Los líderes iraníes ya no saben cómo ser más evidentes, y los medios, cómo ocultarlo

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Irán presentó ayer un nuevo misil. Según la agencia de noticias Associated Press (AP), tiene “un alcance que según medios le permitiría llegar a las dos bases estadounidenses en la región, así como a objetivos en el territorio de su archienemigo Israel”.
El nombre que dieron al arma es muy elocuente, aunque los medios en español, en su amplia mayoría, hayan hecho lo posible para ocultarlo.

La cadena alemana Deutsche Welle decía (9/2/22) en su edición web en español que “el misil Kheibar Shekan (destructor de castillos) fue presentado en la base Aeroespacial de la Guardia Revolucionaria en presencia del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas…”

Bueno, pensará el lector desprevenido, un nombre apropiado para un arma destructiva. Lo de “castillo” será una de esas metáforas pobres que se permiten los señores de uniforme.


De manera casi idéntica operaba el disimulo de la agencia española Efe el mismo día:

“El misil ‘Kheibar Shekan’ (destructor de castillos) ha sido desarrollado por la Guardia Revolucionaria, está propulsado por combustible sólido y ‘tiene la capacidad de penetrar escudos contra misiles’, informó la agencia de noticias Tasnim”.

CNN en español iba aún más allá – o no iba, precisamente -, y ni siquiera hacía mención del nombre del misil. Eso sí, como “contexto”, presentaba a la Guardia Revolucionaria iraní como una fuerza a la vanguardia de la lucha contra el ISIS en Siria e Irak: un resumen benevolente y fraudulento.

Tampoco lo mencionaba infobae en su crónica sobre el tema.
Yahoo, por su parte, con información de la agencia Reuters (véase a continuación), citaba que “el diseño modificado del ‘Kheibarshekan’ ha reducido su peso en un tercio en comparación con misiles similares”.

Mas, mientras tanto, el mismo día Reuters señalaba en el tercer párrafo de su crónica sobre la noticia que el misil ha sido bautizado como “Khaibar Shekan” (“Destructor de Khaibar”), en “referencia a un antiguo oasis judío denominado Khaibar [y ubicado] en la región de Hijaz, en la Península arábiga, que fue invadido por guerreros musulmanes en el siglo VII”.

A su vez, AP también apuntaba que “se llama ‘destructor de Khaibar’, una referencia a un castillo judío tomado por guerreros musulmanes en los primeros días del islam”.

El diario Jerusalem Post, en tanto, ampliaba diciendo que precisamente el cántico “Khaybar, Khaybar ya yahud” es utilizad a menudo como parte de los cantos antisemitas en la región, “alentando el asesinato masivo o genocidio de los judíos”.

Un cántico que no se circunscribe a Medio Oriente, sino que también se escucha en manifestaciones en Europa:

“‘Los manifestantes antisemitas en Bruselas cantaban ¡‘Khaybar, khaybar, ya yahud! ‘Jaysh Muhammad sa-ya’ud’, o ‘Recordad Khaybar, oh judíos, el ejército de Muhammad volverá a por vosotros’, una referencia a una batalla en la que el profeta Muhammad y sus ejércitos diezmaron una comunidad judía en el año 628, que se ha convertido en un grito de guerra islamista contra los judíos’, dice [un] informe del AJC”.

Una referencia, según el Times of Israel (2021) a cuando los “musulmanes masacraron y expulsaron a los judíos de la ciudad de Khaybar”.

El nombre de un misil – que alude tan claramente a una masacre de judíos – de un país que en reiteradas ocasiones ha amenazado con “borrar a Israel del mapa” es, sin duda, muy relevante.

No para todos.

Algunos, al parecer, se ven más inclinados a jugar a la diplomacia – o ese sucedáneo que consiste en contemporizar con las aspiraciones expansionistas iraníes, las amenazas a Israel, la financiación de grupos terroristas y el despotismo contra sus ciudadanos. Todo, con tal de que, llegado el caso, unos gobiernos puedan firmar un pacto que tiene poco de compromiso y mucho de maquillaje.

Eso, si mal no recuerdo, no era labor del periodismo. Pero, claro, este hace tiempo que no sabe ni encontrarse las manos.

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