Desde que emigró de Bogotá, Colombia, a Estados Unidos a la edad de cuatro años, Mariana Rocha-Goldberg ha aprendido a mantener su identidad mientras alienta la participación cívica en su nuevo hogar.
Como Coordinadora del Camino a la Ciudadanía en El Centro Hispano, utiliza su propia experiencia como inmigrante para guiar a otros en su búsqueda de un lugar en la sociedad y la política estadounidense.
“Muchos dicen que soy más de aquí que de allá, y sí, pero todavía sigo viviendo la cultura”, explicó.
Su compromiso con el baile, el servicio comunitario y la educación cívica son solo alguna de las maneras en las que Mariana celebra su herencia hispana y ayuda a otros a encontrar su voz.
Desde los cuatro años, se sumergió en el mundo del baile folclórico, una herencia que su madre consideró vital para mantener viva la cultura colombiana.
“El baile es una manera muy bonita de mostrar nuestra identidad, quiénes somos y la historia que traemos”, dijo Mariana.
A través de sus presentaciones, ha logrado conectar no solo con sus raíces, sino también con un público americano que, en muchas ocasiones, no conocía su patrimonio cultural.
A lo largo de los años, ha explorado diversos estilos de baile como hip-hop, ballet, jazz y moderno.
“El baile es sumamente importante para mí. Si no bailo, me siento baja de energía, como si hubiera algo que no puedo sacar, algo que no sé cómo expresar”, explica. “Es una forma de expresarse y liberar todo el sentimiento”.
Sin embargo, la vida en Estados Unidos no ha estado exenta de desafíos. Mariana recuerda la dificultad de adaptarse a un entorno donde predomina el inglés y la escasez de hispanohablantes.
“De ser una de casi nadie de hispanos, siempre fue un reto mientras crecía, porque nunca sabía con quién me podía identificar ni quién me podía entender. Hasta que encontré un grupo de amigas, éramos el grupo más diverso de nuestro colegio”, relató.
El baile y su participación en el Centro Hispano fueron claves en su proceso de adaptación.
“Lo único que me exponía a mi identidad era el baile y también venir al Centro Hispano con mi mamá”, dijo Mariana.
Desde los nueve años, Mariana ha estado involucrada en movimientos sociales y en el Centro Hispano como voluntaria. Su madre, Pilar Rocha-Goldberg, es ahora la presidenta de la organización, un lugar que ha sido un espacio fundamental para su identidad y deseo de ayudar.
“Me dejó un sentido que todavía tengo, que es la pasión de ayudar y abogar por la comunidad, y poder decir ‘sí, yo sé cómo hacerlo, pues bueno, te ayudo’”, afirmó.
Mariana estudió historia en Wake Forest University con especialidades secundarias en danza, español y estudios latinoamericanos. Su fin es conocer más y poder contar la historia de los inmigrantes latinos en Estados Unidos.
“Muchas veces somos nosotros quienes debemos escribir nuestra propia historia”, explicó Mariana. Resaltó que su historia de migración con su madre y hermana ejemplifica la diversidad de latinos que emigran de su país natal.
Empoderando a la comunidad latina
Hoy, como Coordinadora del Camino a la Ciudadanía en El Centro Hispano, Mariana se dedica a ayudar a otros en su proceso de naturalización. Su trabajo no solo implica facilitar el acceso a información legal, sino también construir puentes entre las comunidades.
“Si no vienen al Centro Hispano, gastan mucho dinero tratando de encontrar respuestas que pueden obtener aquí a través de nuestros programas. Eso es una forma significativa de ayudar”, explicó.
Su experiencia como asistente legal en un bufete de abogados le ha proporcionado herramientas valiosas para ofrecer un apoyo a quienes enfrentan situaciones complejas.
Además, ayuda en el registro de votantes, donde muchas personas llegan con dudas sobre su lugar en un sistema político que a menudo sienten no los representa.
“Es muy importante tener a una persona joven, porque puedo entender y comunicarme con diferentes generaciones. Además, como migrante, he podido estudiar aquí y comprender en qué está fallando el gobierno al llegar a la comunidad latina”, dijo Mariana.
Una identidad diversa: Latina judía
Mariana se identifica con orgullo como una latina judía. Se convirtió al judaísmo a los seis años junto a su madre.
“Ser judía es una parte fundamental de quién soy”, afirmó Mariana.
A través de su identidad religiosa judía, Mariana ocupa una posición diversa en la comunidad latina, predominantemente católica o cristiana.
“Siempre me preguntan sobre mi religión, y estoy aquí para compartir y aprender juntos”, dijo.
En su día a día, practica su fe de maneras que son significativas para ella. Aunque no asiste a la sinagoga con tanta frecuencia, celebra las festividades judías, como el Shabbat cada viernes y la Havdalah los sábados.
“Es como el cierre y apertura de la semana, y siempre llevo mi estrella”, añadió, refiriéndose a su símbolo de fe.
El camino hacia la abogacía
Mariana tiene una ambición clara: convertirse en abogada especializada en derechos de inmigrantes.
“Siempre me ha interesado el ámbito de las leyes y el poder de ayudar. Tener una voz latina y ser abogada será mi mayor reto, y cuando lo logre, estaré muy feliz”, dijo Mariana.
El trabajo de Mariana no solo se limita a la educación cívica cada cuatro años. Ella también busca inspirar a otros a involucrarse y ser proactivos para representar a la comunidad.
“El sistema no va a cambiar de un día para otro, pero sí podemos cambiar poco a poco y ayudar a las personas que no entienden el sistema y piensan que nunca les va a ayudar”, afirmó Mariana. “Si trabajamos en esto y traemos más atención y educación sobre lo que está pasando, ya no necesitaremos pedirle a alguien más que nos explique; estaremos presentes en esos espacios, y eso es lo que quiero”.
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