Mortara: historia de una negación

El caso del niño raptado por el Vaticano Por:
- - Visto 331 veces

A partir de la aparición de la película Rapito (“Secuestrado”) del cineasta italiano Marco Bellocchio, el caso Mortara ha vuelto a ocupar el centro de la escena. La historia que continúa conmoviéndonos relata el drama de una familia judía que vivió en Bolonia -ciudad perteneciente a los Estados Pontificios- que en pleno siglo XIX sufrió el secuestro de su hijo Edgardo por parte del Santo Oficio Romano.

Según las fuentes inquisitoriales, el niño había recibido seis años antes, a sus apenas seis meses, el bautismo por parte de la empleada cristiana de la familia bajo la presunción de que su vida se hallaba en peligro. La Inquisición romana, convencida de que el niño pertenecía al catolicismo, procedió a secuestrar al pequeño para educarlo en la nueva fe. El secuestro conmovió a la familia y, podría decirse, a gran parte del mundo. No solo judíos sino también protestantes y católicos liberales alzaron la voz a favor de la restitución del niño en nombre del derecho natural de la familia sobre su hijo. Desde Roma, sin embargo, el Papa se mantuvo firme en su respuesta: “Non possumus”. Eran los años en los que el proyecto de unificación italiana se forjaba y, también, en los que el Papa Pío IX buscaba reforzar el gobierno de la Iglesia sobre el orbe católico.

El caso que había suscitado tanta polémica en su momento, cayó luego prácticamente en el olvido hasta que el historiador norteamericano David Kertzer publicó su libro El secuestro de Edgardo Mortara (1997). La obra reconstruye, fiel al oficio del historiador, la trama de los acontecimientos a partir de los testimonios de la época. La tarea, confiesa Kertzer, no fue sencilla. Desde el momento mismo en que sucedió el caso Mortara, dos narrativas distintas se habían puesto en marcha: la que presentaba a la familia y a su hijo como víctima y aquella otra que retrataba a Pío IX como un salvador del niño. La experiencia del propio Mortara complicaba el escenario puesto que, tras ser secuestrado por la Inquisición y educado bajo la vigilancia del Papa, decidió ordenarse sacerdote. A lo largo de su vida, el cura Mortara insistió, una y otra vez, en su identidad católica y su ferviente deseo de convertir a su familia. Hacia 1880, cuando Mortara se encuentra predicando en España, escribe sus memorias confesando su convicción de convertirse al catolicismo y elogiando a Pío IX como su salvador. En el caso se entrecruza política y religión y, también aquel antijudaísmo que, en el cambio de siglo, converge en el antisemitismo. No deja de ser llamativo que hacia 1898, en la misma Francia que protagoniza el affaire Dreyfus, la prensa católica intransigente se interesa en entrevistar a Mortara dando testimonio a favor del Papa. Sus últimos años de vida lo encuentran ya en una Europa bajo la sombra del nazismo.


Hacia el año 2005, tras la polémica desatada por la beatificación de Pío IX, el escritor Vittorio Messori –coautor de obras junto a los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI- publica las memorias de Mortara en italiano bajo la convicción de que allí se encuentra la verdad de la historia de quien supo ser un niño judío. Desde entonces, un sector del catolicismo ha tomado el caso Mortara para defender la política intransigente de Pío IX.  En 2017 las memorias de Mortara fueron traducidas al inglés por la Prensa Ignaciana de San Francisco bajo el sugerente título que traducido al español sería ¿Secuestrado por el Vaticano? Las memorias inéditas de Edgardo Mortara. Un año después, en un artículo publicado en la revista First Things el dominicano Romanus Cessario polemiza con el historiador D. Kertzer advirtiendo que el propio Mortara señaló su consentimiento para la conversión y defendiendo la acción de Pío IX en virtud del derecho canónico.

Por su parte, Kertzer ha demostrado, en diversos artículos, cómo las memorias de Mortara son un relato ficcional al servicio de su propia carrera eclesiástica ya que los acontecimientos que allí se relatan no coinciden con los testimonios de las fuentes históricas propias del momento en que sucedieron los hechos. Así, por ejemplo, Mortara insiste en sus memorias que él era consciente de su bautismo y que no opuso resistencia ante los oficiales del Santo Oficio porque sabía que estaban haciendo lo correcto. Los dichos del cura no son fieles a la realidad. En efecto, cuando hacia 1860 ocurre una revolución liberal en Bolonia y se le hace un juicio al inquisidor del caso Mortara, los distintos testigos involucrados en los hechos niegan que el niño haya querido irse del hogar materno por su propia voluntad. La escena es, sin lugar a dudas, la de un secuestro.

No deja de ser, pues, lamentable que el religioso Romanus Cessario recupere las memorias de Mortara para deducir que los requisitos de la fe católica deben estar por encima de los derechos civiles, como si la religión no fuera en sí misma un derecho del hombre. Sus argumentos chocan, así, con las enseñanzas del Concilio Vaticano II.

El trabajo de historiadores como Kertzer cobra así especial relevancia pues se trata no solo de luchar contra el olvido, sino también contra la negación de aquello que efectivamente sucedió. Si el caso Mortara constituye la historia de una negación, aquella de los derechos del hombre en un individuo, hoy sigue siendo necesario volver al pasado para afirmar en el presente la trascendencia de la libertad.

Por Jimena Tcherbbis Testa
Universidad Torcuato di Tella- CIDICSEF

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: