La historia se vuelve a repetir: cuántas veces hemos escuchado esa frase, cuántas veces la hemos dicho, cuántas la hemos vivido. Los círculos que van y vienen, se abren, se cierran, y se vuelven a repetir.
Y podemos verlo con personas, cercanas y lejanas, con sueños, con emociones, con ilusiones.
De pronto dejamos ir algo o a alguien, y sentimos que volvemos a empezar, que estamos en el punto de partida. Hay que replegarse, entender, respirar…. Y caminar nuevamente.
Pero el problema está en lo que cuesta soltar, dejar todo atrás para empezar de cero, en un espacio claro y limpio, donde venga algo nuevo, con experiencias únicas y frescas que nos hagan sentirlas y vivirlas de modo distinto.
Lo duro son los vacíos que quedaron, las heridas que permanecieron abiertas, las palabras que no se dijeron, los círculos que no se cerraron. Eso es precisamente lo que no nos deja avanzar. Lo que nos regresa y nos hace sentir y revivir el dolor, que nos ata al lugar donde estamos parados, y nos congela, sin permitirnos dar los pasos necesarios para seguir nuestro camino.
Sentimos a veces que se nos va lo que nunca tuvimos, que se quedan espacios huecos que nunca se llenaron completamente. Queremos cerrar la puerta, sabemos que debemos cerrarla, y no lo logramos, porque duele… y duele mucho.
Tal vez por lo que pudo ser, o por lo que nunca fue. Y sentimos miedo; miedo de comenzar nuevamente, de enfrentar la vida, de retomar las riendas.
Tal vez los canales de comunicación que establecimos nunca cumplieron su cometido, o nuestras sentimientos no llegaron a tocar las fibras del alma de las otras personas. Ilusamente creemos que logramos un nivel de comunicación importante y real.
Y cuando vemos que no, el dolor es mucho, y no sabemos bien a bien cómo manejarlo, ni cómo reaccionar. Porque nos confunde pensar en nosotros mismos, en la otra persona, y el dolor, el sentimiento de fracaso nos abruma y nos agobia, no nos deja pasar de ahí. Súbitamente sentimos que hay muros entre unos y otros, y que empiezan a existir cosas muy dentro, que no nos dejan ver o sentir.
Hasta que de pronto no queremos que duela más. Que es momento de dar el paso y movernos de ahí.
Es entonces cuando debemos dar las gracias………gracias por lo que hubo, por lo que se dijo, por lo que se sintió, por lo que se compartió, por lo que se experimentó. Gracias por lo que no se logró, por los sueños que se compartieron.
Y al sentir esas gracias de corazón………podemos volver a empezar.
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