La travesía biográfica y literaria de Octavio Paz es un fiel reflejo de las angustias, dilemas y tentaciones del intelectual latinoamericano, y del mexicano en particular. Nació en México en 1914 cuando el país apenas superaba las convulsiones que acompañaron a la Revolución que selló la caída de Porfirio Díaz ( 1910). Su padre militaba entonces en las filas zapatistas, antecedente que informará más tarde sus tempranas inclinaciones ideológicas en favor de la Revolución rusa y del marxismo. Luna silvestre es el título de su primer paso en la poesía; vio luz en 1933. Se comprueba allí el temprano ascendiente de Pablo Neruda. Las oscilaciones políticas y militares en la Europa de los años treinta – particularmente en España – lo llevaron a tomar parte activa en el II Congreso Antifascista que tuvo lugar en Valencia en 1937. A partir de aquí multiplicará sus contactos con numerosos intelectuales y escritores ( John Dos Passos, Nicolás Guillén, Machado, y el propio Neruda) que definieron entonces posturas contra la demencia nazi-fascista.
Un cargo diplomático le facilitó instalarse en Paris a principios de 1950. En este periodo de la posguerra se sacude del marxismo que había orientado hasta entonces sus preferencias políticas, condena el régimen estalinista, y adopta posturas cercanas al neorrealismo. La amistad con Breton y Camus lo condujeron a actitudes poéticas que combinan lo erótico con lo reflexivo, dialéctica que marcará sus obras posteriores.
Durante dos décadas Paz se consagró a servir en la diplomacia mexicana, particularmente en Paris y en la India. Pudo así dedicarse enteramente a la literatura sin lidiar con dificultades financieras o incertidumbres políticas. Sin embargo,los acontecimientos que se verificaron en México en 1968, año del levantamiento estudiantil y de la matanza en Tlatelolco, le llevaron a renunciar a sus cargos oficiales como gesto de adhesión a la multitudinaria protesta. Se percató entonces que en su propio país se manifestaban tendencias antidemocráticas que le hicieron recordar la Europa de la preguerra. Después de estos acontecimientos se inclinó a residir en México; fundó en los años siguientes dos revistas – Plural y Vuelta – donde merecieron hospitalidad un amplio abanico de intelectuales.
Los orígenes del carácter mexicano, las rupturas de su identidad y sus reflejos en la escena nacional lo condujeron a escribir, en 1950, El laberinto de la soledad. En estas páginas puso de relieve la actitud contradictoria del mexicano respecto a la mujer. A su parecer, se trata de una criatura santa pero también “rajada”, víctima y festín del macho. Tema que no excluyó otros: el culto burlón a la muerte, la felonía de la Malinche como amante y cómplice de Cortés, la pasión nacional por canciones ruidosas, la intrínsica soledad del individuo apenas disimulada por la soberbia colectiva, y las ambivalencias respecto al poderoso vecino del norte. Texto ineludible para comprender los contrapuntos del carácter mexicano, muy distante del argentino o brasilero. Explica entre otros hechos el devenir político del país, pues durante un largo periodo se habría instalado en México una suerte de democracia totalitaria presidida por figuras misteriosamente escogidas, tema estudiado – entre otros- por el autor de estos comentarios. Al cabo, este régimen se destapará considerablemente al despuntar el siglo XXI.
Algunas de sus reflexiones se enriquecen en Sor Juana Inés de la Cruz. Se enhebra aquí la biografía de una mujer excepcional que prefirió renunciar a las intimidades caprichosas del matrimonio para consagrarse al sensualismo de las letras. Paz procura ubicarla en el amanecer mexicano de la Nueva España, hacia fines del siglo XVII. El temple de Sor Juana,que osciló hasta su muerte entre la sumisión y la rebeldía, representa un antecedente y una expresión de las luchas femeninas en contra del imperante machismo. Con este ánimo, Paz describe ( Fondo de Cultura Económica, 1982 ) las circunstancias que lo empujaron a escribir esta biografía. Descubre a ” la mujer y a sus poemas, la monja y a la intelectual, que se insertan en una sociedad: la Nueva España al final del siglo XVII… ” ( pág. 15). Ella prefirió el convento no por convicción religiosa sino como refugio para alentar discretamente su honda vocación… ( pág. 112). En este tránsito Sor Juana cultiva las letras y las ciencias, descubriendo maneras sutiles de rebelarse contra la cerrada sociedad de su tiempo. Paz recuerda que su biblioteca de 4000 ejemplares fue célebre y celebrada no sólo en México. Sin embargo,la inquieta monja no pudo eludir la vigilante mirada de la Inquisición. Ésta se despliega en un tenso diálogo entre el padre Nuñez de Miranda y Sor Juana, que le obliga a una confesión donde “salen a relucir los poemas eróticos, los morales, los jocosos”… que fueron considerados graves ofensas contra Dios…Así, ” el sacrificio en el altar de Cristo fue su acto de sumisión ante prelados soberbios. … los poderes que la destrozaron fueron los mismos que ella habia servido y alabado.. ” (pág. 593 ss.) No por azar el autor llamó también a esta biografía Las trampas de la fe. Por sus méritos literarios, Octavio Paz recibió el Premio Jerusalén en 1977 y el Nobel en 1990. Falleció al aproximarse el fin del siglo.
En hebreo se conocen algunas obras poéticas de Paz que merecieron la traducción de Tal Nitzan. Los ensayos y, en particular, los textos aquí mencionados aún esperan ser vertidos al hebreo.
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