Los partidos políticos sin legitimidad (2a. Parte)

Por:
- - Visto 1190 veces

El Partido de la Revolución Democrática (PRD) es quizá el más cuestionado en el ámbito político por falta de coherencia en sus postulados ideológicos, arraigados en un izquierdismo intolerante obsoleto y violento y por una intensa lucha interna por el poder entre las diferentes «tribus» que lo integran; por lo demás, el PRD se ha convertido en el «depósito de desechos» de miembros de otros partidos, que se sienten resentidos porque en estos últimos, por diversas razones, ya no se les dio la oportunidad de seguir «grillando», en este sentido diferentes politólogos consideran que el PRI experimenta una especie de «refundación» en el PRD. Ciertamente los principales líderes «morales» del PRD provienen de un PRI viciado, corrupto y antidemocrático, prácticas que sin titubeos vuelven a repetir, y aún a superar en el PRD ante los exelectores del PRI, un partido anquilosado y la desilusión frente al Partido Acción Nacional (PAN) que parecía ser una alternativa democrática real en el PRD se encumbró en el 2006 como la segunda fuerza política obteniendo la votación más elevada de su historia, 15 millones de los electores, 35.0% del total; Francisco Calderón se impuso a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por sólo un poco más de 200,000 votos y ganó la presidencia.

A pesar de que AMLO con su «gobierno legitimo» y su Convención Democrática ha querido reventar la institucionalidad a través de sus órdenes a gobernadores, presidentes municipales y legisladores del PRD, éstos se ajustan paulatinamente a las reglas institucionales vigentes de la política formal, manteniendo canales de interlocución y comunicación con la administración de Felipe Calderón, y así evitar con la ruptura, su marginación de la vida política. La figura de AMLO se ha «desdibujado completamente, con su actitud desgastada le puso una máscara de oxígeno al PRI para que desde su posición de tercera fuerza electoral, prácticamente se convirtiera en el factor clave de interlocución para la toma de decisiones en el Congreso».

Un AMLO ardido y con un elevado grado de autoritarismo descalifica a todo el mundo, lo que lo aísla más de este último. En retrospectiva grupos reducidos de la sociedad aceptan la resistencia civil, callejera y golpista de AMLO que a nadie benefició y desprestigio a su partido y a las instituciones. La alianza que el PRD formó con otros partidos pequeños para competir en las elecciones presidenciales y que después transformó en una coalición en el Congreso (Frente Amplio Progresista), en el presente sólo es una entidad de membrete porque AMLO con sus protestas, bloqueos y falta de propuestas ha echado a la borda su capital político que no era nada despreciable. Las fisuras en el Frente son evidentes; en las elecciones de Yucatán, Zacatecas, Michoacán y Baja California y otras entidades ha participado dividido.


Las encuestas internas y externas consignan un gran deterioro de la imagen pública de AMLO y un creciente rechazo al PRD. El ciclo de AMLO aparentemente concluyó, «su bandera de fraude electoral continua en la agenda de sus quejas, empero, no las disputas reales del poder, su figura es sólo referente y simbólica». Las ambiciones desmedidas de AMLO por alcanzar el poder, se ha presentado como un ser indestructible, lo han llevado a una paranoia que lo aleja de la gente, misma que cada vez más lo percibe como un oportunista político. AMLO se encuentra ya muy lejos del camino para instrumentar su programa alternativo en el 2012.

El PRD está en crisis y por ello pudiera tener que pagar un alto precio en las próximas elecciones intermedias del 2009. Si el PRD quiere resurgir tiene que terminar con el caudillismo de AMLO y definir claramente su visión de partido político.

