Un niño abordó un avión para viajar a NY, llamando la atención de todos, sube al avión busca su asiento y se sienta al lado mío.
Se veía un niño educado, seguro e inteligente. Me miró, sonrío y sacó su libro para dibujar, a pesar de su corta edad, no presentaba rasgos de ansiedad y nerviosismo.
El vuelo no fue bueno con mucha turbulencia, pero el niño conservaba su serenidad. Le pregunté:
—¿No tienes miedo del vuelo?
Y me contestó:
—¡No, ya que mi papá es el piloto!, —y siguió en su libro.
A lo largo del camino de esta vida, nos encontraremos con sucesos que nos sacuden como en una turbulencia, habrá momentos que no sentiremos el terreno sólido y estaremos inseguros; en esos momentos recordemos quién es el piloto en nuestras vidas y no hay de qué preocuparse.
Y siempre que necesites que alguien te ayude medita esto: “Mi papá es el piloto”.
Saludos
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