No hay materia santa

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Toda religión tiene tres estratos: el inocente, el letrado o teológico, y el iluminado o alto. El lenguaje de toda religión, a su vez, se compone de palabras comunes, de proposiciones doctas o filosóficas, y de poesía.

Las palabras comunes como “fe”, “caridad” y “bonanza” son usadas por los inocentes, por los que ven en la religión una vida estable. Las proposiciones doctas, como las que leemos en los libros de Maimónides, Santo Tomás o Ibn Masarra, componen la teología, que es sistematización de dogmas. Y la poesía, los versos de San Juan de la Cruz, de Judá Haleví o de Firdusi, dan cuerpo a la mística. Mística, teología y lenguaje constituyen, así, toda religión.

Dividamos la estructura de toda religión de un modo filosófico, recordando las viejas categorías aristotélicas, a saber: materia, forma y condición. Pero antes conviene hacer una aclaración: toda materia, toda forma o todo conjunto de condiciones tiene un modo existencial “sustantivo” y otro “sustancial”. Lo “sustancial”, dice el doctor Zubiri, es lo meramente material; lo “sustantivo”, en cambio, es materia más vida.


Pero no creamos que la silla, por ejemplo, es grosero ente “sustancial” porque no tiene vida, no: ésta tiene una vida de silla sólo cuando alguien la usa para sentarse. Todo objeto, fenoménico o eidético, tiene su parte “sustancial”, química y física, y su parte “sustantiva”, psíquica y social.

La materia de la religión, su razón de ser, es la mística. Vida mística llevan los que pueden andar con los ojos cerrados, o sólo guiados por una “fe” más fuerte que la “luz del medio día”, que dice San Juan de la Cruz, luz que sólo puede ser expresada, quiérase o no, poéticamente. La poesía es la forma de la materia mística, que es la materia de la religión. Las tres categorías supradichas, materia, forma y condición, traducidas a un lenguaje filosófico más complejo, “científico”, hacen remisión a estas otras: necesidad, contingencia y libertad, respectivamente.

¿Es necesaria la religión? ¿Fue la religión una contingencia o accidente? ¿Podemos ser libres bajo la férula de la religión? Judíos, islámicos y cristianos creen que su religión es necesaria, y más cuando ignoran la historia de las religiones, que según Renán acabaría con las mismas. El místico suele confundir historia con epopeya.

El judío cree que la materia del mundo es judía y el cristiano que es cristiana. Para el islámico, por ejemplo, la materia del mundo es islámica, y judaísmo y cristianismo son vagas formas o contingencias metafísicas del islamismo. Usando tales categorías filosóficas, heredadas de Aristóteles y comentadas por Maimónides, el judío razona que por tales o cuales condiciones o libertades humanas pudo devenir al mundo el cristianismo, y el cristiano que Grecia y Roma, que no conocieron a Jesucristo, fueron civilizaciones ciegas a la verdadera religión.

La falta de filosofía causa que la religión sea “sustancial”, casi “científica”, constreñida por la materia, no “sustantiva”. Ser judío no es celebrar la materia judía, la tierra judía, sino intentar enriquecer el judaísmo con artes nuevas, y sobre todo trabajar para que existan las condiciones que permitan el judaísmo. El religioso poco permisivo, el que ve pecado donde se usa mal el lenguaje litúrgico, por ejemplo, creyendo que cuida su “Torá” o su “Alcorán” lo empobrece, lo mancha en la “sustancia” y rara vez lo “sustantiva”, esto es, rara vez expande su substancia, la palabra, a otras regiones.

En los “Tres estudios sobre pensamiento y mística hispanomusulmanes”, de Asín Palacios, leemos: “En los primeros tiempos, España estuvo vacía de ciencia; ninguno de sus naturales se hizo célebre por este título. Sólo hay memoria de que existían, en algunas religiones, antiguos talismanes, obra de los reyes de Roma, según se creía unánimemente… Y así continuó, falta de estudios filosóficos, hasta que la conquistaron”. ¿Pelean palestinos y judíos por una materia o tierra, por contingencias políticas y económicas o por imponer sus intelectos, su palabra?

La palabra “yihad”, que viene de la raíz árabe “y-h-d”, significa “tesón”, “esfuerzo”, comenta Bernard Lewis, profundo conocedor del mundo islámico con cátedra en la Universidad de Princeton. El término “yihad”, leído desde una postura materialista, puede hablarnos de guerra, pero leído con ojo poético puede hablarnos de “perseverancia”, de “valor”.

Sostenía Bloom que Scholem pudo refrescar la filología judía extractando antiquísimas imágenes mentales de los viejos escritos cabalísticos, que delatan cuáles fueron las fuentes verdaderas de las que se alimentó el judaísmo. La teología judía, explica André Chouraqui, gran traductor bíblico, se dio gracias al encuentro del talmudismo con el islamismo, que se mejoró merced al platonismo y al aristotelismo. ¿Qué sería de las tres grandes religiones sin Aristóteles? ¿Han olvidado los islamistas las deudas que tienen con la filosofía helénica? ¿Han olvidado los judíos lo que deben a Aristóteles? ¿Han olvidado los cristianos que Santo Tomás fue grande debido al pensamiento aristotélico?

¿No es el aristotelismo punto de encuentro para conciliar átomos mosaicos, mahometanos y paulinos? ¿Qué significa ser fundamentalista? Filosóficamente, que creemos en una materia judía o cristiana, o en una física musulmana, o en una materia santa. ¿Y qué es ser terrorista? Es imponer las formas que sólo nosotros, judíos, cristianos o islámicos, vemos en la materia. Sólo la filosofía puede batallar contra el vulgar uso de las palabras, contra las filosofías ilógicas y contra el arte propagandístico.

 

Acerca de Edvard Zeind Palafox

Edvard Zeind Palafox   es Redactor Publicitario – Planner, Licenciado en Mercadotecnia y Publicidad (UNIMEX), con una Maestría en Mercadotecnia (con Mención Honorífica en UPAEP). Es Catedrático de tiempo completo, ha participado en congresos como expositor a nivel nacional.

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