En el contexto de la falta de identidad y legitimidad de los partidos políticos de México, el PRI manifiesta una situación dual; hay momentos que parece resurgir de las cenizas de su desprestigio, y otros, en los que se le percibe totalmente hundido en el fango de la demagogia y la corrupción y a sus jerarcas se les califica de «decrépitos gerentocráticos». El entonces saliente presidente del PRI expresó en marzo pasado, «en el PRI nos confrontamos internamente, no convencimos a la sociedad, nos desdibujamos en lo ideológico y nos perdemos en lo pragmático». Se considera que el PRI quedó relegado al tercer lugar en las elecciones presidenciales del 2006 por la fragmentación en su estructura, la ausencia de cuadros de relevo, las disputas internas, la falta de liderazgo partidario y de una plataforma ideológica; aunque el PRI pasó a ser oposición en el 2000 ante la pérdida de la Presidencia, su declive se inició en los ochentas luego de las crisis económicas; en 1986 con el éxodo de la corriente democrática «se inició una sangría de militantes que aún persiste».

Hoy día el PRI padece graves deficiencias ideológicas que lo han conducido al descrédito y a un proceso de descomposición, sin la Presidencia ha perdido un sustento fundamental que le indicaba por donde navegar. Sin las directrices del Presidente, se han multiplicado las pugnas internas; con una presidencia fragmentada en el poder con los gobernadores priistas se complica la gobernabilidad interna; los tradicionales tres sectores del PRI: obrero, campesino y popular han quedado reducidos a meros membretes, sus líderes tienen poca o ninguna ascendencia.

Ante la falta de un verdadero liderazgo han surgido, numerosos cotos de poder que no permiten la cohesión institucional y frenan toda transformación, empero, además, el PRI pretende realizar esta última «con definiciones y procedimientos anacrónicos». El PRI se debate internamente entre fuerzas, muy diversas que no logran configurarlo y definirlo; hasta ahora ese partido ha fracasado en sus esfuerzos por «refundarse», aferrándose sus miembros a las viejas prácticas de control, sin entender que lo que en el presente se requiere es de «eficiencia política».

Con la redistribución del poder en el sistema, el PRI ha pasado de ser la primera fuerza política del país a ser la tercera; no obstante, ese instituto es el interlocutor más importante del gobierno Federal, y un factor vital en la gobernabilidad para el gobierno; el PRI es un factor vital para la aprobación de las reformas que México necesita.

En este contexto, el PRI intenta recobrar parte del terreno perdido tomando dos banderas que utilizó el pasado; en competencia con el PRD defender las grandes causas sociales y el nacionalismo que «conjuga libertad, igualdad y la democracia y que es base para interactuar en un mundo globalizado sin pérdida de identidad, soberanía e independencia de la nación». Así, el PRI se aleja del neoliberalismo que dejó estabilidad al país, empero, muy pocos votos, es decir, que contempla retomar el modelo de una economía mixta con la rectoría de un Estado fuerte (no grande) que regule y equilibre al mercado; sin embargo, no es fácil que en la práctica el PRI modifique sus antecedentes de autoritarismo, censura y corrupción. Con un aparente perfil modernizador, la actual dirigencia del PRI no es tan diferente del viejo PRI. Por lo demás, al no tener claro un proyecto ideológico, no existe la disciplina partidista; más bien, se observa indisciplina que tensa y debilita las relaciones ínter partidarias prendiéndose constantemente focos rojos que amenazan la estabilidad del partido y del propio sistema político.

En el Partido Acción Nacional (PAN) al igual que en el PRI y el PRD, principalmente, existe un creciente divisionismo entre sus miembros y entre estos y el Ejecutivo que emana de ese partido; constantemente sus afiliados manifiestan cuestionamientos sobre sus postulados ideológicos. Los conflictos internos en el PAN cobraron fuerza desde la campaña presidencial de Vicente Fox (VF) quien aparentemente utilizó a ese instituto «como una suerte de franquicia para triunfar en la batalla, montado en su carisma».

