A inicios de los años noventa, un descubrimiento cambió las neurociencias. Se encontraron las llamadas neuronas espejo, las cuales se notaron mediante estudios de imagen del cerebro que se activaban cada vez que se realizaba un movimiento. Pero los sorprendente es que las misma región del cerebro se activaba también cuando se observaba a otro hacer ese movimiento. El experimento fue realizado en monos y le pusieron el nombre de neuronas espejo porque reflejaban de alguna manera la acción del otro animal .
Este experimento fue realizado por científicos italianos de la Universidad de Parma y desató muchas preguntas e implicaciones inmediatas. Algunos, como el científico Marco Iacobini, enfocan en estas células el origen de nuestros sentimientos empáticos. Son las neuronas de la misma región del cerebro las que se activan cuando vemos un movimiento en alguien realizarlo, es como si nosotros mismos lo estuviéramos realizando. Con la reserva, por supuesto, de que la activación sucede con una menor intensidad. Esto parece indicar que nuestro cerebro se pone en el lugar del prójimo y es por eso que nos sentimos tristes cuando vemos a alguien triste o dolor cuando vemos a alguien tener una caída. Es decir, si observamos o escuchamos que alguien tiene dolor, entonces nuestro cerebro procesa esa información y refleja la misma sensación, aunque en mucho menor intensidad, el dolor que nosotros sentiríamos en esa situación.
Además de la empatía, algunos científicos relacionan el descubrimiento de estas neuronas con patrones de imitación que podría ser uno de los factores que propicia el lenguaje y la asimilación de movimientos. De esta manera se podría llegar a desarrollar terapias para el autismo y desórdenes del lenguaje.
En 2010 llegó la primera documentación de las llamada neuronas espejo por medio de estudios con electrodos, así que hay consenso de que estas neuronas existen. Sin embargo, donde no hay consenso es en cuanto que estas neuronas originen la empatía y el lenguaje o no. De hecho, lo que se observa es asociación, no se sabe a ciencia cierta si el hecho de que se active la misma región del cerebro quiere decir que de hecho comprendemos lo que significa o simplemente lo asociamos.
En caso de haber descubierto el origen de la empatía hay muchas cuestiones que replantear. Es entonces la empatía un comportamiento humano natural que no se deriva de instituciones morales o sociales para subsistir. Es decir, no sería necesaria la religión o cualquier tipo de principio moral presente en nuestro entorno para que los hombres y mujeres nos “pusiéramos en los zapatos del otro”. Y es que a veces existe el miedo de que personas que no tienen religión no sean educadas para ser “buenas”. En caso de que la empatía sea completamente natural, una persona sin exposición a ningún adoctrinamiento moral es completamente capaz de tener principios éticos que sean “naturales” y derivados de la empatía.
Existe todavía la discusión de los derechos humanos, de su existencia y de su fundamento. Hay algunas corrientes que piensan que los hombres tenemos ciertos derechos naturales que son universales; algunos dirán que son revelados por una divinidad, otros dirán que se derivan de un consenso social (y por lo tanto temporales); otros que sirven mientras hagan más feliz a la sociedad en general, y otros que los derechos humanos no son tan inherentes al humanos y que sólo son válidos en tanto estén codificados en una carta legal. Pero las neuronas espejo podrían ser la base de un nuevo argumento a favor de los derechos humanos: sin importar si son revelados por alguien, si son consensuales o si son legales, la empatía puede ser la base de una nueva universalidad. Si todos generalmente sentimos dolor cuando somos golpeados, entonces sentir dolor por el vecino puede ser la fuente de un derecho universal a no ser golpeado. De esta manera no se necesitaría buscar fuentes extrañas de los derechos humanos, más que la pura biología.
Antes hemos hablado ya de racionalidad, de irracionalidad y de sus implicaciones. El hecho de que la empatía sea un componente biológico del ser humano, podría propiciar el comportamiento altruista, a lo cual se justificaría de manera teórica y posiblemente generalizada la existencia de irracionalidades (en tanto a la racionalidad motivada por el egoísta). Aunque claro, un defensor de las teorías de elección racional podría siempre decir que está en nuestro interés no sentirnos mal por los otros y por eso el comportamiento supuestamente “altruista”.
Todavía no hay investigación absolutamente concluyente, pero conforme la tecnología avanza, somos más capaces de comprender cuáles son nuestros motivos naturales para sentir empatía, al tiempo que se desarrollan más y mejores terapias para diferentes problemas relacionados con la psique. Derivado de estos descubrimientos ¿Qué otras implicaciones fuertes puede haber?
*Agradezco a Tere Vale por motivar una vez más mi curiosidad en este tema.
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