Marcel Marceau, el mimo que salvó a cientos de niños judíos durante el Holocausto

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Un hombre lleva la cara pintada de blanco. Sus cejas están pintadas de negro, el mismo color de las dos “gotas” que están cerca a sus ojos y del borde de sus labios rojos y del sombrero negro que lleva puesto en su cabeza, decorado con una flor. Viste una camiseta de rayas blancas y negras, cubierta por un suéter gris, y un pantalón blanco. Ejecuta un par de movimientos con su cuerpo. Sus gestos hablan, pero nunca pronuncia ni una sola palabra. No es Chaplin, es Bip, el mimo que dio la vuelta al mundo con sus historias sin habla. “Bip es un personaje que pasa de la realidad a la fantasía”, decía Marcel Marceau, el hombre detrás de aquel mimo.

Y aunque no se trata de Chaplin, el protagonista de Tiempos Modernos lo encaminó hacia la actuación. Entonces, cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial decidió estudiar arte dramático en la escuela de un actor de teatro francés llamado Charles Dullin, quien también fue su maestro, al igual que Étienne Decroux, el hombre que se interesó por el “mimo corporal”.

Gracias al talento que demostró terminó actuando en el cine. De su paso por la pantalla grande quedaron cortometrajes como In the park, Pantomimes y First Class y diferentes películas como We called him Robert, Shanks y La última locura de Mel Brooks, entre otras. En la última cinta muda, vemos a Marceau entrando a una habitación y después haciendo un esfuerzo con su cuerpo para contestar el teléfono. Cuando por fin lo logra, un oficial que se encuentra en un hospital acompañado de tres personas más, le pregunta, según lo que dicen los subtítulos, si le gustaría estar en la primera película muda hecha en más de cuarenta años. En ese momento sucede lo que tal vez ningún espectador se hubiera imaginado: el silencio se rompe gracias a su respuesta “¡No!”, la única palabra que se escucha durante el largometraje.


Pero quizá los dotes de actuación que demostró a través de su gag o pantomima, no se comparan con los que tuvo que poner a prueba cuando los años cuarenta se trasladó de Estrasburgo a Limoges. Entonces, como las calles de Francia ya habían sido invadidas por soldados nazis, cuando llegó a su nuevo hogar tanto su hermano como él se cambiaron el apellido judío Mangel por Marceau. La inspiración nació del nombre de un general de la Revolución francesa: François Séverin Marceau-Desgraviers. Y como muchos durante aquella época también perdió seres queridos. Un día, la Gestapo arrestó a su papá, quien fue enviado a los campos de concentración de Auschwitz.

 

Viviendo en Limoges, Alain, hermano de Marceau, y Bip, se alistaron a la Resistencia Francesa, movimiento que luchaba contra la ocupación nazi. Entonces, empleó el silencio y su dedo índice, así como distintos gestos, para entrenar y ayudar a escapar de Francia a niños judíos huérfanos, quienes eran llevados hasta la frontera con Suiza. Fue así como cientos de pequeños se salvaron de las manos de los nazis. Tiempo después, Marceau sería llamado “el poeta del silencio”.

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