Lentamente, el mar se apodera de nosotros, de nuestras casas, de nuestras cercas, de nuestros hijos.
Digamos que el mar es una metáfora, de aquello que separa al hombre y la mujer, como la distancia espacial entre dos continentes, o podríamos decir como la muerte, espejo del cielo, una distancia entre dos espíritus, uno en un cuerpo y el otro en el paraíso.
Comenzó el día en que nos mudamos a una colonia al lado del mar, un lugar hermoso con la vista más bella que usted haya podido imaginar; y cerca, una colonia de pescadores cuyos peces no ven más sus ojos.
Yo estaba motivado, y pensaba abrir una galería exponiendo las artes referentes al mar, libros de fotografías del mar y sus puestas de sol, discos cuyos temas musicales se centraban en el mar, o literatura sobre el mar: “En el Mar” de Vicente Blasco, “Corazón del mar” de Nora Roberts, “El hombre que vino del mar” de Joseph Conrad (autor de “Apocalipsis ahora”), “El marino que perdió la gracia del mar” de Yukio Mishima, “Las enseñanzas de los rollos del Mar Muerto”, “La Isla bajo el mar” de Isabel Allende, “La batalla del mar del coral” de John Steigatz, “La cátedra del mar”, “Física Conceptual del mar” de Crowell, “El mar” de John Barnville; películas como “Perdidos en el mar”, o “Viaje al fondo del mar”, “Bermudas”, “Dieta Mediterránea”, “El demonio del mar” o “Mas allá del mar”, “Los pueblos del mar”, o “Vacaciones en el mar”; o algunos clásicos tanto literarios como de cine como “20,000 leguas de viaje submarino”, “Tiburón”, “Las aventuras del Poseidón”, “Titanic”, “Viaje al fondo del mar”, “Los conquistadores de Atlantis”, “Free Willy”, “Los sueños del delfín”, “Azul Profundo”, “El pianista”, “Los piratas del Caribe”, y la súper obra literaria de Hemingway “El viejo y el mar”; música como “Café del mar”, o “Atlántida” de Jarre o Mark Knopfler, y temas relacionados de cientos de autores, músicos, compositores, cineastas y documentalistas, y por supuesto no podemos olvidar la serie televisiva de Jacques Cousteau sobre el mundo submarino. Obras de arte como: “Cristo y el mar” de Tintoretto, “La barca de Dante” de Delacroix, “Sol naciente y regatas” de Monet, “Dos mujeres en la playa” de Gauguin, y “Los Bañistas” de Derain.
Mucho, mucho material, agregando a estas pinturas, obras de arte, diseños… mucho material que puede ser expuesto en una galería del mar.
Como llamarle a este pregunto Umberto Eco: “Las culturas del mar”? Es el “Mar” una masa de culturas? Se han escrito miles de obras acerca del mar. El mar nos relaciona a todos.
La sabiduría se refiere al mar como metáfora del “Infinito” así como de la alquimia de la vida, mientras que las teorías científicas ven claramente en este la fuente y los ciclos de la vida, y por supuesto la simbiosis entre el sol y la luna.
Para variar, abrir una galería de esta índole, requiere un esfuerzo animosamente gigante que se disolvió como los granos de polvo que hay en la playa, y que son imposibles de contar.
A esta galería, podríamos haber agregado esculturas sobre el mar, así como elementos naturales como conchas y figuras marinas, acuarios con peces, botellas con arena o con mensajes de amor enviados, y el mar como escenario de aventuras, acciones, historias de amor y palmeras. El mar como ruta a la esperanza. Podría haber algas, partes de barcos perdidos en los fondos, partes naturales de esternones, estrellas de mar, sirenas, medusas, corales y arrecifes. Discos con “sonidos naturales de mar” y los cientos de documentales cinematográficos o en video que se hayan producido. Mapas de mar, telescopios, periscopios, sinfonías.
El mar es el mejor ejemplo de una sinfonía cuyas rutas son infinitas e indefinibles, puesto que en el mar no hay carreteras delimitadas como en tierra, sino que los barcos se atienen a su conocimiento natural del clima marino, aunque claro, existen las rutas previstas y los itinerarios. Pero yo no pienso ser un ejemplo, o un experto, simplemente un hombre que quiere abrir una galería con este material.
Parte del material de la Atlántida explica en teorías ocultas que el hombre proviene del mar, nuestras raíces son el agua y el cielo, ya que estos dos están interconectados. Y acerca del mar se puede hablar de un día soleado y tranquilo en la playa, o de una gran tormenta trágica o de una civilización oculta. Podemos hablar de Apolo o Poseidón, podemos hablar del “Canto del Mar” de Moisés, o de la caminata de Jesús sobre las aguas, o de Siddhartha en búsqueda de los puertos, o del secreto comercio marino y los piratas. También podemos hablar de su mundo animal oculto, culto en las profundidades, y de los pescadores. De los recursos naturales marinos, y de tantas otras cosas, y de la forma en que el mar es esencial a la vida humana.
Comencé bajando películas y documentales sobre el mar, canciones y melodías, pinturas y fotografías, y las comencé a colocar en paredes y plasmas de mi casa, luego objetos marinos, ya sean orgánicos o inorgánicos, partes de barcos o estrellas marinas y corales, hasta que decidí tapizar mis paredes de sal y conchas, arena, estrellas y corales, y dejar que en el piso haya una capa de agua de un centímetro de alto constantemente en esparcimiento con cierto oleaje, agua de mar por supuesto, y a las bocinas de la computadora las conecte a cuernos marinos, y la electricidad la conecte con bulbos de agua.
Lentamente…
El mar se apodero de mi casa, de mi cultura, de mi parte humana…
Lentamente me volví a transformar nuevamente en pez, en el hombre de la Atlántida…
Muchos hombres venían a visitarme, amantes del mar y marinos, turistas y wonderers, y decidieron todos en la colonia imitar mis pasos, y toda la colonia se transformó en una galería marina donde las musas hacían el amor bajo el agua, y donde las sirenas aprendieron a respirar nuestras vidas. Solamente comíamos pescados, y frutas marina como calamares, langostas y camarones y otras delicias con formas extrañas.
No olvidare el día que llego una ola marina gigante y nos arraso a todos, y como a Alfonsina, nos llevó a su seno, a su corazón, a lo profundo de sus aguas.
“El mar y tu” de Andrea Boccelli sonaba en todas partes, el “Dialogo entre el viento y el mar” de Debussy, las miles de interpretaciones de artistas connotados cantando “Alfonsina y el mar”, el Canon en Re Mayor de Johan Pachalbel, “The Water is Wide” de Ennya, “La tempestad del mar” de Vivaldi, “Barquito de papel” de Joan Manuel Serrat, “El ocaso de los dioses” de Wagner, “Nocturno opera 9” de Chopin, y el Adagio de Albinoni “Océano Azul” o la “Balada para Adelina” y las miles de melodías New Age producidas en el último siglo. Y tantas otras obras más que… tenían tanto sentido.
Uno, porque nosotros nos habíamos desintegrado en el fondo del océano, convirtiéndonos en estatuas de sal, y dos porque lo único que quedo de todo ello eran los millones de turistas que venían cada verano a ensuciar las playas con botes de plástico, productos de envoltura y ojos de botellas con los aros de plástico.
El color de la naturaleza creo a la humanidad, y la humanidad termino por ensuciar a la naturaleza de color. Salpicándolo!
Lo que más me intereso al volver de mi viaje fueron los sonidos ultramarinos, los viajes de Cristóbal Colon a América, el lenguaje de las ballenas y los delfines, las millones de especies y colores que viven bajo la superficie, la simbiosis climática entre los océanos, las estrellas y los planetas, y por supuesto la exitosa película de George Clooney “La tormenta perfecta” o la película “Big Blue” y el soundtrack de Eric Serra.
Al volver de nuestro viaje submarino fuimos a la piscina, y allí nos quedamos esperando las propuestas de la realidad. El mar es un lugar donde uno puede vivir aventuras, pero uno siempre vuelve a la piscina a beber una piña colada en un camastro en el asoleadero o en el jardín verde y fresco del verano.
Gracias a todo esto nos volvimos a unir, en el mar nos encontramos, el puente entre el cielo y la tierra. Como dicen: “En el mar la vida es más sabrosa” y “Cuando calienta el sol aquí en la playa”.
Al volvernos a unir, habíamos absorbido en nuestros espíritus todas estas culturas, obras y viajes marinos, desde los navegantes Fenicios hasta las canciones de los cancioneros y las absorbimos todas en nuestro ser.
¡Que tengas un verano feliz!
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