Hombre proveniente de las filas de los administradores públicos formados a la sombra de los gobiernos priistas y en su caso específicamente, a la sombra de un personaje ambicioso y controvertido como Manual Camacho Solís, Marcelo Ebrard presentó esta semana su último informe de gobierno.
Indudablemente se trata de una persona inteligente, con una compresión de la compleja problemática de una urbe del tamaño de la Ciudad de México y con una visión moderna sobre los programas y acciones que deberían emprenderse para enfrentar las constantes transformaciones de la vida urbana. Ebrard tuvo además que gobernar incorporando a personajes de las distintas tribus del PRD y por la tanto, ceder a la posibilidad de elegir un equipo de gobierno que aunque diverso fuera más afín a su visión y experiencia en la administración pública.
No se puede decir que se trata de un político de profundas convicciones de izquierda, tampoco es particularmente carismático, ni cercano a los sectores populares y en cambio, es progresista en temas controvertidos como los derechos de las mujeres y de la comunidad lésbico-gay y tiene buena aceptación entre sectores medios donde es frecuente escuchar que si él hubiera sido el candidato de las izquierdas, hubieran votado por él en la reciente contienda electoral.
Su gobierno muestra claroscuros. Supo aprovechar un proceso de maduración de los gobiernos de izquierda en el D.F. para emprender y profundizar una serie de tareas de gran trascendencia para la vida de la Ciudad de México a partir de su propio conocimiento de la misma y de su experiencia previa en la administración pública, cuando fue Secretario de Gobierno del D.F. con Camacho Solís y Secretario de Seguridad Pública con López Obrador.
Es indudable que el Distrito Federal se destaca actualmente como una de las zonas del país en donde la delincuencia organizada no tiene los enfrentamientos violentos que se observan al menos en otros 18 estados. De este modo, si anteriormente existía un temor sobre los riesgos de viajar a la Ciudad de México actualmente muchos jóvenes de la región norte del país están migrando a la ciudad con propósitos de estudio o búsqueda de empleo.
Sin embargo, el efecto de las políticas de seguridad pública es desigual en el territorio del D.F. y se observa una mayor inseguridad en las colonias pobres y una tendencia de las policías a criminalizar a los jóvenes de bajos ingresos y limitar su libertad de movimiento en el territorio de la ciudad. La tragedia del News Divine es un ejemplo emblemático de esa actitud que le costó a Ebrard la salida de su procurador y de su secretario de seguridad pública.
En la encuesta de evaluación del mandatario capitalino realizada por el diario Reforma a principios de septiembre, Ebrard obtuvo una calificación de 7.5 y una aprobación del 85 por ciento entre 130 líderes de opinión consultados. Estos líderes mencionaron como mayores logros del gobierno capitalino las obras del metro y en segundo lugar la cultura y la seguridad pública. Asimismo señalaron como el rubro más reprobable al comercio ambulante.
Comparativamente en cambio, recibió una calificación de sólo 6.6 y el 64 por ciento de aprobación, cuando se consultó a la ciudadanía en general siendo las áreas mejor evaluadas las obras del metro y las obras viales; en tanto que la seguridad pública, el empleo y el comercio ambulante resultaron las peor evaluadas..
Es de destacar la discrepancia entre ciudadanos y líderes de opinión sobre los logros en materia de seguridad pública, lo que posiblemente refleja la desigualdad mencionada en la calidad de los servicios de seguridad que ofrece el gobierno capitalino en el territorio de la ciudad: colonias de ingresos medios y altos bastante protegidas en tanto las de bajos ingresos más desprotegidas y acosadas por un aumento del narcomenudeo, la violencia y los delitos del fuero común, como el asalto y el robo a domicilio.
Ahora bien, respecto de los logros en materia de obras del metro y las viales calificadas positivamente en la encuesta por ambos grupos consultados, el gobierno atendió e l grave problema de movilidad humana que agobia a muchas ciudades del mundo. Ebrard supo equilibrar entre la mejoría de la infraestructura para los automóviles particulares y un esfuerzo sustantivo por ofrecer alternativas de transporte colectivo con la ampliación del metro, del metro-bus y del número de taxis y mediante la renovación del parque vehicular de las RED DE trasporte de Pasajeros (RTP).También promovió otras formas de movilidad en la ciudad como es el programa de eco-bicis e inició el mayor uso de las calles y avenidas por los peatones mediante su cierre permanente o parcial a la circulación de vehículos.
La sombra que queda de estos programas del gobierno capitalino es la poca claridad en los procesos de asignación de las obras y de las inversiones, así como la tendencia a la privatización de los espacios públicos al permitir por ejemplo el cobro de cuotas por transitar en los segundos pisos, como consecuencia del uso de las nueva figura de asociaciones público privadas para su construcción.
Aún cuando habría muchas otras materias a ser examinadas sobre la gestión de Ebrard, no quisiera terminar este breve e incompleto comentario sin señalar dos temas que preocupan para el futuro del D.F. Por una parte, el autoritarismo demostrado por el gobierno capitalino al re-centralizar en la SEDUVI las decisiones en materia de usos del suelo y las decisiones de los planes de desarrollo parcial. Ello, combinado con la segunda preocupación, que es la mayor presencia y el enorme poder corruptor de las empresas inmobiliarias, abren caminos para que el crecimiento de esta gran y compleja ciudad quede al arbitrio de los intereses privados. Frente a ello resulta importante una mayor participación y organización vecinal.
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