El apelar a los libros de historia confunde

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“Debido a que China tiene que tomar una decisión por sí misma sobre dónde quiere estar y cómo quiere que los libros de historia los vean y critiquen sus acciones. Y esa es una decisión que deben tomar el presidente Xi junto a los chinos”. – Vocera de la Casa Blanca Jen Psaki, 18 de marzo, 2022[1]

Es injusto ser demasiado duro con la vocera de la Casa Blanca Psaki. El lineamiento y los puntos de discusión están escritos por otros y ustedes los utilizan bajo su propio riesgo. Pero los comentarios son bastante interesantes. ¿De quienes son los libros de historia por los que debe preocuparse China y quién los escribirá? ¿Bien, no es algo presuntuoso que la historia esté determinada por las opiniones, prejuicios, gustos y caprichos de una élite en Washington?


Estatua de San Miguel Arcángel en Kiev, Ucrania (instaurada en el año 2002).

Los comentarios me impactaron debido a mi propia historia. Soy estadounidense pero nací en Cuba y me crié en el exilio cubano en Miami. Si algún estadounidense recuerda la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba en el año de 1961, es como un fracaso-error de la CIA o como parte del proceso de maduración del presidente John F. Kennedy. Para los cubanoamericanos como yo, Bahía de Cochinos es una historia de traición estadounidense, de perfidia estadounidense, particularmente por parte del propio JFK, quien canceló todos los ataques aéreos contra aviones del régimen de Castro y observo la destrucción de la fuerza invasora mientras un portaaviones estadounidense permanecía impotente y no hizo nada. Tres de mis familiares lucharon en las playas de Bahía de Cochinos.

Uno pudiera decir que se trata de una historia personal más que de un «consenso» aceptado o compatible con los valores prevalecientes de la historia. Pero más allá de las historias personales, uno pudiera preguntarse el cómo ven los chinos su propia historia, en relación a Occidente o en relación con el Tíbet, el Turquestán Oriental, Hong Kong o Taiwán, regiones tomadas o amenazadas a través de conquistas. De hecho, poseemos una guía sobre el cómo los libros de texto de historia chinos describen sus propias relaciones con los demás.

Directamente inspirados dentro de las pautas estalinistas, los libros de texto de historia chinos presentan una visión muy parcializada del Occidente capitalista, presentándolo de la peor manera posible. Cualquier cosa que pueda representarse negativamente sobre los Estados Unidos y las relaciones chino-estadounidenses durante los últimos dos siglos que pueda ignorarse o manipularse es algo que puede ser usado para un propósito particular. Así que, el «tratado desigual» de Wanghia del año 1844 entre los Estados Unidos en la época del presidente John Tyler y Qing China se presentado como similar a los tratados impuestos por una poderosa Gran Bretaña a China, con los Estados Unidos falsa y anacrónicamente presentados como colaborador y cómplice de la invasión británica a China durante el último gobierno Qing.

Pasando al siglo 20, la versión de la historia del PCCh ignoró o minimizó cualquier cosa que pudiese mostrar a las democracias occidentales tales como Estados Unidos positivamente respecto a China. Esta historia del PCCh transformada en fantasía incluyó el papel de Estados Unidos en tratar de ayudar a China en la Conferencia de Paz de París del año 1919, la Conferencia Naval de Washington de los años 1921-1922, durante la Guerra Sino-Japonesa y durante la Segunda Guerra Mundial. Todos son presentados en los libros de texto históricos chinos para minimizar cualquier defensa estadounidense en apoyo a China (y la consiguiente oposición estadounidense a Japón desde la década de los años 1920) o cualquier ayuda verdadera y tangible brindada a China por Estados Unidos durante la guerra.

