Con un rico chocolate caliente suizo en mano y el lago Lemán a mis pies, recargándome en el barandal de mi terraza, respirando el aire puro de Suiza, dejando que mis ojos vaguen por las montañas y sus picos nevados a la distancia, deslumbrándome con su belleza majestuosa, me enamoré de Montreux.
En momentos mágicos como este me pierdo en ese seductor estado de animo que enamoró a tantos artistas y me percato de la razón por la cual Charlie Chaplin eligió pasar sus últimos 25 años en las colinas de Vevey, porque Freddie Mercury inmortalizó el lago rodeado por los picos de Le Grammont en la portada de su álbum “Made in Heaven”, porque Igor Stravinski compuso “The Rite of Spring” en Montreux, o que Prince declaró su amor por Lavaux en una canción que lleva el nombre del famoso viñedo en terrazas, que también es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En este artístico, elegante y pintoresco destino me hospede en el lujoso e icónico Grand Hotel Suisse Majestic, a orillas del lago de Ginebra. Este es un auténtico pedazo de paraíso que ha atraído a muchos escritores y viajeros en busca de belleza, tranquilidad e inspiración.
El Grand Hotel Suisse Majestic es la combinación ideal de lujo clásico y diseño moderno. El hotel es en todos los sentidos representativo de la Belle Epoque, un período que ha marcado una cierta forma de vida en esta zona tan hermosa de Suiza.
Sus coloridas y contemporáneas suites tienen impactantes vistas al lago, con sus terrazas acercándonos a esta fuente de vida y belleza que ha enamorado a tantos artistas y personajes históricos.
Este divino hotel forma parte de la Autograph Collection de Marriott, que está conformada por hoteles auténticos y únicos – espacios ‘de autor’ que nos invitan a ser partícipes en lo más singular de los destinos donde se encuentran. Con su inmejorable ubicación y envidiable estilo de vida, el Grand Hotel Suisse Majestic es un portal a la magia y a las maravillas de Montreux.
Cada instante de mi estancia aquí fue un recuerdo constante de la pasión y la creatividad que llevó a la creación del vigorizante y vibrante ambiente que me rodeaba.
En Montreux visité el impactante castillo de Chillon. Esta joya historica está situada en el extremo oriental del lago, en la estrecha orilla entre Montreux y Villeneuve, que da acceso al valle alpino del Ródano.
La historia del castillo está marcada por tres grandes períodos: los de la familia Saboya, los alguaciles de Berna y el cantón de Vaud. La isla rocosa sobre la que se asienta el castillo constituía tanto una forma de protección natural como un posicionamiento estratégico para controlar el paso del norte al sur de Europa. El castillo tomó la forma ovalada de la auténtica isla sobre la que fue construido. Visitarlo es tomar un viaje en el tiempo.
Al caer la noche me dirigí al excelente restaurante La Rouvenaz. Un espacio acogedor sencillo y muy práctico en el centro de Montreux, con vistas al lago, aquí degusté platillos tradicionales suizos. Con un ambiente relajado y decoración única, y con sabrosa cocina tradicional según las estaciones, este fue el ideal portal a lo más fascinante del un mundo sensorial culinario de Montreux.
Artículos Relacionados: