Manuel Ávila Camacho
Teziutlán, Pue., 24 abril, 1897 – La Herradura, Edo. de Méx., 13 octubre, 1955.
Presidente constitucional, 1 de Dic.1940 – 30 Nov. 1946.
Los comicios electorales para la presidencia, que siguieron al período de Lázaro Cárdenas (1934-1940), resultaron muy violentos con numerosos muertos y heridos. México en pocos años había tenido una agitada política tendiente al socialismo con varios movimientos, como la creación de la Confederación de Trabajadores de México (C.T.M.) en 1936, el reparto agrario en la región lagunera, y en el mismo año, el rompimiento definitivo del régimen en el poder con el anterior, cuyo máximo exponente Plutarco Elías Calles, seguía moviendo los hilos del poder, que le fueron arrebatados por Cárdenas, mediante una expulsión muy sonada en aquellos tiempos, y que hasta nuestros tiempos se aplica -con otros nombres-, a todo aquel que se empalaga con la silla después de su mandato oficial, o que intenta seguir con algunas influencias políticas o de otra índole.
Debemos también recordar, que tan sólo dos años antes de que se dieran las nuevas elecciones, se efectuó la expropiación petrolera; y en el año anterior, se había fundado el Partido Acción Nacional, por lo que los ánimos electorales se habían calentado, dejando al ganador Ávila Camacho, un paquete difícil de manejar en lo interno y externo, pues aunque México y los E.U. todavía no habían entrado en la Segunda Guerra Mundial, las influencias de los diferentes bandos en disputa para conseguir posibles aliados, estaban en todo su apogeo.
Con el que a la postre resultaría apodado “presidente caballero”, nuestro país resultaría moldeado en muchos sentidos hacia un período posterior de industrialización, creándose entre muchas otras instituciones gubernamentales de servicio, el Instituto Mexicano del Seguro Social. Fue además, por su trato y personalidad, el que facilitó la reconciliación de una buena parte de la sociedad que se había dividido por las políticas radicales de don Lázaro. Claro está, que el entorno en que se vivía en ese México de preguerra, facilitaron sus acciones y hasta se cerraron filas con los vecinos del norte.
Para el 28 de mayo de 1942, don Manuel declara el estado de guerra entre México y las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón), surgiendo una alianza como pocas se han dado con los E.U. y sobre todo un caldo de cultivo para que bienes y mercancías que antes se importaban del extranjero, se empezaran a fabricar en nuestro país; incluso se dieron los primeros pasos para que una gran cantidad de trabajadores mexicanos (los llamados braceros), fueran admitidos temporalmente para colaborar en varias tareas, sobre todo en los extensos campos agrícolas que surtían en abundancia a los aliados europeos.
De todos es sabido que la participación bélica de México en el conflicto, se concretó a la participación del escuadrón 201 de la Fuerza Aérea mexicana, que partió al frente del Pacífico el 24 de julio de 1944, a poco menos de un año de mi nacimiento en el querido, y desde entonces importante puerto -también del Pacífico- de nombre Mazatlán (Tierra de Venados), en el Estado de Sinaloa, donde por cierto se habían asentado, entre Mochis, Culiacán y el citado puerto, más de 25 familias judías, cuya importancia en el comercio y la agricultura, para entonces se destacaba y que a la postre, con el crecimiento de los hijos que necesitaban educación superior, y al no haber formado una comunidad en forma -como las conocemos en nuestro días-, a la postre fueron emigrando a ciudades como Los Ángeles, Tijuana, Guadalajara y la ciudad de México; como fue este último el caso de mi familia, que siendo los que tenían niños más jóvenes, fueron de las últimas en emigrar.
Durante la presidencia de Ávila Camacho, se le dio impulso a la salud y al apoyo económico al pueblo. Se creó el Instituto Nacional de Cardiología, también el de Nutrición y el Hospital Infantil, que hasta la fecha siguen prestando buenos servicios. Como dato curioso que confirma ese tipo de cambios, sobre todo en provincia, comento que de 4 hermanos que somos, los tres mayores nacimos en la casa, asistidos por un médico de cabecera, aunque en muchos casos esa atención la prestaban las parteras; no fue sino hasta 1949, con el nacimiento de nuestro hermano menor, que las cosas cambiaron, siendo atendida nuestra madre en un recién inaugurado sanatorio. Aclaro que las condiciones descritas en los tres primeros alumbramientos, no se debieron por falta de recursos económicos, sino a falta de instalaciones apropiadas en el puerto. Algo parecido sucedía con la Milá o circuncisión de los niños judíos que nacían en Sinaloa, pues en casi todos los casos, y lógicamente con algunos meses cumplidos, a los niños nos llevaban a Guadalajara, cuando el memorable Sr. Klip, podía viajar desde la capital a esa ciudad; por lo que eran varias las operaciones y los rituales que se hacían en un mismo día.
En materia económica, se crean las primeras jubilaciones, las pensiones y la invalidez en casos de accidentes o enfermedades incurables. Todas estas iniciativas, no obstante sus imperfecciones en calidad y cantidad, resultaron todo un avance para la sociedad mexicana, pero también abrieron un campo gubernamental de control político hacia los trabajadores y el corporativismo.
En el campo de la educación don Manuel, con el ánimo de reconciliar reformó el artículo 3° constitucional, de cuyo texto retiró el término “educación socialista”, que desde 1934, irritaba a gran parte de la población; además con su secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, inició una campaña fuerte y efectiva de alfabetización. No obstante y según algunos politólogos de la actualidad, se cree que el éxito más trascendental de Ávila Camacho, no obstante ser él de extracción militar, fue el retirar a sus colegas de la vida política nacional, mediante obras materiales y prebendas a favor, en principio, de los militares de mayor rango, incluyendo su movilización -casi constante- a diferentes zonas militares del país. Con ello logró garantizar una transmisión pacífica del poder, poniendo las candidaturas presidenciales en manos de civiles; y al Ejército Nacional y sus militares, les confió el ser baluartes o defensores de las instituciones.
Tal vez, lo que en ocasiones olvidamos del sexenio avilacamachista, es que en él se dio lo que muchos llamamos “la época de oro del cine nacional”, una industria -como muchas otras- que creció impresionantemente durante la Gran Guerra. Las razones en su mayoría son externas, pues la interrupción fílmica europea, así como de la distribución de Estados Unidos, generó un vacío en Iberoamérica que fue cubierto por los productores nacionales, con cintas producidas en el país y con temáticas: desde comedias y musicales rancheros, pasando por el drama y melodrama, además de las cómicas. Cintas generalmente de muy buena calidad, con actores que tuvieron renombre en espectadores de habla hispana, y muchos otros de fama mundial como: Arturo de Córdoba, Katy Jurado, Dolores del Río, Pedro Armendáriz, María Félix, Pedro Infante, María Elena Marqués, Jorge Negrete o Mario Moreno “Cantinflas”.
A propósito de películas, pero de la actualidad y relacionado con el tema; “Arráncame la Vida” de la escritora y amiga Ángeles Mastreta, que por suerte hace poco se exhibió en las pantallas grandes, trata -con otros nombres y argumentos novelados-, gran parte de lo poco que empañó y fue tema de gran inquietud política al final de la presidencia de don Manuel, que en concreto fueron las conductas, excesos, métodos poco ortodoxos de quitarse a los enemigos, sumados a aspiraciones presidenciales de su hermano Maximino, quien sin embargo para la tranquilidad de aquella elección, murió por sus excesos en el comer y beber en un banquete, poco antes de oficializar el partido en el poder -que por cierto había cambiado de siglas con don Manuel, de: P.N.R. al famoso y duradero P.R.I.-, el nombre del candidato civil que lo sustituiría, y que sería el licenciado Miguel Alemán Valdés (secretario de Gobernación), quien previamente había medido fuerza política con el secretario de Relaciones Exteriores, el General Ezequiel Padilla, quien al no ver que la designación le favorecería, rompe filas en el flamante Revolucionario Institucional y funda el Democrático Mexicano; aunque sin mayores resultados, ya que Alemán obtiene nada menos, que el 90% a su favor.
Como una serie de casualidades, les confieso que han sido algunos de “Mis Presidentes” que me han tocado conocer en persona, pero al primero don Manuel Ávila Camacho, aunque no tuve el gusto, la casualidad de que su viuda doña Soledad, decidiera transformar a la muerte de él (13 de octubre de 1955), el rancho “La Herradura” en un fraccionamiento residencial, y que el médico militar que los atendía, fuera nuestro médico familiar, además de gran amigo y vecino en el fraccionamiento en cuestión, me dieron la oportunidad de conocer por comentarios familiares de primera mano, como era el general en el ámbito familiar, además de como y en donde vivía. También su tumba, que visité por lo menos en tres aniversarios de su muerte; tumba que se encontraba en uno de los bien cuidados jardines que rodean varias casas y capilla; propiedades todas, que a la muerte de doña Soledad y por ser su voluntad, fueron donadas al gobierno federal, quien en la actualidad las usa como residencia temporal para visitantes importantes.
Para la próxima colaboración, la llegada al poder del Lic. Miguel Alemán Valdés, quien marcaría otro cambio notable en el desarrollo de México -y como los anteriores hombres del poder- agregaría nuevos e imperecederos elementos, muy suyos, a ese presidencialismo tan mexicano, ahora en manos de civiles, respaldados por un partido político que desde aquellas épocas y con un renovado nombre, sería calificado en décadas posteriores por el agudo y afamado escritor peruano Mario Vargas Llosa, como “la dictadura perfecta”. Comentario público que le causó una pronta y conveniente salida del territorio nacional.
Continuará…
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