Dice el famoso refrán popular que Para todo mal, mezcal, para todo bien, también. El mezcal tiene el poder de alegrarnos, de unirnos a través de las sonrisas que nos arrebata, no por nada es reconocido mundialmente como la segunda bebida espirituosa mexicana más apreciada. Se cree que el término espirituoso provine del siglo XIII, cuando se consideraba que eran espíritus los vapores que se desprendían durante la destilación, pero para los amantes del mezcal, se puede decir que se trata del efecto agradable que produce en las almas.
Mezcal Cómplice, con su refinado proceso de producción artesanal en Oaxaca, es el mejor para disfrutar de las místicas cualidades de esta bebida. Su historia empieza en el Cerro de nueve puntas, en San Dionisio Ocotepec, donde un amante de esta bebida conoció a una misteriosa mujer vestida de blanco, que le propuso llevarlo ante un maestro mezcalero legendario que podía capturar la esencia de una persona en las gotas del mezcal. Después de un penoso camino, descubrió que la mujer era la Matlazihua, un espectro que seduce a los hombres y los lleva a su perdición, y a pesar del miedo, decidió seguirla. Así fue como encontró al maestro mezcalero, quien le reveló sus secretos con la promesa de que nunca fueran revelados fuera de la familia.
Beberlo es todo un ritual, la idea es disfrutar del maravilloso abanico de aromas y sensaciones en boca que nos ofrece, y el primer paso es servirlo en la copa Riedel mezcal, especialmente diseñada para exaltar sus cualidades sin distorsiones, gozando de los sabores que sólo la paciencia logra transformar en tesoros líquidos. A través de su diseño, esta copa mantiene la fuerza y el carácter del mezcal, proyectando sus cualidades a los sentidos.
Después de admirar la pureza del color de Cómplice y de deleitarnos con los aromas atrapados en el cuerpo de la copa, lo que sigue es beberlo, con paciencia y detenimiento. Se dice que al mezcal Cómplice hay que tomarlo con pequeños sorbos, tan delicados como besos, para irle tomando cariño. El primero es como el inicio del romance, y por eso hay que tomarlo con calma, humedeciendo los sentidos con gentileza. Desde el primer momento en que toca los labios, Cómplice desata una reacción de sensaciones, y con el segundo trago, sus notas aromáticas se apoderan de nosotros.
Por sus diferentes presentaciones y su sabor tan cautivante, Cómplice deja en alto la bien merecida fama del mezcal. Con su pureza y sabores cautivantes, puede beberse derecho,
con sal de gusano, con rebanadas de naranja, o hasta en frescos cocteles. Lo que importa, es atreverse a explorar nuevas combinaciones de sabores y texturas que potencien sus notas y estar dispuestos a dejarnos sorprender.
Otra de las maravillas de Cómplice es que marida delicioso con los sabores de la comida mexicana. Su Cómplice de Aventura de espadín joven, sabe delicioso con guacamole y quesillo, Cómplice de Amor de espadín reposado, resalta con el ate de membrillo, y el Cómplice de Éxito de espadín añejo es una delicia cuando se acompaña de chocolate amargo. Cada uno de ellos es una oportunidad para llevar a los sentidos a un momento inesperado.
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