“NEVER LET ME GO” Dirige: Mark Romanek. Actúan: Carey Mulligan, Andrew Garfield, Keira Knightley
Basada en la aclamada novela del escritor japonés nacionalizado en Inglaterra Kazuo Ishiguro (considerada por la revista TIME como “la mejor novela de la década), por fin se estrena en nuestro país esta película de culto que sorprendió a la crítica internacional en todo el mundo, y que sorprendió aún más cuando fue completamente ignorada en las nominaciones y la entrega de los Oscares de este año.
Se trata de un drama desgarrador con ligeros y sutiles tintes de ciencia ficción que despierta importantes reflexiones sobre el amor, el paso del tiempo, la amistad, y sobretodo, las emociones, o lo que sea que tenemos que nos hace humanos.
Ya sé, probablemente el párrafo anterior acaba de inspirarle al lector una enorme flojera hacia ver esta película, pero no se dejen engañar por su título, ni por lo que acabo de escribir. La película es simplemente grandiosa, y lejos de tratarse de un melodrama barato y predecible, nos encontramos más bien ante una historia profundamente originalidad, que destaca por su astucia, por su narrativa contundente y por la gran forma en la que está contada.
La historia inicia en un elegante internado inglés en los años 70s, donde los niños son creados para ser seres humanos perfectos: absolutamente saludables, totalmente abiertos a impulsos artísticos, y con una educación de primera. Todos ahí son “especiales”. Sin amargo, pertenecer a esta especie de “academia de los X-Men” del mundo real tiene su precio: al graduarse y convertirse en adultos, estos adultos descubrirán que no son más que clones, replicas, y que su único fin en esta vida es donar todos sus órganos para que la gente “normal” del mundo pueda vivir 100 años.
La premisa podría remitir a grandes obras de ciencia ficción como “Gattaca”, “El Sexto Día”, “La Isla” o la gran película mexicana próxima a estrenarse “Depositarios”, pero déjenme asegurarles que esta película no tiene NADA que ver con las anteriormente mencionadas, y eso es precisamente por el giro de género que se le da a la historia. La parte de la ciencia ficción, y de la explicación de este mundo idéntico al nuestro en todas sus décadas (70s, 80s, 90s) pero con la gran variación de la clonación, nunca aparece en la película. Esta ciencia ficción solo está presente de modo muy sutil, casi invisible. El dilema ético de la clonación ni siquiera es mencionado. Por lo tanto, la historia se centra más bien en el drama que viven sus personajes, 2 chicas y un hombre, donantes de órganos, egresados de esta institución, que viven sin conocer otro estilo de vida, y ni siquiera cuestionan su humanidad o el verdadero propósito de su alma: el amor.
Cada uno de los 3 personajes se desarrolla de forma sorprendente en medio de un triángulo amoroso bien ejecutado por el director Mark Romanek, famoso por dirigir varios videoclips de artistas importantes y por el thriller “One Hour Photo” con Robin Williams, que ahora incursiona en el drama y sale más que bien librado.
La dirección de la película es estupenda, así como el montaje y la forma en la que el director va armando esta historia, que inicia con niños en un internado, como si estuviéramos viendo una gran “película-basada-en-una-novela-de-Stephen-King”, y después, abandona rápidamente este mundo stephenkingiano para adentrarse en el caótico y perverso mundo real, en el que hay pocas esperanzas para estos seres donantes, o más bien, solo una: el amor.
Al final, después de este gran viaje, el espectador está tan enamorado de estos 3 personajes, que perder tan solo a uno de ellos se siente como si estuviéramos perdiendo una gran parte de nuestra alma. Y debo decir que eso definitivamente quiere decir que el director ha creado personajes muy humanos. Más que humanos: inolvidables.
Lo bueno es que nosotros lo sabemos y lo sabremos por siempre. Lo malo es que ellos no.
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