El PAN ha vivido una contradicción entre sus principios liberales y los limites a la intervención del Estado y la ideología tradicional de la derecha; VF se desmarcó de ambas posiciones, asumiendo actitudes populistas que lo llevaron a enfrentar a su partido. Por lo demás, al PAN se ha agregado gente «extraña», oportunistas de otros partidos que se afilian a él para obtener cargos o postulaciones. Igualmente VF generó un mayor divisionismo en el PAN desde el inicio de su gestión en virtud de que en la formación de su gabinete limitó la entrada de panistas lo que creó descontento entre estos últimos y se generó un entorno de confrontación permanente con los legisladores panistas y no panistas. La confrontación de VF se ha extendido al presidente Felipe Calderón (FC), quien está sometido al «fuego amigo (Manuel Espino, líder Nacional del PAN y amigo de VF) y de los enemigos»; de aquí que FC busque con vehemencia que su partido, el PAN, acate los dictados de su gobierno para mantener una gobernabilidad básica y a la vez influir en la designación de gobernadores y legisladores, entre otros funcionarios y representantes populares. Así, FC trata de volver al concepto priista del «Presidente de la República como jefe máximo del partido en el poder»; el riesgo de esta expresión es que si el PAN pierde su autonomía del Estado y del gobierno, «entonces habrá que pagar el costo político en las urnas porque la sociedad quedó harta del partido en el poder como apéndice de los caprichos del gobernante en turno». En este sentido, Manuel Espino representa la desarticulación del vínculo gobierno partido, de aquí las crecientes disputas entre la dirigencia nacional del PAN y el gobierno de FC; contra lo que difunden los medios de comunicación, las fisuras entre el PAN y el Ejecutivo, ya están afectando la imagen pública de FC, empezando el desencanto de la sociedad.

La gente cada vez más cobra conciencia, al igual que en la administración de VF, que el PAN no parece ser una alternativa real al hartazgo priista, sobre todo porque en el fondo aún no está preparado para ser oposición, de aquí que el PAN precise transitar de un partido de elite a uno de masas; gobernar en un ámbito político globalizado y con alta crispación; tendrá que renunciar parcialmente a sus valores social – cristianos para mantenerse en el poder, lo que implica, entre otras cosas, que sea un partido mas flexible y centre a sus grupos conservadores de la derecha.

En este contexto, se considera que para que el ambiente político de México mejore, FC debe realizar un esfuerzo más contundente para transmitir su proyecto nacional y cuales son las estrategias a seguir y así evitar una mayor polarización de las fuerzas sociales y de los poderes fácticos, si no lo logra, la ruptura social puede traer un descontento generalizado en la República y derivar acciones represivas de la autoridad.

Acerca de León Opalín

De nacionalidad mexicana, estudió Economía en el ITAM, logrando además una maestría en la Universidad Hebrea de Jerusalem y diplomados en el Instituto Español de Turismo así como en el Británico. También ha realizado estudios sobre comercio internacional en Holanda.Pertenece y es reconocido por varios institutos y universidades importantes de México y el extranjero y su incursión en las letras inició en temas económicos y finanzas en el periódico Financiero y la revista ANIERM. Por muchos años ha sido colaborador de "Foro" y asesor de varias compañías. Sobre las materias que domina, sigue dando conferencias en planteles y universidades.

1 comentario en «Los partidos políticos sin legitimidad (2a. Parte)»
  1. bueno primero k nada k AMLO ya acepte su derrota no conoce el valor de RESPETAR al menos el es un politico y debe de dar el ejemplo a su gente esa gente k lo sigue pero cada vez decepciona mas el pueblo méxicano.
    yo soy una alumna de secundaria y este señor AMLO da verguensa por la actitud k toma ante la derrota señor ya madure ya PERDIO y por LA DECISIÓN DEL PUEBLO o almenos por la gran ´mayoria. usted es una decepcion para la politica de MÉXICO.
    Y espero k la politica en este país mejore por k es una verguensa

    Responder

Responder a bonbon Cancelar Respuesta

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: