Nuevas formas de dependencia y riesgo: Adicciones sin sustancia

¿Hay  alguien que alguna vez se haya conectado a Internet para luego quedarse horas chateando y navegando?, ¿Hay alguien que alguna vez haya comprado algo que realmente no necesitaba para nada?, ¿Y que, tras haber olvidado el móvil en casa, no se haya sentido aislado del resto del mundo durante el día entero?. Estos son comportamientos que, quizá cada uno de nosotros ha experimentado alguna vez.

Sin embargo, para muchas personas esta experiencia no se limita a un paréntesis innocuo, a un momento de distracción, sino que puede convertirse en una verdadera forma de adicción, con las mismas adicciones a sustancias tóxicas sobre la vida social, afectiva, laboral.

Se trata de adicciones socialmente aceptadas porque no se colocan en la dimensión de la transgresión, de lo prohibido, de lo reprochable. Más bien, se refiere a comportamientos socialmente incentivados: comprar, desafiar a la Suerte con el juego, estar en contacto con otras personas, utilizar las nuevas tecnologías, etc.

Entonces, estas nuevas posibilidades de dependencia ponen en discusión muchos de los elementos centrales relacionados con la prevención. De hecho, ¿Se puede considerar, aún, que sea posible guiarse por la lógica de la evitación y de la abstinencia en el caso de estas adicciones comportamentales?. Seguramente es posible vivir sin drogas pero no lo es vivir sin trabajo, sin comida, sin relaciones, sin conectarse a Internet, etc.

De modo que los objetivos del tratamiento son puestos en discusión; si el objetivo es clásicamente evitar la recaída y el consumo, es evidente como este mismo fin no se puede perseguir respecto a estas nuevas formas de adicción. Más bien, se deben proponer objetivos de concientización, uso responsable, observación de los riesgos, acompañamiento.

COMPRAS COMPULSIVAS:

A lo largo de este último siglo, nuestra conducta de compra ha sufrido transformaciones profundas. El modelo de “hombre-consumidor” apunta más al significado simbólico, emocional, además de funcional de comprar para la autoestima personal, la necesidad de mostrarse.

El shopping, la compra, se ha convertido en una ocasión de interacción y de construcción de sentido de pertenencia. Muchos objetos de consumo tienen como valor la constitución de identidades sociales a partir de su adquisición y posesión.

Para comprender la adicción a la compra, es fundamental pensar en las dinámicas sociales que conlleva el fenómeno de la globalización: incertidumbre, fragmentación, relaciones débiles, los valores del materialismo, del narcisismo y del individualismo nutriéndose del culto a la belleza y a la imagen.

Indicios de compras compulsivas:

1. La compra se vive como intrusiva, irresistible.
2. El sujeto compra con frecuencia, y más allá de sus posibilidades económicas, objetos innecesarios.
3. Ir de compra produce stress, pérdida de tiempo y compromete la vida social, económica y afectiva.

Más o menos el 90% de los compradores compulsivos son mujeres y son las clases más desventajadas las que manifiestan mayor vulnerabilidad a la dependencia.

Los estados emocionales negativos como la ansiedad y la depresión desempeñan un papel importante en el proceso de adicción.

En repetidas ocasiones la conducta compulsiva irrumpe durante el atravesamiento de alguna crisis vital de la familia: divorcio, crisis económica imprevista, duelo, etc.

Lic. Débora Blanca, extraído de “Tratado sobre el juego patológico. Aspectos sociales, enfoques psicológicos, tratamientos”, compilado por Débora Blanca, Mauro Croce, Susanna Petri.

Continúa con otras adicciones comportamentales en la columna de diciembre.