Esther Cuyás, Psicóloga Infantil
En ocasiones, nos sentimos preocupados por el comportamiento o actuación de nuestros hijos en diferentes etapas de su vida. La mayoría de las veces se trata de comportamientos normales por la edad, que pueden ser fácilmente reconducidos con la información adecuada.
Los trece años de edad son importantes en la religión judía y me resulta cómodo ubicarme en esa edad, para intentar desarrollar este tercer capítulo del tema sionista en mi vida.
Año 1962 para el que desee ponerse los zapatos. Aun antes de mi bar-mitzwa a los 13 años de edad ya había aprendido varias cosas que no convirtieron esa fecha en un simple acto religioso, sino un verdadero símbolo de asunción de independencia.
Seguramente la religión, “el aparato religioso”, no es el que conduce a ser independiente, sino que se aprovecha de esa situación para marcar el evento como un evento fundamental en la vida del hombre judío. ¿Qué había aprendido a esta fecha? prefiero numerarlas para no manifestar algún tipo de opinión. En el quinto grado me fui a rendir lenguaje, pues mi padre, dueño de un negocio competidor de la cooperativa agrícola, se opuso a que yo, hijo del almacenero, escriba una composición a favor del cooperativismo. Quien dice y ese empecinamiento de mi padre no haya sido el que me convirtió en socialista, comunista, izquierdista (aparte de ser zurdo de nacimiento).
Teniendo mi padre un negocio y un relativo bienestar económico, percibí las diferencias socio-económicas en la sociedad, pequeña sociedad que me rodeaba. No tengo recuerdos que eso haya producido algún tipo de segregación, pues yo más o menos jugaba con todos y visitaba las casas de todos. Como no era de cuna rica logré apreciar que el bienestar no viene del cielo, sino del trabajo. Eso, sin duda le debo a mi padre que aparentemente vivió para trabajar y solo lamentó no haber compartido más conmigo un par de meses antes de morir, treinta y algo de años después.
Estimo que esa observación del marco socio-económico de la colonia y del limitado potencial de desarrollo, me empujaron a pedir a mis padres (tal como me dijo mi madre muchos años después), que me manden a estudiar a una escuela secundaria.
Siempre cerca del mundo judío y al Estado de Israel, nombres como Ben Gurion, Golda Meir y otros eran muy familiares para mí y sin duda líderes en el marco del sionismo familiar que incluía apoyo a todo lo Israelí. Revistas sionistas llegaban a la Colonia, conocer las actividades del desarrollo del joven estado sionista era muy normal. La WIZO, la Osfa, etc. eran organizaciones que mantenían a la comunidad judía de Argentina (y estimo en todo el mundo) cercana al quehacer Israelí. La Campaña Unida era un nombre conocido y de tanto en tanto, por lo menos una vez al año venían a recaudar las donaciones, recuerdo conversaciones o comentarios de mis padres, eran bastante exageradas. Es decir, el monto lo determinaba el recaudador. El donador podía intentar reducir por la sequía y otras cosas del campo. Yo mismo como niño solía ir y recoger las monedas que se juntaban en las alcancías azules del Keren Kayemet de Israel, que su objetivo era la forestación del nuevo país. Este año me mude a la calle Shapira y descubrí que fue el fundador de aquella famosa alcancía.
En el año 1960 tuve la primera oportunidad de escuchar el nombre del Mossad, que resultó ser una institución valiente y con brazos muy largos, logrando capturar a Eichman. Para un niño, residente en una colonia judía de inmigrantes alemanes escapados del nazismo, conociendo a los hermanos Salomón, producto de las investigaciones de Menguele, esa operación me llenó de orgullo.
Ya había estado en uno o dos campamentos de verano del movimiento sionista juvenil, el Ijud Habonim, que en aquellos tiempos era en la práctica la tradicional actividad sionista que no dejaba de ser un campamento (majane) de verano. Paralelamente a esta actividad, escuchábamos todo el tiempo la existencia de una prolifera actividad antisemita que no llegaba a Avigdor.
Opto por traer del internet: El Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara fue una organización política nacionalista de argentina, que actuó de 1955 a 1965. Vinculado a los sectores más patriotas del movimiento peronista e inspirados directamente por la prédica del sacerdote católico Julio Meinvielle y del sociólogo francés Jaime María de Mahieu, Tacuara defendía un ideario de corte fuertemente nacionalista, católico, fascista, anticomunista, antijudío (por ser el judaísmo el origen del comunismo y el liberalismo) y antidemocrático. El 21 de junio de 1962, 3 días antes de mi cumpleaños trece ,Tacuara atacó a Graciela Sirota, joven judía de 19 años de edad y estimo que eso determinó en forma absoluta mi pertenencia al pueblo judío, mi cercanía al estado sionista y toda mi activad posterior. En aquel momento, muchos argentinos optaron por emigrar a Israel u otros países.
Ya estando ese año en Concordia estudiando, en el colegio nacional hacía, por lo menos, una doble vida. Por un lado participaba en las actividades del movimiento sionista de la ciudad que era bastante dogmático, hasta tanto que podían llamarme al orden si me olvidaba de sacarme la corbata a la salida del colegio. Para el colegio, la corbata era obligatoria. Por otro lado jugaba al softbol con mis amigos del colegio, escondiendo mi judeidad ya que me filtraba por abajo de la alambrada del club. Tenía entendido que en ese club no se aceptaban judíos como socios. Igual, yo no propuse ser socio de ese ni otro. Mi condición económica era endeble a los 13 años de edad.
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