Como expresión estética de la realidad la poesía se manifiesta a través del ritmo, de las imágenes y, sobre todo, a través de diversos planos de significados simultáneos. Eso la hace relevante y peculiar. Pero eso, también, hace que muchos lectores estén vedados a este lenguaje. El uso artístico de la palabra es, aparentemente, otro sin sentido. Muchas personas soslayan que un adjetivo, independientemente de su función calificadora del sustantivo, también puede develar otro contenido, ampliar el horizonte semántico y conseguir un nivel estético, otra categoría artística. Pero la poesía es más que el uso artístico de la lengua. Revela un sentimiento, canta una historia. Y a veces es capaz de adelantarse a los acontecimientos, por eso en latín el término vate designa al poeta. Quien es capaz de interpretar los signos, quien es capaz de forjar nuevos planos de realidad asume la categoría de hacedor, de vaticinador.
Cierto: Para develar la esencia misma de las cosas el mundo se vierte en la Palabra. Recuerdos, pesadumbre, afanes taciturnos. La poesía como una travesía espiritual, un ascenso luminoso en la Noche oscura del alma, como puntualizaba el monje carmelita. Un recorrido por el mundo corpóreo, concreto, con el propósito de enfatizar las coordenadas emotivas con una voz que se vuelca sobre la naturaleza. Wittgenstein señala que las palabras obtienen su significado por ser pinturas del mundo, seguramente porque desde los tiempos aristotélicos el observar se vuelve un complejo acto conceptual, no un simple y directo mirar los objetos físicos, de tal manera que la poesía se genera a través de la percepción emocional, única, particular. He ahí, pues, la figura del poeta, o poetisa: un ser humano de inteligencia sensible que consigue vislumbrar la realidad de manera profunda, única.
Orli Guzik, con cuatro obras de poemas en su haber, va en camino de serlo. Tiene excelentes atributos para lograrlo: manejo del ritmo, de las imágenes, de la expresión estética. Los dos primeros volúmenes –La húmeda suavidad del cáliz y Más allá del portón de hierro –preciso, fueron de aprendizaje, andaderas que la auxiliaron a caminar. En cambio Claridad de roca entre mis dedos, Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada 2009 es, para mi gusto, su primer poemario. A lo largo de su obra, la escritora realiza un recorrido existencial, hurgando en el paisaje, poniendo su mirada afectiva en los diversos matices de la luz, siempre con un amplio sentido estético.
Los recursos de estilo son manejados de forma precisa. De esta manera, sinécdoques y metonimias consiguen determinarse como una necesidad de expresión, no como elementos superfluos. Los silencios, la acentuación adecuada, integran esa dimensión cadenciosa que prevalece a lo largo del libro. Desde el inicio la autora demanda a la palabra para que sea fiel transmisora del pensamiento. Y aquí convendría recordar que la poesía es la voz humana que descansa en la palabra. Pero no es la Palabra. El parpadeo como tiempo de la estrella, la gota de ígnea sangre que arriba contemplamos –de acuerdo con el epígrafe inicial de Octavio Paz– frente a esa transparencia eterna que se invoca, esa densidad pétrea que palpita entre los dedos.
Aquí se advierte el deseo de reflejar vivamente el afecto profundo, con una intención acaso panteísta de identificarse con el mundo, ser el mundo:
“cántaro de arena
que contiene al viento soy
zarzal y pino “.
Diversos matices se eslabonan en esta expresión. El sentido mágico-ritualista de la poesía está ahí, a los ojos de quien esté preparado para advertirlo. Lo sacro no como un nivel de iniciación, sino como una expresión poética cotidiana:
“cúspide que se unge de vértices y amarantos
con los pies ataviados de razones
áureas larguras
y la mirada fija en el rojo manto del silencio “.
El quebranto, la decantada melancolía, la tribulación que se transforma en “infecto laberinto” ante la ausencia del hijo, mientras la razón deviene en agonía, es el tema que se advierte en este largo canto, divido en pequeñas instancias que podrían funcionar de manera independiente. Por el título –Claridad de roca entre mis dedos– y por la presencia de la piedra, puede pensarse en una kratofonía –se advierte en la última de forros–; aunque el ámbito sagrado de ninguna manera se soslaya. La transparencia del canto, las imágenes que refiguran e invocan emociones, la memoria que enuncia y edifica la conciencia de la Divinidad –conciencia que el ser humano tiene de sí mismo, según Feuerbach– permite considerar a la poesía como plegaria. Sorda, la Omnipotencia se oculta en la penumbra y el Nombre asume una dimensión sinestésica –sabe a “sonoridad de soles llanos“– mientras el niño, el vástago, real y concreto –y por lo mismo divino– se vuelve reflejo de Aquél, acaso salmo y madrigal.
Sabor y saber también encubren esa resonancia antigua, como “sonoridad de arena“, por lo que Orli Guzik, la Mujer, la autora de este poemario aguarda; y el niño, al conjuro de la voz lírica, se metamorfosea en
“transparencia eterna que se invoca:
gota de fuego, parpadeo “.
Lucidez y desaliento perturbándose, develándose, para proclamar la conmoción materna. Pero lo fatídico, la desaparición física, acecha, siempre:
“por las cavernas de la conciencia
oronda vaga la muerte
ataviada de abalorios punzantes
siniestros designios
como setas ponzoñosas
sin piedad se hienden en carnes
desoladas”.
Desde el abismo sensitivo, la Poesía profetiza, conjura la soledad. Privilegios de la eufonía, la expresión lírica -como objeto de la experiencia- produce en el escucha una impresión que va desde la extrañeza primera hasta la más profunda perturbación. Y seguramente por ello la Poesía, sacralidad de la vida, se concibe como el lenguaje de los dioses. En virtud de lo anterior, en este poemario, denominado Claridad de roca entre mis dedos, Orli Guzik nombra, llena vacíos emotivos para fijarlos en la fugaz eternidad de la Palabra.
Acerca de Orli Guzik:
Realizó su Licenciatura en Ciencias y Técnicas de la Información en la Universidad Nuevo Mundo (1984). Obtuvo un Diplomado en Arquitectura del Paisaje en la Universidad Iberoamericana (1995) y Diplomado en literatura en el Centro de Desarrollo y Comunicación (1998).
Ha tomado talleres y cursos literarios con: Óscar Wong, Vicente Leñero, Mónica Lavín, Rosa Nissan y Ma. Luisa Puga.
Premios:
Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada 2009, otorgado por la Universidad Autónoma del Estado de México, con el libro Claridad de roca entre mis dedos.
Publicaciones:
- Más Allá del Portón de Hierro (Ediciones Eón 2008)
- La Húmeda Suavidad del Cáliz (Ediciones Eón 2009)
- En el Corazón de mi Estirpe (Ediciones Eón 2009)
- La Gata Princesa y la Mariposa (Ediciones Eón 2010)
- Claridad de roca entre mis dedo (UAEM 2010)
- El Judaísmo y su raigambre espiritual. Revista Castálida, Instituto Mexiquense de Cultura, no. 39, 2010
- La presencia femenina en el corrido mexicano. Revista Castálida, Instituto Mexiquense de Cultura, no. 41, 2010
- Tanaj Bestiario Ancestral. Revista Castálida, Instituto Mexiquense de Cultura, no.42, 2010
- El osito Comelón y la Zanahoria (cuento) Revista Castálida. Instituto Mexiquense de Cultura, no. 39, 2010
Documental
- Un beso a esta tierra
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