Una inquietud está en la mente de muchos mexicanos y mexicanas: el país se nos
está escapando de las manos, los territorios ocupados por la violencia criminal
van en aumento y quisiéramos poder hacer algo para cambiar las cosas. El
problema es que no sabemos qué hacer, cómo contribuir a darle un giro a la
situación. En cierto modo, estamos esperando a que alguien venga y nos diga qué
hacer o peor aún, que alguien venga y lo haga; que asuma el liderazgo y aplique
una receta mágica que nos permita salir del hoyo en el que nos encontramos.
En ésta última se fundamenta la expectativa de muchos de que si el PRI regresa
al poder, las cosas van a cambiar y volveremos a un añorado pasado que en
realidad fue el que precisamente creó las condiciones para que llegáramos a la
situación en la que nos encontramos actualmente. Setenta años de un solo partido
en el poder generan estructuras distorsionadas como es el Sindicato Nacional de
Maestros; grupos de poder económico que continúan acumulando enormes riquezas
como son las empresas monopólicas como TELMEX y TELEVISA, o grupos de poder
político que siempre están agazapados para dar un salto ante cualquier
oportunidad, como es el Grupo Atlacomulco. Los carteles de la droga se
desarrollaron desde hace varias décadas al amparo de gobiernos corruptos y
cómplices.
Lamentablemente, el cambio del partido en el gobierno del año 2000 mantuvo
inalteradas esas estructuras distorsionadas y poderosas y además ha contribuido
a un debilitamiento de las instituciones del Estado, generando grandes vacíos.
En un esfuerzo por construir un Acuerdo Nacional en donde las personas estén en
el centro de las decisiones económicas, políticas y sociales y que permita tener
una clara visión de futuro, un grupo de ciudadanos y organizaciones presentaron
el día de ayer en el Museo Franz Mayer, un texto básico denominado México a
Debate.
Resultado de una consulta nacional de cerca de dos años y con el apoyo de más de
100,000 ciudadanos, los promotores de la iniciativa proponen a las fuerzas
políticas y a toda la ciudadanía debatir, dialogar, construir consensos y asumir
responsabilidades en cinco campos:
En lo social: el abatimiento estructural y significativo de los niveles de
pobreza y desigualdad y una educación de calidad.
En lo económico: un crecimiento sostenido y de largo plazo con generación de
empleos e ingresos dignos.
En lo político: una democracia que permita la construcción de acuerdos y coloque
a las personas en el centro del proyecto nacional.
En lo cultural: un Estado de Derecho que permita combatir la violencia, la
corrupción y la impunidad.
En lo internacional: una nación soberana con una visión clara y estratégica del
papel que el país debe desempeñar en el mundo.
Como suele ocurrir muchos dirán y dónde están los derechos humanos? Dónde está
el tema de la discriminación y la exclusión? o las consideraciones respecto de
los pueblos indígenas y de las mujeres? Otros preguntarán y dónde se proponen la
reforma energética, o la reforma laboral?
Algunos más pensarán: “se trata de hacerle el caldo gordo a algún candidato” o
de “promover una nueva carta ciudadana a Santa Claus que está sentado en Los
Pinos, en alguna curul del Congreso o en una elegante oficina del Poder
Judicial”.
Por la pluralidad del grupo promotor del que formo parte y por la auténtica
preocupación sobre el proyecto de país que comparte ese grupo, donde participan
entre otros Genaro Góngora Pimentel, Armando Paredes Arroyo, Emilio Alvarez
Icaza, María Elena Morera, Isabel Miranda de Walace, Alberto Nuñez Esteva,
Patricia Mercado, me parece que habría que darle una oportunidad a la iniciativa
no sólo adhiriéndose a ella, sino aportando propuestas de cómo podemos avanzar
en esos cinco campos, cómo podemos colaborar, organizarnos y qué podemos hacer
cada uno de nosotros dentro de nuestros espacios de actuación y responsabilidad.
Desde cosas tan sencillas como saludar a los policías, al personal de limpieza o
a nuestros vecinos; pagar puntualmente nuestros impuestos y no contratar
expertos para evadirlos; no dar mordidas, participar en actividades y en apoyo a
las escuelas de nuestros hijos; organizarnos para exigir información,
transparencia y rendición de cuentas a los gobiernos de todos los niveles;
escuchar y dialogar con los niños y las niñas y con los y las jóvenes
acreditándoles su calidad de personas dignas y con derechos; en general,
participar, aprender a dialogar y a escuchar a otros y a resolver conflictos de
manera pacífica. Asumir nuestras responsabilidades como ciudadanos.
Tal vez podemos construir colectivamente un código o varios códigos de conducta
ciudadana y comenzar a desarrollar una cultura de la legalidad y de respeto.
Otra posibilidad es ponernos de acuerdo con nuestras familias o con nuestros
compañeros de clase o de trabajo, o con nuestros vecinos para comprometernos a
realizar todos una actividad al mes como sería platicar cada semana con algún
adulto mayor, con un joven o con un niño; saludar a las personas que recogen la
basura; contar hasta diez antes de responder agresiva o violentamente a una
provocación; colocar focos para alumbrar nuestras entradas y los pasillos
comunes y respetarlos. Al final del mes podríamos reunirnos y compartir que
ocurrió y qué aprendimos.
Los grandes cambios tienen su origen en transformaciones de tipo cultural.
Tomemos el control de esos cambios culturales.
Como dicen el buen juez por su casa empieza y si queremos construir un mejor
país para nuestros hijos e hijas, debemos hacerlo desde los cimientos.
Me parece excelente la iniciativa de estas personas.
Una de las cosas que quiero que cambien en Mexico, es que en todo nivel de liderazgo, desde el empresarial hasta el gubernamental, los "puestos" sean dados a personas "mayores", ya que uno de los problemas de derle esos puestos de liderazgo a gente muy joven,es que estos no tienen la misma perspectiva ni el mismo dominio propio que tiene una persona mayor.
Habria que imaginarnos como podria mejorar esta idea en una sociedad.
Gacias.