Me ha pedido un respetable colega que emita mi opinión sobre el movimiento antivacunas que se extiende por el mundo, llenando con sus comentarios, páginas enteras de las redes sociales que nos comunican, no atreviéndose de entrada a criticar su forma de expresarse y por ende pensar, pues son libres de hacerlo, al ser humanos que comparten con nosotros los problemas que nos aquejan. Pero estos movimientos aparecieron en el mundo, desde cuando Edward Jenner (1749-1823) médico inglés, aprendió en una lechería el sustento de su teoría inmunitaria, al inocular al niño James Phipps de ocho años, materia de una llaga de la mano de Sarah Nelmer, ordenadora de la hacienda que, aunque tenía la enfermedad (viruela), no la expresaba en toda su magnitud. El niño sufrió fiebres los primeros días y luego sano, alistándose para recibir del doctor Jenner, la segunda dosis de viruela humana, y el paciente no sufrió ningún estrago, manteniéndose sano, alistándose para lanzar al mundo científico su teoría que luego se llamó vacuna, al desprender su nombre de las vacas que sirvieron de sostén al experimento del científico.
Fue Louis Pasteur (1822-1895) químico francés, quien prosiguió esta interesante senda científica, llena de críticas y sinsabores, produciendo la primera vacuna desarrollada en laboratorio, protegiendo a pollos de una terrible enfermedad que atacaba a esa especie y naturalmente a humanos, denominada “cólera”, enfermedad que fue la causa de millares de muertes y que llena la historia de la medicina con sus relatos. Aquí también, un prodigioso olvido de uno de sus ayudantes permitió que, al mes de recibir la primera dosis, los pollitos, recibieron la segunda descarga de la bacteria “Cholera”, deslumbrándonos el científico de que los pollos no desarrollaran la enfermedad, iniciando una larga cadena de experimentos con otros patógenos que deslumbró a la ciencia con sus resultados, siendo el principal soporte sobre la eficacia de las vacunas a la humanidad. Estos dos hechos concluyentes y básicos, sufrieron sendas reacciones negativas de propios y extraños, ambos desarrollados en animales, concluyendo que, el mundo de siempre, poblado por humanos, está sujeto a estas disparatadas conclusiones, llenas de pasión, enfrentamientos, dislocaciones y la mayoría, carentes de sustento científico, que dislocan el sano objetivo de la ciencia.
QUE BUENO QUE HAY ALGUIEN COMO USTED QUE TIENE EL VALOR Y LA HISTORIA DE PUBLICAR QUE LAS VACUNAS SI SIRVIERON Y SIRVEN