Todos los seres humanos somos mortales.
Por el simple hecho de ser mortales, razonarlo y entenderlo; que somos finitos y por lo tanto la vida no tiene precio por ser única e insustituible…
Somos mortales, débiles y perecederos, buscamos siempre la forma de mejor protegernos de todo lo adverso a nuestro ser.
La consecuencia de esto es que a través de los tiempos la ciencia y la medicina se han desarrollado hoy de manera asombrosa, y prolongan nuestro existir.
Desde que se nace la vida es compañera inseparable de la muerte.
Y del ser humano depende hoy, prolongar sus días en la tierra.
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