Este sábado 25 de agosto, cientos de costarricenses marcharon a favor de la paz, frente a la xenofobia y aporofobia que ha embargado a gran parte de la población, debido a los pasados acontecimientos que se llevaron a cabo el 18 de agosto, contra de la migración masiva de nicaragüenses que han llegado a Costa Rica en los últimos meses, huyendo de las persecuciones y asesinatos perpetrados en el hermano país del norte.
El discurso oficial del actual Gobierno de Unidad Nacional, se ha enfocado en resaltar el hecho de que ésta República democrática, libre e independiente, no debe permitir que se incremente un sentimiento de discriminación y repudio hacia el diferente y desprotegido, a pesar de los inmensos problemas económicos por los que está atravesando Costa Rica, en relación al déficit fiscal que tiene ahogadas sus finanzas públicas, debido a la mala administración de gobiernos pasados, incluida la gestión del ex Presidente Luis Guillermo Solís en detrimento de toda la ciudadanía.
Sin embargo, el malestar de una parte de la población en relación con la crisis económica es latente, a pesar de los esfuerzos en contener a los grupos de manifestantes que han anunciado marchar de nuevo éste 2 de setiembre como “patriotas y sociedad civil”, la cual se encuentra cansada de tanta corrupción y disparidad económico-social de acuerdo con su discurso.
Durante siglos, el Mundo ha sido testigo de los embates que generan las crisis económicas en cualquier ciudad o estado y, los chivos expiatorios que se utilizan para justificar las debacles financieras en cualquier tiempo y lugar, siendo un fenómeno que no respeta nacionalidades y menos, hace diferencia en las condiciones histórico-sociales que conformaron la constitución de un país u otro, más allá de lo que los observadores internacionales puedan apreciar.
Por ello, es necesario repensar la idiosincrasia de una Nación como Costa Rica a través de su historia, principalmente cuando ésta se ve aquejada por un sinnúmero de situaciones que generan más que malestar en la cultura, generan una crisis transversal que afecta a todas y todos, desde la base hasta las cúpulas del poder que por lo apreciado in situ, va a tener que escuchar el clamor no solo de un pueblo, sino más bien de dos, para ser congruente, equitativo y correcto, política y económicamente hablando, siendo éste el gran reto del nuevo Presidente Carlos Alvarado Quesada.
(Especial para el Diario Judío.com de México.)
27 08 2018.
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