Maximiliano María Kolbe. Un ejemplo de hermandad y esperanza

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Maximiliano María Kolbe nació el 8 de junio de 1894 en Zdúnska Wola, Polonia, hijo de un alemán y una polaca y educado en la fe católica desde pequeño.

Su vida entera estuvo dedicada a las misiones católicas y en 1918 fue ordenado sacerdote. Pero ¿porqué nos interesamos en este hombre? Los invito a seguir leyendo.

Después de ser trasladado a diversas ciudades con la tarea de continuar y fundar misiones, además de tener múltiples publicaciones propias relacionadas al catolicismo, en 1938 regresó a Cracovia para ampliar su periodismo.


En 1939 los nazis invadieron Polonia, por lo que Fray Maximiliano estableció y dirigió un hospital provisional en su monasterio para heridos de guerra y enfermos.

Fue capturado, deportado y llevado a Alemania por los nazis dos veces, en las cuales se le ofreció anotarse en la volkliste, una lista que otorgaba la ciudadanía alemana y sus derechos en los territorios ocupados invadidos por los nazis y quien perteneciera a ella demostraba su origen ario, a pesar de vivir en el extranjero.

Maximiliano, a pesar de su sangre alemana y los beneficios de este reconocimiento, se negó a colaborar con el aparato nazi y cuando fue liberado, volvió a Polonia y en su monasterio Ciudad de la Inmaculada, él y sus hermanos frailes escondieron a cientos de judíos perseguidos por el Partido Nazi. Además, siguió publicando y en sus escritos denunció abiertamente al régimen y sus abusos.

El 17 de febrero de 1941 el monasterio fue invadido por la Gestapo, Maximiliano fue arrestado junto con sus hermanos y el monasterio clausurado. De ahí fueron llevados la cárcel de Pawiak y posteriormente transferidos a Auschwitz donde fue tatuado con el número 16670.

En el campo de concentración, Fray Maximiliano siguió ejerciendo su ministerio de sacerdote, lo que muchas veces le ganó golpizas de capos y nazis.

El 14 de agosto de 1941 un prisionero de la misma sección a la que estaba asignado Kolbe escapó. En represalia y conforme a la costumbre nazi, el comandante del campo escogió diez prisioneros al azar para ser ejecutados. Entre estos hombres estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, un polaco, padre de familia y esposo. Franziszek ante su inminente destino sollozaba y pedía desesperado que lo dejaran vivir, de otra manera su mujer enviudaría y sus hijos quedarían huérfanos.

Ante esta escena, Fray Maximiliano, que no se encontraba entre los diez prisioneros escogidos, se ofreció a morir en su lugar. El oficial nazi aceptó el cambio, no sin antes preguntarle porqué lo había hecho, Maximiliano contestó “porque soy un sacerdote católico”.

Kolbe y los otros nueve hombres fueron condenados a morir de inanición en el bloque 11, durante dos semanas los guardias escucharon diferentes cantos y rezos de los prisioneros quienes, animados por Fray Maximiliano, no perdieron la paz en sus últimos momentos. El 14 de agosto, los nazis entraron al búnker en donde encontraron a Fray Maximiliano aún vivo, por lo que le administraron una inyección letal.

En 1982, el Papa Juan Pablo II lo declaró Mártir de la Caridad y santo de la Iglesia Católica.

En Fray Maximiliano podemos encontrar un gran ejemplo a seguir, independientemente de la religión que profesemos. ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a morir por alguien que ni siquiera conocemos? Es más, no vayamos tan lejos, porque la probabilidad de encontrarnos en una situación en donde podamos ofrecer nuestra vida por otro es bajísima.

En nuestro día a día se cometen pequeños detalles de injusticia, intencional o no, que dañan a toda la sociedad y afectan a las personas y su humanidad. Aquella vecina anciana que nadie nunca visita, el “viene viene” que no tiene qué comer porque la pandemia acabó con su empleo, la mujer que vende artesanías para poder llevar el pan a sus hijos, la mujer violentada de la que todos saben pero nadie habla, y un largo etcétera.

Nuestra generosidad en este tiempo debe de notarse. Debemos ver más allá de nuestras narices, percibir el sufrimiento de los demás y participar de él sin miedo. Consolemos a quien ha perdido a alguien, ayudemos a la viuda, reconfortemos a sus hijos, aunque sea por video llamada. Para quien tiene voluntad no hay excusas.

Fray Maximiliano dio su vida por otro hombre, hoy los invito a dar una parte de su tiempo, de su esfuerzo y de su cariño a los demás. Practiquemos la generosidad en la búsqueda de hacer de nuestro México un lugar más humano y mejor para todos nosotros. Que la pandemia no detenga lo que nuestro corazón y las buenas acciones pueden lograr y que en nuestro día a día podamos enorgullecernos de, al menos, ser aquella persona que lleva alegría y paz a donde quiera que va.

 

Acerca de Jessica Lepe

Licenciada en Historia de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx). Directora y productora del documental Nunca más. La Segunda Generación en México, el cual ha sido proyectado en diversos espacios académicos y culturales. Su trabajo recepcional de licenciatura versó sobre La Segunda Generación en México. Hijos de sobrevivientes de campos de concentración del Holocausto, para el que entrevistó a diversos hijos de sobrevivientes de la Shoá y buscó definir el impacto de la labores de éstos en el México actual como trabajos aunados al nunca más. Trabajó con la Universidad Anáhuac México y la SEDENA en las Jornadas Regionales para la Prevención y Atención del Hostigamiento y Acoso Sexual (2018), impartiendo los talleres de Equidad de Género y Violencia a personal. Colaboró con el Departamento de Museos Nacionales del INAH en diversos proyectos de investigación museológica y montaje de nuevas salas permanentes en instituciones como el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán, exconvento de Yuriria en Guanajuato, exconvento de Actopan, Museo de la Lagunilla en Torreón, entre otros. En el marco del V° Congreso Internacional de Historia y Literatura. “La Historia y el recuerdo” organizado por la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC) celebrado en la Habana, Cuba; presentó la Ponencia Zapata vive, la lucha sigue. Mitos sobre la no muerte de Emiliano Zapata. Actualmente administra, impulsa y difunde los cursos en línea Teología para todos y trabaja en la segunda edición de Textos para el diálogo judeo-cristiano.

1 comentario en «Maximiliano María Kolbe. Un ejemplo de hermandad y esperanza»
  1. No conozco las fuentes en que se basa este comentario pero la mayoría de los datos aportados son falsos. Kolbe. como todo sacerdote católico polaco fue un antisemita cabal.

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