mujer arden como pólvora en las tierras de la Umma y no parece haber fin para toda clase de desmanes cometidos en nombre de un supuesto califa, él mismo instrumento del odio, simplificador a ultranza de aquello que no entiende ni acepta. Mientras el odio ahonda la zanja y nos hunde en la oscuridad, cultivemos el amor que nos permite acercarnos a la luz, así sea poco a poco. Así sea con el escaso ánimo que nos queda.
Su llamado Sr Satz no un llamado lógico, humano sino de un político que siente que
se fueron las cosas de las manos. Ud. realmente cree en el llamado de Netanyahu al padre del palestino. Cuando tire las casas de los 6 asi como tiran las casas de los palestinos empezaremos a ver un cambio. Cuando Israel deje de construir en tierra shona (Cisjordania) comenzara a disminuir la sinha. El juego de palabras es valido, cuando tenia 15 me enseñaron que todos los caminos conducen a ROMA pero tambien al AMOR, solo que hay que encaminarse hacia el. Por ultimo usted escribe una panda de imbéciles en un acto que descalifica a los judíos para erigirse en jueces de lo ético y lo humanitario. En primer lugar quien educa y financia a esos imbeciles 40 o 50 años? en segundo lugar hace muchos años que Israel perdio el lugar de ser juez en nada.