El portal de la oposición liberal egipcia Mada Masr publicó un artículo que, inusualmente, describe las experiencias vividas por un joven homosexual egipcio y la situación que padece la comunidad LGBT en el país. El individuo cuenta la manera en que fue atacado por unos matones que lo contactaron a través de una aplicación de citas y agrega que tales ataques son muy comunes y que los atacantes aparentemente actúan con el conocimiento y consentimiento silencioso de las autoridades en el país. Lamentando que los homosexuales egipcios no reciben ningún tipo de protección por parte de los cuerpos policiales, este pide reconocer que las relaciones entre adultos que toman sus propias decisiones y consienten a ello no es ningún crimen y no debe ser utilizado como excusa para atormentar y demonizar a nadie.
Lo siguiente son extractos de su artículo:[1]
«Era un día jueves normal y yo lo contacté a través de una aplicación de citas. Comencé a sospechar algo cuando él insistió en que nos encontráramos en su casa ubicada al borde de uno de los barrios marginales de la ciudad y cuanto más insistía, más me convencí de mis sospechas… Sin embargo fui al lugar y en menos de dos horas entendí muchas cosas que ya yo conocía, he decidido compartir solo algunas de estas, ya que son cosas de las que rara vez uno habla.
«No quiero entrar en todos los detalles, en la manera cómo me amenazaron con un cuchillo, me tomaron fotografías desnudo y me robaron todos mis afectos personales y mi dinero. Quisiera hablar de otras cosas, de los comentarios hechos por este ‘individuo’ y por los otros dos que vinieron con él. Ellos destacaron que querían lastimarme y que lo hacían, hasta cierto punto, con el consentimiento silencioso de las autoridades, como forma de disuadir a la comunidad homosexual. Por supuesto que nadie confirmará todo esto. Pero muchos de mis amigos y conocidos que tuvieron experiencias similares también fueron informados por los atacantes de que actuaban en coordinación con las autoridades del país…
“Me senté desnudo en la cama, con los brazos cruzados, sin ocultar mi ansiedad. Su líder me hizo una serie de preguntas personales, asumiendo el papel de fiscal acusador, mientras revisaba mi teléfono, leía mis mensajes personales y miraba mis fotografías. Sus preguntas oscilaban entre el desprecio («Tienes amistades femeninas. Entonces ¿qué es lo que te sucede? ¿Por qué haces todas estas repugnancias») e incredulidades? («¿Sabe tu familia que haces estas cosas?»)…
«Desde la infancia, he tenido que lidiar con la ira y el odio y temía por el día en que me enfrentaría a estos heterosexuales de mentalidad estrecha que no conocen otro camino que el de dirigir toda su rabia hacia los demás, especialmente hacia los miembros de la sociedad más vulnerables. Yo sabía perfectamente lo que tenía que hacer. En estas situaciones, la resistencia y la agresión son imposibles. Solo debes rendirte y expresar remordimiento. Es inútil resistir, actuar con valentía o negarse a expresar culpa o vergüenza. Hice lo contrario: expresé considerable remordimiento (que ciertamente si sentí, no por ser homosexual sino por renunciar a todas las precauciones necesarias); mostré suficiente miedo y temor (y de hecho si tenía miedo, no de que me avergonzaran o chantajearan, sino de que lastimaran a mi familia tratando de chantajearme)…
«Mi terrible experiencia no duró mucho. Me dejaron ir luego de que me quitaran el teléfono móvil y todo mi dinero, e incluso me regresaron mi documento de identificación y me dieron suficiente dinero como para irme en bus. Y déjenme decirles que fue un gran logro. Me di cuenta de que tuve mucha suerte. Al menos no me agredieron físicamente, no me entregaron a las autoridades, ni me torturaron, tal como ha sucedido con muchos de mis amigos y conocidos de la comunidad LGBT, algunos de los cuales fueron golpeados hasta morir, les quebraron las costillas y les desfiguraron el rostro. En comparación con la suerte de muchos miembros de esta comunidad en Egipto, yo soy uno de los pocos afortunados.
