Más que treinta años han pasado desde que mi libro “Paisaje Sin Terreno” fue publicado en México. También, un artículo basado en los conceptos del libro salió en una revista de mucho prestigio de cultura e ideas. El tema de este libro y de este articulo era “los efectos de la tecnología moderna sobre los medio ambientes vivenciales y los efectos de estos medio ambientes transformados sobre la conducta humana”. Saqué mis teorías desde mis propias observaciones de la conducta de la gente que vivía en las diferentes colonias del DF. México era una ciudad de “parches” de colonias muy diversas: desde muy viejas a muy nuevas y de muy primitivas a muy modernas. Me daba cuenta que algunos aspectos de conducta variaba mucho según la colonia, según el espacio vivencial. Mis observaciones no se basaban en experimentos formales, sino solamente en observaciones pasivas del flujo de la humanidad en la capital. Unos experimentos no podían recrear la espontaneidad que era necesario para observar como la gente se comportaba en sus vidas cotidianas.
Al estar convencido de la veracidad de mis observaciones, empezaba a explorar unas teorías que ligaban juntos los fenómenos disparejos que percibía. Desarrollé un modelo teórico que, en mi opinión, llegaba a dar una explicación de los cambios sociales que se presentaban en los años sesenta y setenta en mucho del mundo moderno y que siguen evolucionando hasta la fecha.
Viví en México desde 1972 hasta 1982. Antes de salir del país, escribí otro libro sobre el mismo tema que mi editorial iba a publicar antes de que viniera la gran devaluación; después ya no se pudo publicar. Regrese a mi ciudad natal, Chicago, donde la vida intervenía en mis escrituras, y no podía escribir mucho aparte de una conferencia que di para la Universidad de Loyola sobre los efectos de la computadora en los estudiantes. Ahora, tengo más tiempo para volver a reflexionar.
Ha habido muchos cambios en el mundo moderno en los últimos treinta anos, pero los cambios siguen en la misma trayectoria que se estaban empezando a impulsar, cuando yo estaba haciendo mis observaciones para mi primer libro. La razón por la que quiero seguir escribiendo sobre estos cambios es porque tienen algunos efectos muy nocivos para la esencia de nuestra humanidad. Para mi, es muy importante nombrar los cambios, y entenderlos, para que, al fin, nos podamos encontrar unas vías para lidiar con ellos.
Los seres humanos somos parte de “medios ambientes” en los cuales obramos recíprocamente con otros entes complejos en el proceso de sobrevivir. Hasta la época industrial, el ente principal “no-humano” con el cual habíamos obrado recíprocamente era el animal no-humano. Todavía se encuentra esta relación en las “sociedades preliteratas”.
La actitud del ser humano en sociedades preliteratas hacia los animales ha sido una de respecto y cooperación El hombre preliterato es como el animal, solamente mata según sus necesidades básicas. Además, el ser humano preliterato entabla una relación compleja con el espíritu de un animal que toma la forma de un “tótem”. Para Freud, el tótem era una figura en la cual una persona podía proyectar unos deseos y sentimientos prohibidos con respecto a los papás. Pero hay otro significativo para el tótem que relaciona con la sobrevivencia en el mundo externo. La persona preliterata no tiene mucho control sobre el mundo natural en que vive. Es vulnerable a los aspectos ásperos del tiempo y a los animales salvajes. Si el ser humano puede formar una alianza con un animal de tótem, una alianza en la cual el hombre puede compartir en su mente los rasgos especiales que tiene el animal, a través de un parentesco hipotético, el hombre tendrá los rasgos fuertes de dos animales y no solamente los rasgos del ser humano. Por ejemplo, si el león es el tótem, el hombre agarra la fuerza del león.
Al compartir las cualidades de un animal, el animal esta puesto en el papel de un modelo para la persona. Y en el proceso de usar el animal como modelo, el ser humano psicológicamente capta algo de la energía primitiva del mundo natural, un mundo del cual la persona se ha evolucionado a través del desarrollo de su conocimiento. El ser humano usa sus capacidades cognoscitivas para volver a establecer una conexión fundamental con el mundo de la naturaleza, del cual se ha separado en un sentido por su conocimiento desarrollado. Se profundiza en los patrones de conducta del animal totémico, y trata de captar su forma de pensar, lo que aparece en cuentos, canciones artesanía. El animal totémico es una conexión con la naturaleza que, a la vez, es una protección en contra de los aspectos negativos de la naturaleza. Por el hecho de que esta separado por su conocimiento superior, pero todavía vive en condiciones relativamente primitivas que no le eleva mucho de la naturaleza, el ser humano preliterato usa sus relaciones totémicas como una vía para lidiar con su vulnerabilidad, su perecederabilidad. El usa su animal totémico como un modelo para su sobrevivencia en contra de los peligros del mundo natural, del cual físicamente todavía es una parte.
El ser humano moderno vive en un mundo de su propia creación donde el cree que vive relativamente libre de los elementos que provocaban la vulnerabilidad y la perecederabilidad de sus antecesores y de los tribus preliteratos de hoy. A través de los siglos, la tecnología se ha ido evolucionando hasta que ahora crea unos medio ambientes completamente ajenos a los medio ambientes de los antecesores y los tribes preliteratos.
Hoy día, el cuadro aceptado en nuestro pensamiento es de un hombre que tiene un gran dominio sobre la naturaleza. No es un dominio perfecto, pero es un dominio suficientemente completo para que la mayoría de la gente pueda dar sus espaldas a la naturaleza y enfocarse en sus vidas dentro de los medio ambientes tecnológicos. La mayoría de los peligros percibidos que existen hoy, como la contaminación de diferentes índoles, puede estar incómoda y provocar peligro a largo plazo, pero generalmente no son unos peligros agudos que amenazan repentinamente. Sin embargo, son unos peligros que permiten la reflexión y la plantación con calma.
Entonces ¿por qué se puede preocupar a cerca de esta situación? Nosotros pensamos que, al elevarnos más allá de la naturaleza y una vida más primitiva, nos hemos transformado en una raza trascendente y única. Pero se puede concluir que, de la misma manera que nos identificamos con los animales totémicos que servían de modelos y de los cuales adoptamos algunos rasgos, ahora tenemos nuevos entes totémicos que también nos apoyan y nos influyen profundamente en cuanto a conducto y a sentido de mismidad. Distinto de las sociedades preliteratas, no hay ceremonias formales que indican nuestras nuevas identificaciones. Los nuevos entes son demasiado nuevos, y todavía nuestras nuevas identificaciones son inconscientes. Sin embargo, nuestros nuevos tótems nos infunden con una intensidad semejante a la intensidad de los animales totémicos. Nuestros nuevos tótems no son vivos y, por ahora, no tienen sentidos de mismidad, pero son capaces de conducta muy compleja. ¿Qué son? Son las computadoras, los nuevos teléfonos, los juegos videos y todos los otros aparatos electrónicos que nos rodean hoy día. Y también, cada vez más, son robots. Todos estas entes tienen unas influencias sutiles que distorsionan nuestra humanidad. Y con esto, empezamos nuestros cuestionamientos.
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