Al sheloshá devarím ha-olam omed: al ha-Torá, ve-al ha-Avodá, ve-al Guemilut Jasadím..”
Afirmaba Shimón el Justo..”.1 , uno de los últimos sabios de la Gran Asamblea, que ‘El mundo se sostiene sobre tres pilares: La Torá y su estudio; el Culto a Dios y las Obras de Bien’.
Esa frase escribió mi padre en mi discurso de la BarMitzwa. Aun como ateo, creo no deje hasta hoy en día de intentar practicar las tres cosas: estudiar, trabajar y hacer obras buenas.
Ir a estudiar a Buenos Aires en el año 1968 era bastante natural en aquellas épocas . Había facultades en Córdoba, Santa Fe (algunos de mis amigos fueron allí) por no estar solo y por tener bastante familia que me solían agasajar en mis frecuentes paseos ir a la capital Buenos Aires se convirtió en la alternativa preferible. No tenía nada que ver con el sionismo el lugar que estudiase y en aquellos días de marzo- abril ni siquiera sabia que estudiaría en la Universidad.
Como no había terminado la escuela secundaria hebrea me fui a anotar al seminario de Amia para continuar, creo cuarto año. El señor Tobías que era el director o el administrador del colegio en el marco de la charla que tuvimos y de mi necesidad de trabajar, me pregunto que se hacer? La verdad que nada de lo que necesitaban yo sabía, pero cuando me pregunto si se escribir a maquina, dije que si, pues había hecho un curso el último año en Moisés Ville. Me hizo subir un piso del edificio de AMIA y así conseguí un trabajo que me acompaño todos mis años en la capital. Era un marco absolutamente judío, era el Consejo Central de Educación Judía en la Argentina (vaad hajinuj) y entre a trabajar como mandadero, telefonista, impresor de esténciles, servir café, etc.
A medida que avanzaba en mis estudios en la facultad, también iba adelantando en el tipo de trabajo que hacía. No era un marco sionista pero por supuesto muy cercano a Israel. Mis jefes Berelsonas, Lerman y otros trabajaron allí muchos años. Yo abandone en 1973 y son bastantes años antes de 1994, pero conocidos de entonces murieron en la explosión que se llevó el edificio y sus 86 muertos.
La AMIA había comprado un hotel de 4 pisos en la calle Córdoba que convirtió en hospedaje para los jóvenes judíos que venían de la provincia. Estuve allí unos días, ya no recuerdo porque abandone ese hospedaje. Se me ocurren 3 posibilidades,
Uno: aun no era estudiante universitario, una de las condiciones para estar ahí.
Dos: era muy caro para mis posibilidades económicas.
Tres: No soportaba estar controlado por el personal, incluido Abel, el director.
Logre entrar en el segundo semestre a la facultad de ciencias económicas y durante varios meses mi horario era bastante duro, cursar facultad a la mañana, trabajar a la tarde e ir al seminario (secundaria hebrea) después del trabajo. Luego, hasta las dos tres de la mañana estudiar para la facultad. Era humanamente imposible, por suerte pude apreciar que la pedagogía y la didáctica no son para mí y decidí abandonar el colegio hebreo. En todo ese año 1968, muy poca actividad social, nada de sionismo. Supongo que más que nada iba al cine Loira y Loraine.
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