Un elemento de las relaciones chino-estadounidenses que definitivamente aparece en los libros escolares de historia china es la Guerra de Corea, una situación en la que las fuerzas de la República Popular China y de los Estados Unidos combatieron directamente entre sí.[2] Pero incluso en este punto la cobertura ya es totalmente parcializada, por supuesto, para presentar a Estados Unidos como el agresor. Y esta narrativa no solo existe en los libros de texto, sino también en la cultura popular, con el reciente mayor éxito en taquilla de la película china: «La Batalla en el lago Changjin» del año 2021 trata sobre la derrota que le propinó el Ejército Popular de Liberación de China a las fuerzas lideradas por los estadounidenses durante la Guerra de Corea.[3] Para nosotros, la historia del embalse Chosin es una de las hazañas legendarias de supervivencia del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos.[4] Para los chinos, nosotros fuimos los agresores y perdimos.[5]

Por supuesto, Psaki se refería específicamente a la agresión abierta del presidente ruso Putin contra Ucrania, un acto descarado y brutal que ha galvanizado a la opinión pública occidental, incluso si algunas de las respuestas – prohibir a los compositores rusos fallecidos hace mucho tiempo, a los gatos rusos y a los atletas incapacitados – parecieran joviales. Pero si uno fuera tibetano o uigur (o sirio o armenio de Artsakh), pudiera toparse con la obsesión occidental de ver esa agresión en particular algo extraña o desagradable. Los escépticos podrán decir que el gran error de Putin ante la historia no fue tanto invadir Ucrania, sino que estropeó la guerra y dejó que se prolongara con la posibilidad de una «victoria» sangrienta y tambaleante o incluso una derrota absoluta de Rusia. Esta ha tomado demasiado tiempo, atrayendo demasiada atención. La historia, incluso en Occidente, parece tener una manera de llegar a un acuerdo con un hecho consumado rápidamente logrado, sin importar cuán terrible sea. Y, por supuesto, la guerra de agresiones o campañas militares destinadas a «unificar el territorio perdido con la patria» no son inauditas antes de lo sucedido con Ucrania.

Pero más allá de China y Rusia, la gran ironía en el apelar que hace Psaki a los libros de historia es el actual sufrimiento en narrar la propia historia de los Estados Unidos. Parte de la misma élite que habla sobre Ucrania se ha comprado una nueva narrativa estadounidense donde es irremediablemente racista y brutal, desde el año de 1619 hasta el día de hoy.[6] Los activistas que presionaron con éxito para que se retirara una estatua del presidente Theodore Roosevelt – un hombre cuyo rostro se encuentra en el monumento Mount Rushmore – frente al Museo Americano de Historia Natural de la ciudad de Nueva York, pidieron que la estatua fuese fundida y destruida en lugar de ser enviada a la Biblioteca Theodore Roosevelt en Dakota del Norte.[7] Jefferson, Washington, San Junípero Serra, Colón, Lincoln y muchos más han sentido el látigo de los nuevos revolucionarios culturales cuya ira tiene como base una narrativa tóxica de la historia estadounidense, que ve a Estados Unidos y de hecho, a todos los europeos que llegan a tierras del Nuevo Mundo, bajo una luz muy parecida a Putin, como bárbaros y como criminales de guerra.

En lugar de apelar a la historia, o incluso a lo moral, a los políticos estadounidenses les hubiese ido mejor si apelaran a los intereses nacionales chinos (lo mismo aplica, en diferentes circunstancias, a entender los intereses nacionales saudíes o hindúes). Pero en este punto Estados Unidos tiene un problema. Si China ve a Estados Unidos en lugar de a Rusia como el gran adversario potencial o el obstáculo para sus ambiciones, entonces tiene mucho sentido que se equivoquen. Tanto China como Rusia (e Irán y Turquía, y otros) han escrito y tienen la intención de escribir los libros de historia donde ellos son los triunfantes vencedores y nosotros somos los que salimos derrotados.

*Alberto M. Fernández es vicepresidente de MEMRI.


[1] Whitehouse.gov/briefing-room/press-briefings/2022/03/18/press-briefing-by-press-secretary-jen-psaki-march-18-2022, 18 de marzo, 2022.

[2] Commonreader.wustl.edu/the-korean-war-the-chinese-remember-while-americans-forget, 21 de octubre, 2021.

[3] Hollywoodreporter.com/movies/movie-reviews/the-battle-at-lake-changjin-review-1235046896, 12 de noviembre, 2021.

[4] Pbs.org/wgbh/americanexperience/films/chosin, 1 de noviembre, 2016.

[5] Taskandpurpose.com/entertainment/china-movie-battle-chosin-reservoir-noth-korea, 29 de noviembre, 2021.

[6] Nytimes.com/interactive/2019/08/14/magazine/1619-america-slavery.html, 14 de agosto, 2019.

[7] Nypost.com/2022/03/12/teddy-roosevelt-statue-should-be-melted-petition, 12 de marzo, 2022.

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