Era una fría noche de otoño en Moscú cuando el esposo de Rachel Yakobov, David, regresó emocionado a su casa con un folleto que promocionaba una “Escuela de sexo”. La primera reacción de Rachel fue ofenderse por la propuesta de David, pero luego decidió inscribirse a las clases. Ese fue el primero de una serie de hechos que cambiarían el rumbo de su vida.
“Cuando David y yo nos mudamos a Rusia en 2013, de pronto me di cuenta lo atractivas y sensuales que son las mujeres”, cuenta Rachel. “Como esposa de un hombre de negocios, entendí que los negocios y las mujeres atractivas a menudo van de la mano. Eso me intimidó al principio, pero después me dije ‘yo también puedo ir a aprender con los mejores’”, recuerda.
Según Rachel, su decisión no estuvo motivada por ninguna desconfianza por parte de David, sino por su deseo de enriquecerse y aprovechar la oportunidad. “Decidí aprender todos los trucos de estas mujeres increíbles, y fue entonces cuando me enamoré de la educación sexual, de la que nadie me habló nunca como mujer religiosa”, explica Rachel.
“Aprendí que cuando se trata de sexualidad, muchas veces estamos estancados. Puede que aprendamos algún detalle nuevo acá o allá, pero nunca aprendemos algo realmente novedoso”, evalúa.
En cuanto a David, Rachel cuenta que tiempo después también se decidió a tomar las clases. “David se inscribió específicamente en la clase sobre sexo oral. Ambos queríamos aprender, así que aprendimos juntos antes de finalmente practicar lo aprendido”, relata.
Hace un año, Rachel, David y sus dos hijos regresaron a Israel. Allí la mujer abrió “La Academia del Placer”. En sus cursos, destinados solo a mujeres, ella enseña a sus alumnas los placeres del sexo oral y los juguetes sexuales, mientras comparten refrescos y algún refrigerio.
“El enfoque de mis clases es que siempre es importante aprender cosas nuevas”, cuenta Rachel. “Mi objetivo final es maximizar el placer de las mujeres. El empoderamiento femenino en el judaísmo está mal visto a un nivel extremo. Una forma de reparar eso es a través de la sexualidad”, sostiene.
Sus alumnas son mujeres de entre 28 y 50 años, tanto de sectores seculares como religiosos. “En mi taller oral, por ejemplo, hablo sobre la filosofía detrás del acto, acerca de cómo les da a los hombres al mismo tiempo una sensación de dominio y les permite relajarse ya que no tienen que hacer nada. Después, llegamos a la parte práctica donde cada mujer experimenta la felación con un consolador, condones y un poco de lubricante”, detalla Rachel.
La idea de una mujer ultraortodoxa que usa peluca y respeta Shabat dando una clase de sexo puede ser percibida como poco ortodoxa para muchos, incluidos algunos en la comunidad conservadora Haredí. “Que digan lo que quieran, yo ayudo a la gente a dar placer. La sexualidad es algo sagrado que ayuda, repara y cura”, expresa.
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