Nuestros Gobernantes (Decima Parte)

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José López Portillo
México D.F., 16 de junio de 1920 – Ciudad de México, 17 de febrero de 2004.
Presidente constitucional (1 de dic. 1976 – 30 de nov. De 1982)

Con el respaldo de su viejo amigo Echeverría, José López Portillo asumió el mandato constitucional por encima del presunto “candidato natural”, el secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia. En un ambiente confuso, y al mismo tiempo delicado en cuanto a sus finanzas -debido a los excesos de la administración anterior- JLP o como se le apodaba (Jolopo), pretendía abrirse paso; sin embargo desde el punto de vista político, esas mismas dificultades le abrían amplias posibilidades, por su carácter, oratoria y personalidad arrolladora, que demostró desde su misma toma de poder con un discurso prometedor y comprometido que fue bien visto por varios sectores de la población, convirtiéndose para muchos en una especie de salvador de la patria.

Las primeras medidas adoptadas llevaban la meta de conciliar al gobierno con los empresarios, quienes ante los desaciertos políticos y devaluación de la moneda, ya no confiaban en sus gobernantes. Hizo entre otras cosas, alianzas, reducción de impuestos de exportación y exenciones fiscales; en contraparte al sector obrero lo debilitó, aunque fortaleció las nuevas instituciones creadas por Echeverría como Fonacot y Foviste. Sin embargo las molestias obreras no se hicieron esperar y pronto surgieron -con poco éxito- movimientos para flexibilizar su política salarial.


También había descontento entre los demás partidos políticos, prueba de ello fue que no habían presentado candidaturas en las elecciones del 76; Portillo dio los primeros pasos para remediar el problema, creando en 1977 la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (lo que ahora se ha convertido en IFE), otorgándoles ciertas prestaciones, la figura de los diputados plurinominales, e incluso los dotó de partidas para gastos de campaña. Con ello afectaba la mayoría absoluta que el PRI ejercía en el Congreso.

Creó también un “Plan Global de Desarrollo”, que trataba de vincular aspectos económicos, sociales y políticos; un buen plan, pero que como todos los de la pasada administración, no cuajó, sobre todo, por las complicaciones de operación y por el desconsiderable y costoso aumento de la burocracia. Puso además en marcha un programa que llamó “Sistema Alimentario Mexicano o SAM”, que suponía una autosuficiencia en este tipo de productos. Para ello fortalecería al campo y evitaría importaciones, por lo menos en productos básicos como maíz, frijol, arroz y trigo.

Todas estas buenas intenciones con sus flamantes planes, pudieron llegar a buenos resultados, sobre todo por el descubrimiento de un gran manto petrolero en 1978; pero de nuevo la falta de previsión del presidente en turno y su equipo, colocó al país en el tobogán de una petrolización, que consideraron el único remedio a nuestros males. Estas acciones ponen a México en el cuarto lugar de la producción mundial. Sin embargo “tan honroso” lugar y lo mal administrada de la nueva riqueza, disparó un aparato burocrático aún mayor, gastos sin medida, y lo más triste, un nuevo y macro endeudamiento al aceptar todo tipo de préstamos internacionales.

Los ciudadanos olvidamos pronto la crisis en que nos habían colocado, y hasta creíamos que ya habíamos pasado a ser un país primermundista; incluso el papa Juan Pablo II nos visitó por primera vez y el gobierno dio libertad a presos políticos; también el Partido Comunista Mexicano pasó a la legalidad; pero bajo tanto oropel, el autoritarismo del presidente y la antidemocracia del sistema político mexicano, por el contrario crecía sin ser notado, hasta que vino el 18 de febrero de 1982, la caída de los precios del petróleo acompañada -por un lado- con otra devaluación del 41% de nuestra moneda, y por el otro, el 1 de septiembre del mismo año con el anuncio de la estatización (pues nacional ya era) de la banca; este último nuevo garrote que descabezó de un tajo toda una tradición muy bien lograda y por lo general positiva, que había beneficiado al país desde finales del siglo diecinueve.

Aparentemente la historia se volvía a repetir, pero en el caso de Portillo, con mayores grados de nepotismo, vicios y corrupción. Tan sólo tenemos que recordar como ejemplo la fortuna de Carlos Hank González, los desmanes de Arturo Durazo o la del propio presidente y su familia. El resultado de ese nuevo e impotente despertar, daba como resultados: una deuda al iniciar su mandato de 26 mil millones de dólares, convertida en 80 mil; un peso en 1977 de 22 por dólar, a otro de 70 en el 82, y una inflación que haría más pobres, no sólo a los pobres, sino a una clase media y alta, que de nueva cuenta había sido engañada en un relativo corto período de tiempo. Sin embargo, ante todos los mexicanos el engañado resultaba ser otro, pues con el llanto en los ojos, lleno de rabia, el teatral y carismático presidente diría para la historia: “Ya nos saquearon. México no se ha acabado. Ya no nos saquearán”.

Como de costumbre, la contraparte de un pueblo nuevamente sacrificado y maniatado ante tan burdas circunstancias, despertó su conocido ingenio para idear chistes y cuentos -como los que se señalan a continuación- que describen su desencanto:

*A JLP le dicen el Té de manzanilla, porque a todos les cae bien, pero no sirve para nada.

*¿Qué canción le canta Rosa Luz Alegría a LP?..Seré tu amante, bandido, bandido.

*¿Cuál es la diferencia entre un perro mexicano y uno extranjero?…En que el mexicano (Jolopo) nos dejó en la ruina.

Con estos magros resultados y burdos argumentos, la caída inminente del presidencialismo civil populista, y más tarde la del propio partido político caería notoriamente. No cabe duda que los vicios y artimañas que desde Echeverría se iniciaron con descaro, dejarían a la nación en un permanente puesto intermedio dentro del contexto internacional, y con una dependencia absoluta del exterior. El hundimiento y la desesperanza eran patentes ante uno de los presidentes más frívolos y lesivos que me había tocado vivir, mas sin embargo -para no variar y no perder la costumbre- el sacrificio del pueblo difundido desde el Templo Mayor, sería de nueva cuenta solicitado por el PRI partido entronizado, en boca de su próximo y flamante Tlatuani.

Miguel de la Madrid Hurtado
Colima, Col., 12 de diciembre de 1934.
Presidente constitucional (1 de dic.1982 – 30 de nov. 1988).

Como en los casos anteriores -que hemos destacado en esta serie de artículos- el nombramiento del candidato al más alto puesto ejecutivo de la nación, lo hacía el mismo presidente saliente, y en el caso del que ahora nos ocupa, no fue la excepción. El porqué López Portillo lo señaló, según parece, fue por los innumerables problemas financieros que dejaba, creyendo ingenuamente que su secretario de Programación y Presupuesto podría con el paquete que le heredaba. Sin embargo, de la Madrid no era político y su tecnocracia -desde el principio- se encaminó a que los resolvieran desde el exterior; por ello el tránsito al llamado “Neoliberalismo” se inició bajo su gobierno.

El nuevo Tlatuani de una nueva apariencia física y moral, daban nuevas esperanzas al deteriorado presidencialismo y a los eternos dueños del poder. El mentado flamante calificativo o sistema económico con el que se intenta describir una nueva teoría y postura, viene siendo a groso modo: una disminución de las barreras proteccionistas, adelgazamiento del estado, apertura comercial, privatización de industrias estatales y el ingreso, o compromiso de respetar ciertos acuerdos internacionales. Una teoría que para ese entonces se veía como una salida conveniente para lo encharcada que estaba la economía mexicana, siempre y cuando se aplicara con cabeza, rechazando o mejor dicho, no comprometiéndose a pactos en rubros desiguales. Esta tímida intentona -seguramente sugerida por los países acreedores- dio como primer resultado el ingreso de México en 1985, al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT).

Pero antes de que esto ocurriera, el flojo liderazgo presidencial produjo un mayor nivel de la corrupción en estructuras políticas y sociales. Lamentablemente el letargo que transmitía la clase gobernante se puso en evidencia en dos catástrofes; la primera, en la explosión de gas licuado en San Juan Ixhuatepec el 19 de noviembre de 1984, y la segunda, en el terremoto del 19 de septiembre de 1985, la inmovilidad del gobierno despertó la conciencia cívica ciudadana, surgiendo varias organizaciones no gubernamentales con fines políticos, sociales, culturales y altruistas.

De este nuevo tipo de organizaciones, en particular fui testigo de la gran movilidad altruista que demostró la Comunidad Judía de México. En muchos, casos por varios industriales a título personal, y en muchos otros más, con la intervención de muchas organizaciones judías previamente establecidas para ayuda a los necesitados. Todas ellas mantuvieron campañas reforzadas de emergencia por varios meses, hasta que las cosas se normalizaron. Esa conducta y disposición, abrieron en cierta forma mayores lazos entre la clase gobernante y los representantes de la comunidad.

Otro fenómeno negativo que creció por la falta de autoridad, fueron la expansión de las redes del narcotráfico. Ante señalamientos críticos de lo que sucedía en el sistema, se iniciaron los asesinatos de periodistas y un agente de la DEA, como fueron los sonados casos de Manuel Buendía y Enrique Camarena. Las esperanzas hacia un repunte generalizado se esfumó y el deterioro en todo el sexenio era la constante; por ello muchos analistas políticos lo llaman el sexenio gris.

Lo que también repuntó como símbolos negativos, fue la inflación y las constantes devaluaciones de la moneda. En el primer factor, llegamos a tener inflación de hasta un 159% en 1987; y del segundo de un peso de $197.45 por dólar en 1983, a un $2,281. Claro que lo único que nos consolaba en aquella época, es que “todos éramos millonarios”. Tal vez lo único positivo económicamente hablando que tuvo el gobierno “Delamadrista” en su penúltimo año, fue un repunte en exportaciones no petroleras.

La ineficacia en su propia tecnocracia y la falta de conocimientos políticos, volvieron a dar un cuadro grotesco en la nominación del próximo candidato. El propio partido en el poder se cimbró ante las expectativas de triunfo y popularidad del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Sin duda alguna, el proceso electoral de 1988, fue el iniciador de los controvertidos procesos sexenales a los que estamos acostumbrados en la actualidad, pues en aquel entonces y ante la desesperación de la apoltronada clase gobernante, surge como “supremo mago mayor” el secretario de Gobernación, Manuel Barttlet, quien con sus convenientes polvos llamados “caída del sistema” impidió el derrumbamiento del Revolucionario Institucional.

México perdió con de la Madrid otros 6 años, aumentando la pobreza, la desigualdad y el surgimiento de un burdo autoritarismo. Los pasos dados hacia una mayor dependencia del extranjero con el (neoliberalismo), los obligaba a nombrar un sucesor con determinadas características; por lo que éste sería forzosamente un economista, de preferencia con estudios en el extranjero, y sobre todo, que pudiera reparar lo antes posible los daños sufridos en la investidura presidencial, para así poder dar la batalla a una creciente competencia de ex priístas, que habían cometido “traición”, al haber creado nuevos partidos con el mismo tipo de cuñas, pero que ahora y según las nuevas reglas y estilos políticos de expresión, se calificaban de populistas.

Continuará…

Acerca de Jacobo Contente

Egresado de la carrera de Contador Público del ITAM, por varios años trabaja en la industria de la confección, transformación y la industria editorial.Es de destacar su actividad en organizaciones comunitarias judías mexicanas entre ellas la Comunidad Sefaradí y el Comité Central. Al mismo tiempo se dedica a la edición de varias publicaciones como la revista "Emet" (1984); periódico "Kesher" (1987) y "Foro" en 1989.Dentro del campo intelectual siempre ha tratado de mantener vigente la Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México y por lo menos un medio escrito lo suficientemente amplio, con calidad y profesionalismo como lo es "Foro", para que más de 60 escritores de México y el extranjero expresen mensualmente a través de sus páginas los pensamientos e inquietudes que forman opinión dentro del gran número de lectores que hasta la fecha tiene.Dentro de esta misma práctica de edición, ha colaborado, cuidado y diseñado más de 40 libros de escritores e instituciones que se lo solicitan y tiene en su haber tres libros histórico-biográfico y de consulta, como el "Prontuario Judaico".

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