Este jueves 13 de marzo por la noche comienza la festividad de Purim, y Jabad Argentina ofrece múltiples opciones para que todos puedan participar en la celebración escuchando la historia de Ester y recibiendo Mishlóaj Manot. Habrá lecturas de la Meguilá en espacios públicos. Toda la información sobre puntos de encuentro y horarios se encuentra en PurimArgentina.com.
El rabino Tzvi Grunblatt cuenta lo que pasó en Purim, una fiesta de 2.500 años. “Es de las fiestas más alegres de nuestra comunidad”, explica el religioso.
Escuchamos la Meguilá para recordar que, aunque en la antigua Persia Hamán intentó aniquilar al pueblo de Israel, seguimos en pie y lo estaremos por siempre. Los cuatro preceptos de Purim son: escuchar la Meguilá (historia de Ester), enviar Mishlóaj Manot (paquetes con alimentos y bebidas listos para el consumo) a los amigos, ayudar a personas necesitadas (Matanot Levionim) y realizar un banquete festivo.
La historia que recuerda el Purim
Todo comenzó en la antigua Persia, en el siglo IV AC. En ese tiempo, el Santo Templo de Jerusalén llevaba ya 50 años destruido, y los judíos vivían bajo el dominio del poderoso Imperio persa, que abarcaba 127 provincias.
Tres años después de que el Rey Asuero ascendiera al trono, y sintiéndose seguro en su poder, organizó una celebración grandiosa: una fiesta que duró 180 días para todos sus súbditos. Al concluir esta fastuosa gala, ofreció otra más pequeña, de una semana, para los residentes de Shushan, la capital. Mientras tanto, en el área femenina del palacio, su esposa, la Reina Vashti, realizaba un banquete para las mujeres de la ciudad.
En el séptimo día de la festividad, con el ánimo exaltado por el vino, Asuero ordenó que Vashti se presentara ante los asistentes para exhibir su belleza. Sin embargo, ella se negó rotundamente. Siguiendo el consejo de su asesor Memujan, Asuero decretó su ejecución.
En la búsqueda de la nueva reina
Tiempo después, cuando la furia de Asuero se disipó, sintió la ausencia de una esposa. Sus consejeros le sugirieron organizar un concurso de belleza, donde se reunirían las mujeres más hermosas de todas las provincias. Aquella que conquistara su corazón se convertiría en la nueva reina.
En Shushan vivía Mordejai, un líder judío, quien había criado a su joven prima Ester, huérfana desde niña. Aunque ella no deseaba participar, fue llevada por la fuerza al harén del rey. A diferencia de las demás candidatas, que se embellecían con perfumes y ungüentos, Ester no hizo ningún esfuerzo por resaltar. Sin embargo, cuando se presentó ante Asuero, este quedó cautivado de inmediato y la proclamó reina. Siguiendo el consejo de Mordejai, Ester mantuvo en secreto su origen judío.
Mordejai al rescate
Poco después, Mordejai descubrió un complot para asesinar al rey. Sin dudarlo, informó del plan, y los traidores fueron ajusticiados. Este acto heroico quedó registrado en las Crónicas Reales, aunque en aquel momento no recibió recompensa alguna.
Haman, un alto funcionario persa y descendiente de la nación de Amalek, enemiga ancestral de los judíos, fue promovido a Primer Ministro. En su nuevo cargo, exigió que todos se inclinaran ante él. Mordejai, fiel a su fe, se negó, lo que despertó la ira de Haman. Determinado a vengarse, convenció al rey de aprobar un decreto que ordenaba el exterminio de todos los judíos el 13 de Adar, a cambio de una gran suma de dinero. Asuero accedió sin objeciones.
Al enterarse del decreto, Mordejai vistió ropas de luto y envió un mensaje a Ester, pidiéndole que intercediera ante el rey. Sin embargo, presentarse sin ser convocada significaba la muerte, a menos que el rey extendiera su cetro dorado. Ester dudó, pero Mordejai le recordó que su posición podría haber sido designada para este preciso momento. Finalmente, accedió y pidió a los judíos de Shushan que ayunaran tres días en preparación para su encuentro con el rey.
Al cabo de tres días, Ester se presentó ante Asuero, quien, complacido, extendió su cetro y le preguntó qué deseaba. Con astucia, Ester lo invitó a un banquete junto con Haman. Durante la cena, volvió a postergar su petición, pidiéndoles asistir a un segundo banquete al día siguiente.
Haman, henchido de orgullo por la invitación, se sintió aún más insultado al ver que Mordejai seguía sin inclinarse ante él. Por consejo de su esposa y amigos, mandó construir una horca para ajusticiar a Mordejai al día siguiente.
Durante el segundo banquete, Ester finalmente reveló su identidad judía y denunció el plan genocida de Haman. Indignado, Asuero ordenó su ejecución en la misma horca que había preparado para Mordejai.
A pesar de la muerte de Haman, su decreto seguía en vigor. Como la ley persa impedía revocar un edicto real, el rey autorizó a Mordejai y Ester a emitir un nuevo decreto: los judíos podían defenderse de sus enemigos. En el día señalado, los judíos derrotaron a quienes intentaron atacarlos. En Shushan, la batalla se extendió un día más, culminando con la ejecución de los diez hijos de Haman.
En conmemoración de esta victoria, Mordejai y Ester establecieron la festividad de Purim. Se trata de la festividad más alegre del calendario judío, marcada por el recuerdo de la salvación y la alegría del pueblo.
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