Los académicos israelíes no pueden, en nombre de la libertad académica, calumniar y boicotear a su propio país

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( Creo que) …la universidad debe desempeñar un papel importante en el sistema informal de monitoreo e entrega de cuentas, tan esencial para la salud de la democracia. Todos aprendemos en la escuela que los poderes judicial, legislativo y ejecutivo del gobierno deben de controlarse y equilibrarse entre sí. Pero las instituciones no estatales también deben participar en este importante sistema de control. Estas instituciones de control incluyen la academia, los medios de comunicación, instituciones religiosas y organizaciones no gubernamentales. La academia no debe ser demasiado acogedora con, o demasiado confiada en, el gobierno. Se tiene que insistir en la independencia del gobierno y en el ejercicio de la libertad académica.

La libertad académica requiere que los profesores de la facultad puedan retar las políticas y funcionarios gubernamentales, así como el status quo.

Hoy, Israel se jacta de tener, en la práctica, el nivel más alto de libertad académica en el mundo. Hago hincapié en la práctica, porque pocas naciones en el mundo-incluso los que, en teoría, proclaman la adhesión estricta a la libertad de cátedra-enfrentan a diario tal disidencia con la academia en Israel.


Pero la libertad académica no es el solo privilegio de la izquierda dura.

La libertad académica comprende el derecho de estar de acuerdo con el gobierno, de defender al gobierno y de trabajar para el gobierno…

Hoy en día, en esta misma universidad, académicos israelíes comparan con regularidad y erróneamente a su nación con el régimen tiránico que asesinó a 6 millones de judíos. Académico disidentes hacen, regularmente y con libertad, un llamamiento a otras instituciones académicas de todo el mundo para boicotear las universidades israelíes. En este mismo momento, profesores de esta misma universidad se encuentran en el Boston Museum of Science, exigiendo el cierre de una exposición que presenta los avances científicos y tecnológicos de Israel, en medicina, energía limpia y otros adelantos beneficiosos para la humanidad.

Los académicos israelíes tienen libertad, no sólo de cuestionar la legitimidad del Estado judío, sino incluso, como un profesor de esta universidad ha hecho, la autenticidad del pueblo judío. Son libres de distorsionar la verdad, construir falsas analogías y enseñar a sus alumnos teorías similares a que la Tierra es plana. Lo hacen con gusto y escudados por la libertad académica.

Mientras estos profesores no violan las reglas de la academia, tienen el derecho de estar equivocados, porque hemos aprendido la lección de la historia: ninguna institución tiene el monopolio de la verdad y la búsqueda de la verdad requiere, para citar el título de uno de la autobiografía de uno de fundadores de Israel, “intento y error.” Sin embargo, la respuesta a la mentira no es la censura, es la verdad. La respuesta a las malas ideas no es matar al maestro, pero que la elaboración de mejores ideas prevalezcan en el mercado. La libertad académica de los profesores es fundamental para el misión de la universidad.

El reglamento de la libertad académica de los profesores debe ser neutral, aplicable por igual a derecha e izquierda. La libertad de expresión “para mí pero no para ti” es el inicio del camino a la tiranía…

…Así que unámonos en la celebración de una gran universidad que nació en el conflicto, alcanzó la mayoría de edad en conflicto y seguirá en conflicto. ¿Qué otra cosa podía esperarse de una casa de estudio en el Estado judío? El conflicto, después de todo, es tan antiguo como la discusión de Abraham con Dios, la lucha de Jacob con el ángel, la insistencia del Talmud en la preservación de las opiniones disidentes y los chistes judíos acerca de “dos judíos, tres opiniones”. Un universidad sin conflicto puede ser adecuada para China, Irán o el antigua Unión Soviética. Pero nunca para Israel.

El conflicto, aunque incómodo, es inevitable en una democracia vibrante, y aún más en una democracia judía vibrante. Ser judío es estar incómodo, es jamás poderse relajar. La tensión y el conflicto parecen ser nuestro destino. Es también el camino hacia el aprendizaje, el progreso y la innovación.

Las alternativas al conflicto es el estancamiento, la seguridad y la censura, los cuales no tienen cabida en una universidad. Por lo tanto, que siga por siempre el conflicto, siempre y cuando no se silencian las voces, y que siga abierto el mercado de las ideas. Estoy seguro de que la claridad moral derrotará a la hipocresía, el sentido común a lo políticamente correcto, y que se alentará el proceso de búsqueda de la verdad.

Israel sobrevivirá a su disidentes, al igual que esta gran Universidad.

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