Circulaba yo todos los días por la avenida de las Palmas…
Me fijé en una mujer que vendía periódicos.
Con el tiempo nos saludábamos todos los días.
Me daba la impresión que le gustaba lo que hacia.
Dejé de verla por algún tiempo; después me la encontré pidiendo limosna.
– ¿Que paso Seño y los periódicos?
– Me vi muy mala, gaste lo poco que tenia; no tengo dinero para comprar periódicos para vender.
Se me ocurrieron varios caminos alternos para conseguir su mercancía…
Pero a ella ese esfuerzo extra ya no le interesaba.
Han pasado los años, cuando la llego a ver ella sigue pidiendo limosna…
El que pide limosna para subsistir renuncia sin saberlo a su dignidad de ser humano…
La dignidad del ser humano se manifiesta, se siente, cuando se da no cuando se recibe.
Es entonces cuando un rayo de felicidad nos invade por momentos…
Ella ha seguido pidiendo limosna, su cabello ahora es blanco, su mirada de resignación, hoy, simplemente arrastra una existencia… Pero no vive.
En la edad adulta el ser humano para recibir primero tiene que dar… ¡Es así!
Nissim Mansur T.
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