Los restos de Cervantes

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En vísperas del cuarto centenario de su muerte el hallazgo de algún vestigio del ingenioso hidalgo don Miguel de Cervantes Saavedra está al alcance de la mano.

Si encontrar una aguja en un pajar es labor de magos, encontrar sus huesos es el desafío más complicado al que se enfrentan hoy los mejores especialistas del mundo, con instrumentos científicos ultramodernos para llegar al fin anhelado desde hace siglos.

Don Luis Avial, director técnico de la empresa Falcon High Tech, que forma parte del grupo de investigadores encabezado por don Francisco Echeverría al frente de 10 forenses, revela a Patricia Alvarado, corresponsal mexicana de Radio Centro en España, que se parte de una certeza: los restos de Cervantes están en el Convento de las Trinitarias, en Madrid, fundado en 1612.


“Don Miguel de Cervantes, rescatado de su cautiverio en Argel por las Trinitarias, guarda con esa orden una relación muy especial y, aunque hidalgo pobre, le dan el honor de ser enterrado ahí en 1616, no obstante ser panteón exclusivo del convento”, afirma Avial.

En 1870 Mariano Roca de Togores, Marqués de Togores, por encargo de la Real Academia Española dictaminó: “No era costumbre llevar fuera los restos de enterramientos”. Coincide en ello el historiador Fernando del Prado: “Si bien pudieron ser exhumados, no fueron sacados en ningún momento del recinto monacal madrileño”.

La manzana del convento, dos cuadras al sur del actual Hotel Palace, tiene tres mil metros cuadrados, pero la zona de búsqueda es de solo unos 500 a 600 metros cuadrados, según Avial: “Es un monasterio de clausura que sigue en uso y no hay constancia de enterramientos más que de monjas cuya labor contemplativa no debe ser molestada, lo cual complica nuestro trabajo. A través del geo radar y de termografía hemos detectado cuatro zonas de enterramientos de diferente constitución; una de ellas es una cripta con 33 cadáveres, llena de material osteológico, según lo verifica muy claramente el radar”.

Agrega Avial: “He trabajado mucho con el profesor Echeverría, autor de las autopsias de Salvador Allende, Pablo Neruda, Víctor Jara y restos en más de 100 fosas en la guerra civil española. Nos descubrió las características de estos niños asesinados en Córdoba que los forenses habían confundido con animales; es decir tiene una experiencia enorme al frente de un equipo de nivel increíble de expertos en todas las áreas forenses, patológicas y clínicas. Al instante van a descartar huesos de niños, mujeres, hombres jóvenes y se van a quedar con 2, 3 o 4 materiales óseos con características especiales de Cervantes, concomitantes con los presumibles efectos del plomo arcabucero que dañó su esternón en la batalla de Lepanto en 1571, o de la atrofia que afectó su mano izquierda, las mandíbulas, los dientes “no tiene sino seis” (dijo Cervantes) y el problema de la espalda, además su edad, unos 70 años; no va a haber muchos cuerpos para comparar, por lo tanto en ese aspecto yo soy muy optimista; es decir, si Cervantes está ahí, muy rápidamente el profesor Echeverría y su equipo van a poder individualizarlo. Luego tendrán que hacer todas las pruebas forenses necesarias, incluido posiblemente el ADN, pero en principio, lo que es descartar el resto, va a ser relativamente rápido. El ADN será un problema porque no quedaron descendientes directos. En eso hay cierta controversia: una hermana de sangre, Luisa de Saavedra, monja, está enterrada en Alcalá de Henares; habría posibilidades de comparar ese ADN, que no es lo más importante del análisis forense, pero queda la opción. Tampoco se descarta el cotejo con los de un panteón en la Catedral de Lugo perteneciente al linaje de los Saavedra, presumiblemente emparentados con Cervantes. Su nicho puede ser vecino del de su mujer, Catalina de Salazar. Muerta poco después era lógico que la enterraran junto”.

El radar prueba enterramientos: hay huecos. “Los difuntos pueden haber sido removidos pero, por estricto respeto a la religión, siempre en el recinto conventual, por lo tanto nunca los hubieran tirado. Entonces, en cualquiera de esas opciones localizables serán marcados donde están y analizados en su momento”, dice el señor Avial.

Termina: “Van a ser intervenciones absolutamente quirúrgicas, esa es la ventaja fundamental del trabajo previo que hacemos con georradar y termografía. Las autoridades no te dejan hoy, en un edificio tan protegido patrimonialmente y con la dificultad añadida de ser convento de monjas de clausura, entrar como un elefante en la cacharrería”.

Pronto sabremos más en torno a la muerte y sepultura de un hombre, al fin y al cabo, inmortal.

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