A través del tiempo he leído a varios famosos autores que se dicen ateos…
Son seres privilegiados la mayoría, por su inteligencia, capaces y famosos.
En cierta ocasión empecé a leer un notable libro en que su autor destacado filosofo, basaba su texto en la no existencia de Dios.
A simple vista sus fundamentos parecían “irrebatibles, casi lógicos”.
Cerré de pronto el libro proponiéndome no leerlo mas…
– Sigue leyendo me dije algo has de aprender, se trata de un gran autor…
Volví al el libro, lo terminé de leer, reconozco que me dejo un acervo de conocimientos filosóficos…
En el jardín de mi casa esta un árbol de duraznos…
En el invierno sus muchas ramas están desnudas.
Es una enramada que carece de todo atractivo casi seca en apariencia estéril…
Viene la primavera y mi asombro crece; empiezan a nacer diminutas hojas verdes en sus desnudas ramas…
Semanas después al árbol de duraznos se ha vestido de verde. Un verde intenso, alegre, lleno de vida; mi asombro crece…
Después de algunos meses; ¡Verano es! …
Noto con sorpresa y admiración pequeños, muy pequeños duraznos pegados a sus ramas…
A medida que las semanas pasan esos frutos crecen, todavía pequeños, no puedo evitar el acariciarlos con la palma de mi mano…
Los acaricio… Siento su piel aterciopelada al contacto con mi mano, llevo la palma de mi mano a mis labios, la beso y bendigo a al Creador.
Nissim Mansur Tawil.
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