Tenemos compromisos y metas que nos confirman un mejor camino ambiental, como el ejemplo de China, quien en 2020 anunció un plan para la neutralidad de carbono antes de 2060. Asimismo, el Presidente electo Biden promete revivir su política medioambiental iniciando con reintegrarse al Acuerdo Climático de Paris, y al mismo tiempo el mundo entra en una década crucial para la lucha contra el cambio climático, y la pérdida global de la naturaleza que ya está costando miles de billones de dólares al año.
El reto es cómo la comunidad global puede ayudar a resolver la crisis ambiental del planeta partiendo de la premisa que todas las cadenas y las funciones de los sistemas del planeta están conectados y lo que hagamos los próximos diez a veinte años tendrá un impacto profundo a largo plazo.
Biodiversidad es sinónimo de estabilidad. Ninguna otra especie se ha beneficiado más del planeta como lo hemos hecho los seres humanos; no es casualidad que hemos dominado el planeta por más de 10 mil años.
La estabilidad en el clima entre sus múltiples funciones fundamentales, nos permite las condiciones para desarrollar las especies, y algo tan básico como las estaciones del año. Gracias a esto hemos logrado tener permanencia para los periodos agrícolas en rango suficiente desde la siembra hasta la cosecha, lo cual nos ha permitido desarrollar la civilización.
A mediados del siglo pasado éramos 3,000 millones de habitantes, y se duplicó en los últimos 50 años, siendo que ningún otro periodo ha tenido más crecimiento y productividad en la historia de la humanidad. Pero también nuestra huella agrícola, de pesca, y de consumo ha ido creciendo, donde ya tres cuartos de la superficie terrestre, y dos tercios del océano se han visto afectados por nuestras actividades
Los polos pierden su hielo; en verano la cobertura del hielo del mar ártico es un 40% menor que hace solo 40 años. Muchos de los grandes ríos y lagos del mundo se están secando, casi la mitad de los bosques de nuestro planeta se han talado por su madera. Las poblaciones de animales salvajes han disminuido un 60%.
Con el calentamiento global los sistemas meteorológicos son cada vez más inestables. La mayoría de la población respira aire contaminado, nuestra trayectoria actual nos lleva a un futuro desastroso, por lo que requerimos una revolución sostenible donde los principales beneficiados de trabajar a favor del planeta seamos nosotros y el planeta.
El sector público y privado trabajando juntos pueden revertir esta tendencia cuestionándonos el “business as usual”, tenemos que asegurarnos que nuestras cadenas de valor, y los gobiernos se esfuercen por alcanzar neutralidad de carbono, minimizar los recursos que usamos y nuevos modelos de negocio basados en la economía circular.
La gran tarea es como unirse todos los sectores para establecer nuevos marcos globales, que acelerarán el avance hacia un mundo sostenible. Debemos unir el ingenio colectivo para superar este reto, somos los mejores para resolver problemas. Los sectores que incorporen la transición tendrán sin duda ventajas competitivas.
El mundo entra en 2021 en una década crucial que marcará su ambición en la reducción de emisiones, con 2030 como meta intermedia, y determinará si es posible alcanzar la neutralidad climática de las principales economías entre 2050 y 2060.Sumar a los líderes de todos los sectores es indispensable para impulsar la acción contra el cambio climático va a requerir mucho trabajo coordinado. El éxito o el fracaso de la agenda climática depende plenamente de un esfuerzo multisectorial y compromiso de todos.
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