«También sabía que esta no era la última vez que estos jóvenes, u otros como ellos, seducirían a alguien como yo y lo atacarían de la manera más horrenda y reprensible, solo para llevarse un teléfono móvil y algo de dinero, mucho o poco. Y sabía que ninguno de nosotros podía ir a la policía, porque si uno introduce una queja existe gran posibilidad de que seas luego perseguido por los aparatos de seguridad y encarcelado además de infligirles un grado considerable de exposición y vergüenza a ti y a tu familia Esta impotencia es el factor principal en el que confían estos ‘cazadores’ cuando presionan a sus víctimas.
«Como individuo que he sido agredido física y mentalmente, me enfrenté a un problema muy trágico… No pudieron matarme, a pesar de que yo era un ‘pervertido cuyo asesinato es totalmente lícito’, porque el asesinato… todavía posee en si un precio político y social bastante alto… También sabía que podía ir donde la policía y denunciarlos y que eventualmente ellos pudieran ser encarcelados en condiciones difíciles o peores. Pero también sabía que si lo hacía yo podría terminar en la estación de policía, donde me remitirían a las autoridades sanitarias legales, lo que supondría una espantosa violación a mi intimidad… incluso pudiera pasar de ser víctima de un intento de chantaje a ser acusado de presentar una conducta indecente. Esa es la acusación que ya han utilizado para castigar a los homosexuales, aunque Egipto no posee ninguna ley que prohíba explícitamente la homosexualidad…
«Luego de este incidente, seguí pensando obsesivamente en lo que haría si tuviera la oportunidad de vengarme de ellos. ¿Lo haría? ¿Y qué tipo de venganza satisfaría mi deseo de vengarme de ellos? La rabia que siento no es que me robaron, lo cual ciertamente da mucho miedo, sino principalmente por la forma en que se permitieron tratarme, no solo por la forma humillante en que me hablaron, sino por la forma en que trataron mi cuerpo, como si pudieran lastimarlo sin dudarlo, ni tampoco tener reparos… y otros como ellos, no tuvieron ningún problema en justificar todas sus preguntas con los ya cansados clichés con los que todos los homosexuales han estado familiarizados desde comienzos de los tiempos, por ejemplo que la homosexualidad es una enfermedad… y por lo tanto el robo y el abuso son la forma de ‘tratar’ la perversión , o que los homosexuales merecen sufrir…
“No les esconderé que pensé mucho en la venganza y en cómo causar angustia mental y moral a quienes me hicieron esto y a los demás. Porque no solo somos víctimas, sino víctimas cuyo silencio está totalmente asegurado. Nosotros y mis compañeros de la comunidad LGBT no tenemos el privilegio de apelar por ningún tipo de justicia… No podemos hacer nada más que seguir evitando el arresto y ser remitidos a las autoridades legales de la salud y evitar ser avergonzados y difamados en los medios de comunicación, lo que humillaría y desmoralizaría a nuestras familias. Estamos atrapados entre el martillo y el yunque y todos nos castigan y nos insultan rudamente. No tenemos protección contra esto y no poseemos ningún recurso ante la justicia, ni siquiera ante una justicia simbólica…
«No demonizaré a nadie. Sé muy bien lo que significa vivir en condiciones difíciles de pobreza. Pero no aceptaré excusas ni renunciaré a mi demanda de que admitan que lo que hicieron estuvo mal y que en realidad es pura maldad. Incluso en las condiciones materiales o de moral más espantosas, podemos elegir si herir o lastimar a los demás. No existe más remedio que admitir de que las relaciones íntimas entre adultos que consienten a ello no son delito y no deben ser utilizadas como excusa para demonizar a otros. Yo rechazo la autoridad moral asumida por muchos heterosexuales que piensan pueden emplear todo tipo de violencia… y siempre contra aquellos más vulnerables y en colaboración con las autoridades. Esta autoridad está esencialmente desprovista de su base moral más fundamental».
[1] Madamasr.com, 4 de enero, 2021.
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