Un pugilato verbal sin precedentes en la historia política de Israel se ha conocido en los últimos minutos (a las 20.30 horas del país). El primero en aparecer en escena fue Naftalí Bennet anunciando de hecho una ruptura en las conversaciones que sostuvo en las últimas dos semanas con Netanyahu con el propósito de levantar un nuevo gobierno en el país.
El líder de Derecha explicó en todos los medios que sus gestiones con Bibi encaminadas a concertar un efectivo entendimiento habrían fracasado debido a las exigencias desmesuradas de este último. Agregó que la exigencia de nuevas elecciones para decidir solamente quién será el futuro Primer ministro del país no es aceptable.
Se considera que esta actitud de Bennet es producto de un previo entendimiento con Yair Lapid quien logró 17 lugares en la Knesset en contraste con los 7 del primero. Sin embargo, aunados por la aspiración de desalojar a Netanyahu, Lapid se inclina a concederle el puesto de Primer ministro al líder de Derecha por un tiempo que aún deben acordar, que incluiría la composición final del gabinete.
Muy poco después Netanyahu se presentó en las cadenas televisivas para señalar la presunta falsedad y engaño de las intenciones de Bennet que gozaría en sus palabras ” del apoyo de la izquierda.” Reclamó la realización de un torneo electoral personal para resolver quién debe ser el Primer ministro del país, modalidad que es absolutamente extraña a las prácticas políticas de Israel.
Este tenso duelo personal tiene lugar mientras el porcentaje de abierto desempleo en el país roza el diez por ciento de la población activa. Ocurre que la compensación al desocupado es en este país relativamente alta (más de mil dólares mensuales), circunstancia que inhibe en múltiples casos la inclinación a emplearse por una cifra apenas superior.
Si en las próximas dos semanas Netanyahu no acierta a constituir una coalición gubernamental, el presidente Reuvén Rivlin deberá decidir si otorga a Lapid la posibilidad de instituir una nueva coalición gubernamental, probablemente bajo el liderazgo de Bennet. Ambos parecen coincidir en la necesidad de alejar a Bibi a la oposición.
Una pregunta surge en los últimos minutos en no pocos círculos: ¿Hasta cuándo y hasta dónde los miembros del Likud hoy jefaturado por Netanyahu mantendrán la unánime lealtad personal que hasta el momento han revelado?
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