Los refugiados

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De acuerdo al calendario de la ONU, ayer se celebró el Día Mundial del Refugiado. Los refugiados y otras personas desplazadas son víctimas de sucesos que escapan a su control como la persecución por motivos étnicos y religiosos, conflictos armados y las violaciones de derechos humanos. Factor importante que afecta a la seguridad nacional como a la política mundial, el fenómeno de los refugiados se ha dado desde hace miles de años. Textos escritos hace 3 mil 500 años, durante los grandes imperios del Oriente Medio hablan ya de la migración de los pueblos hititas, babilonios, asirios y los egipcios antiguos. Miles de años después, millones de judíos huían de la brutal carnicería emprendida en contra de ellos por la Alemania nazi y en épocas más recientes tenemos el ejemplo del año 1999, cuando más de un millón de personas huyeron de Kosovo, Timor Oriental y Chechenia. En pleno siglo 21, el desplazamiento forzado sigue siendo motivo de preocupación para la comunidad internacional. Ahí los casos de sirios, libios, kenianos y saharauis.

La Convención de Refugiados de 1951 explica que un refugiado es una persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país”.

Como fenómeno de la humanidad, los refugiados y la migración han traído transformaciones culturales importantes y esenciales para todos los pueblos del mundo. Rechazados por muchos, los refugiados se han fusionado con distintas culturas.


Pero hoy día, los patrones globales de migración se han vuelto cada vez más complejos. Existen no sólo de los refugiados, sino también de millones de inmigrantes económicos que huyen y deciden mudarse con el fin de mejorar su futuro.

México siempre había tenido una tradición solidaria para recibir a solicitantes de asilo y refugiados. Los asilados españoles durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas, los refugiados chilenos que huyeron después del golpe de Estado de Pinochet contra el régimen democrático de Allende el 11 de septiembre de 1973, y la llegada de 46 mil refugiados de Guatemala que huían de la guerra civil.

Hoy vivimos una realidad muy diferente que podría calificarse de atroz. Los cientos de miles de migrantes centroamericanos que buscan mejorar su calidad de vida y que usan a México como el nuevo mar Rojo que cruzó Moisés junto a los judíos en el éxodo de Egipto, se suman a los más de 300 mil mexicanos que buscan en los Estados Unidos una oportunidad que no encuentran en su país. Pero las vejaciones que viven son un verdadero infierno. Desde la coacción, hasta prácticas abiertamente criminales, como su entrega a bandas delincuenciales que cobran rescate por la libertad de las víctimas o que de plano las integran por la fuerza a sus actividades criminales. Hechos tan escandalosos y deshumanizados como el de San Fernando, Tamaulipas, nos hablan de un país que clama por la apertura en el norte pero que trata inhumanamente a los del sur. Son golpes de pecho que sucumben ante la discriminación de nuestros propios refugiados que insisten en perseguir su sueño de libertad económica en una oda al espíritu imbatible. 12 millones de mexicanos viviendo en los Estados Unidos son el mejor ejemplo de ello. Ante ellos la frivolidad de frases demoledoras hablan más que cualquier acto: “Los migrantes mexicanos hacen trabajos que ni siquiera los negros quieren hacer” (Vicente Fox).

Hemos inventado banderas y líneas fronterizas para discriminar o como escudos absurdos, olvidando que el mundo entero debería ser el hogar para vivir fraternalmente. En este Día Mundial del Refugiado dirijamos nuestra mirada hacia ellos y celebremos su coraje y su fuerza. Recordemos que no abandona su tierra quien quiere, sino quien desesperadamente no tiene otra salida y quién sabe, quizás un día, usted y yo podríamos estar en la necesidad de tocar la puerta de un extranjero buscando encontrar un lugar seguro para después reclamar respeto de todos los expatriados del mundo.

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