Leopoldo Moreau, diputado electo, es un ex radical devenido en cristinista fanático para ratonear un sillón como legislador por Unidad Ciudadana, sin importarle que años atrás fuese correligionario muy cercano a uno de los más grandes políticos democráticos y honestos del país, como lo fue Raúl Alfonsín. Su sentido de la moralidad es tan limitado como grande es su capacidad de insultar nuestra inteligencia y dignidad.
Además de seguir en su tesitura de que el asesinato del fiscal Nisman z’l fue un suicidio, hace unos días afirmó en C5N que el diputado Waldo Wolf es un agente del Mossad (Inteligencia israelí), que actúa en la Argentina vaya a saber conque fines. Trajo al presente un libelo antisemita del año 1902 titulado Los Protocolos de los Sabios de Sion, publicado por el gobierno zarista para justificar los progroms contra la población judía, acusándolos en ese escrito de conspirar e instigar a la sublevación contra la persecución y el trato de esclavos a los que eran sometidos.
Moreau no es un caso aislado de ser antijudío dentro del peronismo: desde siempre apoyaron a Hitler y casi sobre el final de la II Guerra Mundial se dedicaron a vender pasaportes argentinos a cambio de oro a los líderes nazis que escapaban hacia Sudamérica y llegaban a la Argentina con nombres cambiados. La izquierda a través de 2 diputados, Laura Marrone y Juan Carlos Giordano presentaron recientemente proyectos de resolución para rechazar la visita del primer ministro de Israel Binyamin Netanyahu a nuestro país,tildándolo de sionista opresor y asesino del pueblo palestino.
En 1971 el economista Walter Beveraggi Allende, revivió Los Protocolos lanzando el Plan Andinia, donde acusaba y extranjerizaba a los argentinos de religión judía por querer apoderarse de la Patagonia y crear un nuevo estado judío,según este brutal antisemita. La ex presidente CFK luego de la firma del vergonzoso Memorandum por la Verdad, tomó para sí la teoría del Plan Andinia y acusó a los fondos buitres, a Paul Singer y a Nisman como ligados a una conspiración judía para desestabilizar su gestión.
Hago mías las palabras de Abraham Lincoln (1808-1865) cuando dijo:
“Hay momentos en la vida de todo político, en que lo mejor que puede hacer es no despegar los labios”.
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