Netanyahu en la cuerda floja

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“Las denuncias de que Israel se está preparando para una acción militar contra Siria carecen de fundamento”, dijo ayer el primer ministro Binyamin Netanyahu.

Según él, esos rumores son difundidos por Irán y Hezbolá para desviar la atención de la comunidad internacional, la cual está aún en el proceso de preparar sanciones contra Teherán.

En este sentido, Netanyahu ha expresado un interesante punto de vista: sólo mencionó sanciones que incluyan un embargo petrolero contra la República Islámica, a sabiendas de que no es hacia este tipo de sanciones que se dirigen los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.


El Primer Ministro israelí tampoco cree que este Consejo apruebe un embargo sobre el oro negro y sus derivados, ” lo que causaría un verdadero problema para el régimen iraní y lo obligaría a replantear la continuación de su programa nuclear.”

Netanyahu ha reiterado en público lo que él pide en privado al presidente Obama: que adopte sanciones eficaces fuera de la ONU. El primer ministro confía en que otros estados importantes se unirán a los Estados Unidos para implementarlas.

Por último, Benjamín Netanyahu se mostró pesimista sobre la posibilidad de que la comunidad internacional establezca sanciones de esa índole durante el próximo mes de mayo.

Asímismo, el primer ministro israelí definió la posición israelí ante el conflicto con Irán. Jerusalem considera la posibilidad de sanciones económicas, pero sólo si se impone un embargo sobre los productos derivados del petróleo. De otra manera, no las cree en absoluto efectivas. Se opone al intercambio de uranio, considerado en septiembre de 2009, considerando que no resuelve nada.

Hemos tomado nota de cuatro puntos de importancia con respecto a la posición de Israel:

1. Es estratégicamente correcta.

2. En su premisa oficial al menos, Estados Unidos y los países occidentales no comparten ninguna de las condiciones formuladas en Jerusalem. Estratégicamente hablando, la manera en que ellos pretenden actuar no impedirá que la teocracia chiíta adquiera el arma definitiva para el año 2013 a más tardar. Hecho del cual los poderes en cuestión están perfectamente conscientes.

3. Barack Obama es el único que tiene la oportunidad de respaldar la posición israelí. Si así fuera, otras democracias occidentales seguirían inmediatamente.

Netanyahu ejerce una contra presión constante sobre Obama en este sentido: “Aceptamos todas las medidas de fomento de la confianza con los palestinos – incluyendo “congelar” la construcción en Jerusalem, proyecto que, de hecho, ya ha dado inicio – a cambio del embargo de petróleo contra Teherán y una fecha límite para detener el programa nuclear por medios diplomáticos”.

Israel apuesta a una “vuelta a la razón” del presidente de EE.UU., ayudado por la intransigencia y la agresividad de los Ayatolas, las presiones, paralelas a la de Israel, de Francia, el Reino Unido, Alemania y lobbies pro-israelíes, así como por el declive de la popularidad del Presidente.

En cualquier caso, Israel no tiene más remedio que seguir esa política, aunque en la actualidad parece tener pocas posibilidades de éxito. Un ataque en solitario contra las fábricas de destrucción masiva, pasando por alto los esfuerzos diplomáticos de Washington traería secuelas trágicas a la seguridad y la economía de Israel.

4. Lo único que Netanyahu no dice es que Israel, a su vez, establecerá un plazo para lograrse una solución pacífica. Después de este tiempo límite, cuando Jerusalem considere que los intentos diplomáticos para resolver la crisis han fracasado, tendrá la libertad de actuar por su cuenta.

Cuanto más Israel espere, sin correr el riesgo de perder el punto de no retorno en el desarrollo de la bomba iraní, mejor su posición a nivel internacional.

Cuanto más se multipliquen los casos en que Obama posponga los plazos que él mismo aprobó, más sufrirá la humillación de los jefes del régimen islámico. Esta posición aparecerá como amenazante para la seguridad del mundo.

Cuanto más creíble sea la posición de Israel, más tendrá la libertad de tomar decisiones e incrementar el número de sus aliados.

Estos aliados son el establishment militar estadounidense, que, por conducto del Secretario de Estado en el Ministerio de Defensa, Robert Gates, disienten formalmente de cómo la Casa Blanca trata el tema del Pérsico; ambas cámaras del Congreso, que tiene una imagen más realista que el Presidente del conflicto; los líderes europeos, que temen, con amplia razón, por el futuro de su continente; y los principales estados árabes sunitas, preocupados, tanto o más que Israel, por su seguridad y estabilidad.

A este respecto, debe tenerse presente que los países árabes rechazaron enérgicamente las propuestas de quienes, en la Liga Árabe y la Conferencia Islámica, hablaron de un acercamiento con Teherán.

Observemos, para concluir esta actualización de la situación iraní, que no está claro, si Jerusalén actúa sutilmente cuando llegue el momento, con la ayuda de los aliados europeos y los senadores y diputados de los EE.UU., que Obama poseerá el poder político necesario para oponerse a Netanyahu. Siempre y cuando éste último logra establecer evidencia que ha llegado el momento límite para evitar que Irán adquiera armas nucleares y que cualquier otra actitud errónea tendrá consecuencias peligrosas.

En nuestra humilde opinión, Barack Obama tiene suficiente instinto político, a falta de comprensión de estrategia global, para no tener que hacer frente a un semejante embrollo. Creemos que se apegará a la posición de Israel antes de quedarse entre la espada y la pared, mostrando a la opinión pública que se trata de su decisión política propia. Liderará la lucha contra la bomba chií, dejando probablemente fuera de la misma a Israel.

Eso no molestará en nada al Estado judío, que no pretende convertirse en la primera potencia mundial, sino deshacerse del peligro persa.

Pero ¡cuidado! Si Netanyahu tiene una carta de triunfo en su juego, el pote es explosivo y la apuesta enorme. Una torpeza más tipo Elie Yishai, un paso en falso, un error sobre la cuestión palestina ( acaba de proponer la creación inmediata de un estado palestino con fronteras temporales,¡es difícil alejarse de la doctrina tradicional del Likud! ), un error de sincronización, un término mal pesado, ambiguo, e Israel podría tener que enfrentar lo peor:

Una ruptura real con su mejor y único aliado estratégico real.

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