Nace una comunidad judía en Dubái

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A través de un artículo conocí la historia de una comunidad judía que comienza, décadas después de la disolución de todas las comunidades de los países árabes (Siria, Líbano, Yemen, Argelia, Túnez, Marruecos, entre otros). Esta congregación está en los Emiratos árabes Unidos (EAU), concretamente, en Dubái, la ciudad que está haciendo ruido en todo el mundo por sus múltiples facetas de riqueza, tecnología, turismo, magnanimidad y crecimiento económico.

Un lugar al que han llegado grandes empresas, y donde se han instalado sucursales de las mejores marcas de ropa, automóviles, joyería, relojería, y demás artículos de lujo. En sus calles se ven edificios de grandes arquitectos, cada uno con un diseño más vanguardista y extravagante. Por todo ello, es un lugar al que han llegado hombres de negocios y sus familias.

Los EAU es un país donde el 85% de los habitantes corresponde a expatriados y tan solo el 15% es emiratí. En este sentido, múltiples judíos han visitado el país para trabajar o vacacionar. Si bien, la entrada de israelíes no está permitida (al menos hasta el momento en que escribo estas líneas), en caso especiales se han otorgado permisos para ellos, por lo que hay cierta presencia de israelíes en EAU (muchos de ellos con otra nacionalidad además de la israelí). Y por cierto, en el 2020 Dubái será la sede de la Feria Mundial, e Israel ya es un país invitado. Y en un contexto político, se han dado ya algunas reuniones de ministros de ambas naciones.


Hace unos meses, mi tío, el Rabino Elie Abadie, quien vive en Nueva York, me comentó que fue invitado a Dubái por esta comunidad judía recién formada para llevarles un Séfer Torá.

La primera pregunta que le hice fue si no le dio miedo ir. También le pregunté cómo ocultó su identidad judía, qué comió durante su estancia, si llevó comida kasher consigo… Me dijo que era una comunidad sui generis, que no había razón para tener miedo, que el rito de la comunidad era ortodoxo, y que ya se habían realizado servicios de Rosh Hashaná y Yom Kipur en la llamada “Villa” (más adelante explicaré qué es la Villa).

Cabe mencionar que este 2019 ha sido proclamado “Año de la Tolerancia” por el jeque Khalifa bin Zayed bin Sultan Al Nahyan, actual Presidente de los EAU. Esto como un esfuerzo por promover al país como un destino global con estabilidad y coexistencia. La reacción de la población y de las autoridades al tema de la diversidad religiosa ha sido muy bien acogida y cuidada.

A través de mi tío, me puse en contacto con el presidente de la comunidad judía de los Emiratos (Ross Kriel, con quien logré una buena amistad) para atender algunas dudas para un posible viaje. ¿Se podría conseguir vino, pan y comida para Shabat? ¿Sería posible participar en un minián para los rezos? A pesar de mis dudas y mis temores naturales, sentía mucha curiosidad por conocer el lugar.

Así que, encontrar dónde pasar Shabat en Dubái fue el primer reto.

Ross me refirió con la empresa de su esposa (Elli’s Kosher Kitchen), que ofrece servicios de banquetes y comida preparada kasher en los EAU. Cabe mencionar que es la primera empresa judía constituida legalmente en los emiratos, lanzada para ofrecer servicios especiales para la población judía que vive y/o visita el país.

Luego de tramitar todos los preparativos, logramos concretar el viaje Jacobo Mizrahi Penhos, nuestras esposas y yo. Ya estando ahí, quise ubicar la sede de la comunidad, misma que afortunada- mente estaba a no más de diez minutos caminando desde el hotel.

El viernes por la tarde, llegamos a la recién montada sinagoga. Fuimos recibidos con cariño por las personas que estaban ahí, quienes nos dieron la bienvenida. A los pocos minutos llegó Ross, mi anfitrión, impecablemente vestido para Shabat: traje, camisa y un simpático sombrero. Mientras platicábamos, el minián se fue juntando.

Luego llegó Alex, un judío proveniente de Antwerp (Amberes), Bélgica. Hijo de sobrevivientes del Holocausto, Alex estudió en una yeshivá de línea jasídica, y terminó dedicándose a los diamantes, por lo que la vida lo llevó a vivir en Dubái. Una vez ahí, él fue, junto con Ross, uno de los que iniciaron esta comunidad.

Nos contaron que la idea original fue sencilla, que aun sabiendo que había más judíos viviendo en Dubái (pero que no todos eran identificables, por obvias razones) se reunirían para rezar en Shabat. Aunque fuera en rezo individual, lo harían juntos, y de esa manera invitarían a viajeros o amigos que fueran conociendo para que se unieran al grupo.

Una vez concluido el rezo de Shabat del viernes, Ross nos invitó a cenar en su casa con su familia y amigos. Caminamos unos cinco minutos a su domicilio, y él y su esposa nos recibieron increíblemente, como si nos conocieran de toda la vida.

Pasamos una noche inolvidable, platicamos y compartimos datos de la Comunidad Judía de México. Nos dijeron que éramos los primeros judíos mexicanos que habían visto por ahí.

Ross nos contó que él había nacido en Johannesburgo, Sudáfrica. Yo le platiqué que, debido a mi trabajo en The Shabbos Project, conocía y tenía una relación muy cercana con el Rabino Warren Goldstein, Rabino Principal de Sudáfrica y fundador de dicho proyecto. Resulta que el Rab. Goldstein había casado a Ross y a su esposa, y que habían asistido a la misma sinagoga cuando aun vivían ahí.

Pero lo más interesante fue lo que nos platicó Ross sobre cómo se formó la comunidad judía de Dubái, y cómo es el vivir en los EAU.

Como ya mencioné, la comunidad comenzó como un grupo informal de conocidos, judíos que por una u otra razón estaban viviendo y trabajando ahí. Se empezaron a juntar para rezar en Shabat, hasta lograr montar un espacio físico para una pequeña sinagoga.

En cuanto a los aspectos políticos de vivir en los EAU, nos explicaron que en sí, la tierra de los siete emiratos que conforman al país es regida por familias gobernantes (bajo el esquema de una monarquía constitucional).

Por otro lado, al ser el Islam la religión oficial, la ley que impera en los EAU (junto con el derecho civil) es la sharía (ley islámica). Esto significa que cualquier asunto referente a temas de religión diferente a la islámica, debe ser atendido con mucha atención, tanto en términos logísticos, como operativos y de seguridad (aunado al de por sí alto grado de control que existe en los EAU con respecto a seguridad).

La recién formada comunidad pudo ocupar una propiedad, a la cual llamaron la “Villa”; y el consentimiento para operar como representantes de la religión judía en Dubái. También obtuvieron la autorización para importar un Séfer Torá y para llevar a cabo los ritos judíos en la ciudad. Ahora la congregación es aceptada y apoyada calurosamente entre otras comunidades, en el marco del “Año de la Tolerancia” mencionado anteriormente.

En cuanto al funcionamiento interno de la comunidad, sus dirigentes, con gran inteligencia, lograron una serie de acuerdos para dar lugar a judíos de distintos orígenes y grados de religiosidad, creando un ambiente en el que todos pueden convivir y sentirse cómodos. Menciono algunos de ellos:

Los rezos se realizan de forma ortodoxa, con una separación entre hombres y mujeres. El rito en sí es una mezcla de costumbres, combinando el orden ashkenazí y el sefaradí (y siempre en voz alta como hacemos los sefaradíes). Alex prepara cada semana la lectura de la perashá (la cual lee al estilo ashkenazí), y Ross comparte algunas reflexiones de Torá, seguidas de un almuerzo de Shabat.

Toda la comida se hace kasher. Gracias a los conocimientos profesionales de una mujer de la comunidad llamada Tina (quien es experta en operaciones), ella se puso a analizar el tema de la Kashrut, dadas las restricciones y los requerimientos en cuanto a insumos para la elaboración de alimentos kasher. Todo se hace ahí mismo, fresco. Sí llegan a importar productos de otros países (particularmente vino y carne), pero dadas las complicaciones logísticas de la importación, lo hacen únicamente para ocasiones especiales. En términos generales, su alimentación se ha resuelto volviendo a los básicos, por así decirlo, solucionando el problema de raíz.

La Villa está dividida en varios espacios: la sinagoga, el comedor, y un área de convivencia familiar. En la parte superior tienen unas recámaras para los visitantes que se están hospedando lejos de la Villa, y que requieren estar cerca durante Shabat o fiestas. (Aunque en realidad casi no se usan éstas, ya que al estar la Villa en la zona hotelera de Jumeirah, hay suficientes cuartos para alojar a multitudes.)

Todos participan activamente, con lo que se refuerza el espíritu de comunidad.

Recientemente han contratado a un rabino con sede en Nueva York, el Rab. Yehuda Sarna. Él estará oficialmente a cargo de la representatividad judía en los EAU. Otros grupos judíos han tenido iniciativas para establecerse en Dubái (tales como Chabad), pero éste es el único grupo que las autoridades han reconocido como representantes de la religión judía en el país.

Esta Villa permite que judíos de todo el mundo que viven en Dubái, o que visitan la ciudad, puedan convivir en un ambiente judío en este país árabe. De hecho, uno de los invitados en la cena de Ross es un abogado israelí que ha visitado Dubái desde hace unos veinte años; nos contó que hasta hace poco, no había podido pasar un Shabat en el lugar. Hoy hay judíos ashkenazíes, sefaradíes, ortodoxos, seculares, sudafricanos, franceses, ingleses, estadounidenses, etcétera, quienes han encontrado una fórmula de convivencia con tolerancia y respeto, para revivir un judaísmo que se lleva en la sangre pero que hasta hace poco no se podía vivir en ese lugar.

Hoy, en un Shabat típico en Dubái puede haber al menos unas treinta personas rezando. También hay minián en los días que se lee el Séfer Torá y en las festividades. De hecho, en las últimas Fiestas Mayores se realizaron los rezos con unas 180 personas. La población es mayoritariamente de familias jóvenes.

Vivimos un Shabat único. Puedo decir que lo más hermoso fue ver la hermandad que se vive entre judíos que, aun estando en un país lejano y remoto, sin conocerse se abrazan. La sensación de sentirse en familia, encontrar gente en común, la preocupación y amistad que se entabla con gente que te recibe en su casa sin siquiera conocerte…

Es un motivo más para sentirnos orgullosos por el gran honor y privilegio de ser judíos. Invito a toda la gente a que, cuando viaje a cualquier ciudad del mundo, busque vivir un Shabat con las comunidades locales. Así es que se logran lazos de fraternidad, así es que cultivamos experiencias únicas, demostrando con orgullo nuestro credo y origen. Así es que confirmamos la frase de Tehilim que dice: “Hine ma tov u ma naím, shebet ajim gam yajad“… “Qué bueno y qué agradable es ver sentados a los hermanos juntos.”

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