“¿Qué es Facebook?”, le pregunta una abuela a su nieto. Su nieto muy emocionado le responde: “¡Es un lugar donde puedes encontrar a todos tus amigos del pasado!”, a lo que su abuela muy decepcionada le contesta: “Entonces diga, cementerio.”
En la Parashá que vamos a ver esta semana (LejLejá – ve para ti) hay algunos comentaristas que lo explican desde el punto de vista espiritual, y hacen referencia a que nuestras almas cuando están en el cielo, Di–s les ordena: “ve a ese mundo” para que así pasen al plano terrenal.
Surge entonces la pregunta: ¿Por qué, si al estar las almas en un mundo espiritual, Di–s las envía aquí, a un mundo material? Si se supone que lo mejor es buscar la espiritualidad, entonces ¿por qué debemos estar aquí?
Se puede dividir al mundo en dos partes: el mundo occidental que está enfocado en la parte material y se olvida de la parte espiritual, esto se puede observar que la mayoría de los católicos y evangélicos dejan a un lado la parte espiritual y se enfocan en lo material: moda, la relación con su compañero, etc., y el mundo oriental que se centra más en la parte espiritual y deja a un lado la parte material. Esto se observa en los musulmanes, los budistas, etc.
La pregunta es: ¿Y quién tiene la razón?
Si todo es únicamente la parte material, entonces ¿por qué tenemos alma? y si todo es solo la parte espiritual, entonces ¿por qué no nos quedamos “arriba”?
La respuesta a todo esto es que lo más importante es la combinación de lo material y lo espiritual. Por tanto, si logramos combinar y elevar lo material a un lugar espiritual, se ha logrado hacer el trabajo en este mundo.
En Yom Kipur, repetimos algunas veces en nuestras oraciones el párrafo en el que el Cohen Gadol salpica sangre en el templo, una vez hacia arriba y siete veces hacia abajo. Este proceder hace alusión a que el alma tiene su origen arriba en el cielo y en siete cosas mundanas (que cambian conforme la época).
Por ejemplo, si se tiene un número uno y siete números cero y se pone el número uno al principio seguido de siete números cero, se logra obtener la cifra de diez millones (10.000.000), pero si se pone el número uno al final, por cada cero que se antepone al uno hace que se vaya disminuyendo el valor de ese uno hasta no tener casi nada.
Por ello, cuando uno pone al principio lo espiritual (el número uno), todas las cosas materiales (los ceros) que vienen después se suman (diez millones) pues fortalecen el alma a través de bendiciones y demás cosas buenas que se consiguen de las cosas materiales. Pero si uno antepone las cosas materiales al inicio y al final algo de espiritualidad, las cosas materiales disminuyen el valor de lo espiritual.
Sucede como en el cuento de aquel que llega al mercado y pregunta: “¿Cuánto vale el paquete de nueces?”. El mercader le responde que vale $15.000. Entonces el otro le pregunta que en cuánto él las consigue. El vendedor le responde que a $10.000, pero que él las vende un poco más caras.
Ese señor ve que están con cáscara y le dice pero, “¿por qué tengo que pagarte el peso de la cáscara?”. “Porque a mí me toca a pagar por eso también al proveedor”, le contesta el mercader. Así que al siguiente día llega este señor con 10 kilos de cáscara de nuez y se las ofrece al mercader pidiendo $5.000 por kilo, pero él le dice que no compra cáscaras.
¿Cómo que no?” –le pregunta– “si ayer me dijiste que pagabas por la cáscara también”. El mercader tratando de no reírse en su cara, le aclara que el valor de la cáscara es únicamente cuando viene con la nuez, pero sola no tiene ningún valor.
Del mismo modo las cosas materiales no tienen ningún valor si no vienen acompañadas de espiritualidad.
Es sabido que hay gente que tiene miedo del número 13, así como hay aviones que no tienen la fila de sillas con el número 13 y edificios que no tienen piso número 13. En Francia hay un lugar en el que si suman 13 las personas en una casa, se busca una persona adicional para no quedarse con un número 13 de asistentes. Todo esto tiene su origen en la última cena de Jesús, cuando la persona número 13 lo delató y lo entregó.
Pero lo interesante es que en el judaísmo hay una cierta connotación con referencia al número 13, pues todo lo que era 12 se cambió a dicho número.
Un ejemplo lo encontramos en las tribus del pueblo de Israel, originalmente eran 12 y luego se hicieron 13. Lo mismo los meses del año eran 12 y se cambian a 13. El rezo diario contiene 12 bendiciones (aparte de las tres primeras y las tres últimas que son de Shabat todo el tiempo), llegaron los Jajamim y agregaron una más y se rezan 13 bendiciones.
