Si bien Líbano no figura entre los países que castigan con pena de muerte la homosexualidad —Arabia Saudita, Irán, Yemen, Sudán, Somalia, parte de Nigeria, Afganistán, Mauritania y Pakistán lo hacen—, aún rige en el País de los Cedros el artículo 534 de su Código Penal el cual establece que “actos sexuales que contradicen las leyes de la naturaleza” deben ser sancionados con un año de prisión. Esto empezó a ser cuestionado desde 2013 por la Sociedad Siquiátrica Libanesa al declarar que la homosexualidad no constituye un desorden mental y no necesita ser tratada. Posteriormente en 2015 la citada Sociedad ratificó su postura y demandó la abolición del artículo 534. La más reciente expresión de cambio al respecto ha sido la orden emitida por un juez en enero pasado donde se establece que “la homosexualidad es una decisión personal y no una ofensa sujeta a sanciones”. Para tal decisión, el juez se amparó en una ley que protege la libertad personal cuando no se afecta a la sociedad, lo mismo que en la obligación de salvaguardar la dignidad personal y los derechos humanos.
Pequeños avances como ése alientan a quienes luchan a favor de la despenalización de la homosexualidad, aunque reconocen que el camino para abolir el artículo 534 es todavía largo. Es más, dada la composición del Parlamento libanés muchos de cuyos integrantes se inspiran en textos religiosos y en que el Corán considera a la homosexualidad como un pecado, las esperanzas de liberalización al respecto están puestas hoy, menos en la abolición del 534, y más en la flexibilización de autoridades y jueces para encontrar atenuantes que impidan las penas de prisión. Pero lo que preocupa sobre todo es que aunque en los hechos muchos de los acusados ya no son encarcelados y pagan tan sólo una multa, durante las detenciones los miembros de la comunidad LGBT han sido objeto frecuente de tortura y pruebas corporales humillantes por parte de las Fuerzas de Seguridad Interna. Tales prácticas invasivas y abusivas han sido condenadas tanto por Human Rights Watch en 2012, como por la Orden Libanesa de Médicos.
Actualmente las investigaciones para sustentar las acusaciones se basan cada vez más en la revisión de teléfonos celulares y expresiones o contactos que aparecen en las redes sociales. Las víctimas son por lo general objeto de ostracismo y discriminación familiar y social, cuestiones que sólo podrán ser combatidas mediante una educación que ponga énfasis en los derechos sobre el propio cuerpo y la dignidad de las personas. El carácter multiétnico y la diversidad religiosa que prevalecen en Líbano hacen más susceptible a este país de escapar de la represión extrema de la homosexualidad que rige en otros países árabes cuya estructura política está dominada por las corrientes fundamentalistas cuyo comportamiento al respecto es absolutamente intolerante. Líbano es uno de los países árabes que más contacto ha tenido con Occidente a través de su población cristiana y de la larga presencia de Francia y su cultura durante las décadas en que prevaleció el mandato francés. En ese sentido cabe esperar un cambio más rápido que exima a su población homosexual de las penurias y persecuciones tan extremas y comunes en el resto del mundo musulmán. Eso siempre y cuando Líbano pueda resistir y contener las ambiciones de las agrupaciones y corrientes integristas islámicas que viven y activan en su seno tratando de imponer sus particulares puntos de vista sobre este tema y muchos otros más.
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