En el Tanaj hay un libro que se llama el libro duodécimo, pero corresponde al libro número 13.
Rabi Shimon Bar Yojai estuvo 12 años en la cueva, luego salió y regresó para estarse un año más.
Si se cuentan todas las letras de los nombres originales en hebreo de Abraham, Yizjak y Yaakov nos dan 12 y dado que D–os le agregó al nombre de Abraham una letra adicional, con lo que tenemos 13. Entonces, ¿por qué es eso así?
Como sabemos el número 6 simboliza lo material, 6 días de trabajo de la semana, 6 lados del mundo (4 puntos cardinales, arriba y abajo), el 666, etc. El número 7 simboliza lo espiritual, como el Shabat, las 7 bendiciones de los novios, 7 vueltas con los Tefilin, la semana de 7 días, 7 semanas hasta Shavuot, etc.
Cuando se saben combinar los 6 con los 7, es decir su cuerpo material con su alma espiritual, da como resultado el número 13, y por eso que ese número se considera algo muy elevado. Pero también debemos tener en cuenta que ese número por sí sólo, no tiene ningún valor. Por ejemplo, si se tienen 13 personas en una casa, el número como tal no presenta ninguna influencia, pero sí el mensaje que se encuentra detrás de todo.
La semana tiene 6 días normales que multiplicados por las 24 horas de cada día nos da un valor de 144, y la raíz cuadrada de este resultado es igual a 12, pero si se agregan las 24 horas por Shabat, obtenemos 168 y si a este valor se le adiciona la hora de más que se le agrega al Shabat obtenemos 169, número cuya raíz cuadrada es 13. El Shabat es el día en el que combinamos más lo material con lo espiritual.
En la Parashá de la semana aparece por primera vez la Mitzvá de la circuncisión, la cual se lleva a cabo en la parte más material del cuerpo del hombre. Esta es la Mitzvá más grande del judaísmo.
Existe un fenómeno que se llama eclipse lunar, ello sucede cuando el planeta tierra se encuentra entre el sol y la luna y la tierra cubre con su sombra a la luna, por lo que esta no puede recibir la luz del sol.
Así pasa con nosotros, nuestra alma se asemeja a la luna, la tierra es como nuestro cuerpo material y Di–s es como el sol, nos da la luz.
Si el planeta tierra, es decir las cosas materiales, están antes que la luna, que es nuestra alma, entonces la oculta y no podremos recibir esa luz. No es necesario anular ni hacer desaparecer la tierra, solo tenemos que ordenar las posiciones, anteponer primero lo espiritual y luego lo material, así la luna podrá recibir la luz del sol y no tendremos nunca un eclipse lunar en nuestras vidas.
Y lo dijo Albert Einstein, cada cosa que es material es temporal, es decir que no es eterna. Si uno solamente hace cosas materiales, está malgastando su tiempo en algo efímero.
Esta semana estuvimos recordando el segundo aniversario del Rabbi Ovadia Yosef, quien fuera un rabino muy reconocido. Fue tan grande que nunca se olvidó de las personas más sencillas. Él podía trabajar una noche completa para solucionar un caso complicado. Al finalizar la guerra de Yom Kipur se encontró que casi 1.000 mujeres no tenían información sobre el destino de sus maridos y él personalmente buscó la forma de encontrarle solución a la situación de cada una de ellas.
Rab Ovadia solía decir que se necesita estudiar más, más espiritualidad, pero también sabía que el trabajo no es nada más que elevarse espiritualmente. ¡Ser grande viene del poder de poder apreciar al pequeño!
La tecnología tiene un lado negativo, nos quita mucho tiempo, somos muy adictos a ella. Pero no podemos olvidar que también tiene su lado positivo, por ejemplo, podemos leer este mensaje a través del Facebook. Hoy en cualquier momento podemos aprender sobre cualquier tema sobre judaísmo. Y miles de cosas buenas se mueven gracias a eso. Este Shabat millones de judíos van a cumplir Shabat juntos, esa idea cogió mucha fuerza gracias a los redes sociales que lo aprovecharon para unirse atrás de una idea tan bonita.
Pero si no utilizamos la tecnología para cosas buenas, podemos decir que el Facebook es el cementerio más grande en donde están enterradas muchas potenciales de grandes almas.
Que Di–s nos ayude a resucitar, a aprovechar nuestra fuerza espiritual.
Con mucha esperanza de tener Shabat SHALOM,Shabat de paz, mas de todo en Israel que tanto lo necesita.
Rabino Yosef garmon.
Artículos Relacionados: