Sin pertenecer a la “derecha” ni a la “izquierda” – ni a la de arriba ni a la de abajo, para estos efectos – y con sólo el interés de encontrar cierto grado de congruencia y sentido común entre los que mueven las cosas de la política mundial, y sobre todo, teniendo en cuenta los mejores intereses del individuo de a pie, en especial lo referente a sus ilusiones e ideales, empezamos por analizar a quienes (suponemos) tienen el mayor poder de decisión, tanto por lo que sostienen como lo que representan.
Inevitablemente, encabezando la lista, ya sea por Geografía, Historia o Filosofía Política, encontramos a Barack Hussein Obama, presidente de la que se considera la nación más poderosa e influyente del mundo y nos damos a la tarea de procurar analizar su ideología, sus reacciones, sus puntos de vista, etc.
Volteamos a la maestra de todos, la Historia, y vemos a un activista social de Chicago, cuna de acontecimientos “sui generis” desde los años veinte del siglo pasado. “My kind of town” – como dice la canción – gangsteril, violenta, con el mayor mercado de reses de los EUA, cuna de la prohibición y de la mayor explosión comercial, la urbe de los edificios entre los cuales soplan los helados vientos de Lake Michigan, ciudad y suburbios donde se mezclan orígenes y condiciones sociales como en un calidoscopio multicolor.
En este ambiente, BHO hizo su carrera política. Gracias a su agudeza – y otros atributos innegables – se graduó en la Universidad de Columbia y, bajo la égida de patrocinadores que vieron en él un diamante sin pulir, llegó a una senaduría por el estado de Illinois, teniendo como mentores ideológicos, entre otros, a un Pastor, el Reverendo Jeremiah Wright – furibundo activista anti-yanqui (“Damn the USA”) -, al profesor Edward Said, prominente anti-israelí, a un rabino de Chicago, Arnold Wolf, quien apoyó protestas a favor de un temible Pantera Negra – Bobby Seale – y que reconoció a la OLP mucho tiempo antes de que Yassir Arafat declarara renunciar a la violencia. Wolf, por supuesto, se convirtió uno de los principales apoyadores de BHO en su campaña política, así como Bettylu Saltzman, hija del constructor Philip Kluznick,
En 1996 se hicieron realidad los esfuerzos de todos ellos: Obama consiguió un escaño en el Senado de EUA. Un coro de judíos de Chicago, “de extrema izquierda” formó parte importante del respaldo a Obama y compartían con él su antisionismo. (Richard Beinart,Z”L, ‘La Crisis del Sionismo’)
Vengamos al presente, a lo que los israelíes denominan “HaMatzav”- la situación – prevaleciente a raíz del problema iraní.
Escuchamos al Presidente Obama al hablar ante el Comité de Acción Política Americano-Israelí (AIPAC). Frases como “I have Israel’s Back” – ‘Respaldo a Israel’ – ; ‘ningún Presidente ha apoyado a Israel tanto como yo’; ‘todas las opciones están sobre la mesa’,etc.
A los oídos de un individuo simple como este escribidor, estas frases suenan confortantes, sólidas. ¡Qué “buena onda”! Israel está bien y seguro.
Al día siguiente llega Benjamín Netanyahu a la escena y, en cadena nacional, lo recibe Barack Obama. El lenguaje corporal de éste lo dice todo: incomodidad, molestia, contrariedad.
Posteriormente, Netanyahu se presenta ante el mismo comité político (AIPAC) y en su discurso ubica la posición personal y la de su gobierno:
“Israel es el dueño de sus propias decisiones”; “No podemos permitir que terroristas tengan en sus manos armas nucleares”; “No voy a decir qué o cuándo haremos lo necesario”; “Los judíos rogamos que se bombardeara Auschwitz pero los Aliados se rehusaron a hacerlo por ‘razones estratégicas’;
“América (EUA) e Israel están uno para el otro y viceversa”; “Irán, a través de sus testaferros de Hizballah, mató a miles de soldados estadounidenses, incluyendo a 241 en un cuartel en el Líbano, y así en Africa (Somalia), Irak y Afganistán, entre otros”.
Pasamos la vista por el auditorio de AIPAC y notamos que entre el público presente hay un enorme grupo de congresistas y senadores de EUA que aplauden decididamente las palabras y la actitud de Netanyahu. ¡Espera! Algunos de ellos son judíos, pero la mayoría, no. Hay demócratas, republicanos e independientes.
De pronto el escribidor recuerda la cálida recepción que el pleno del Congreso de EUA dio al Primer Ministro de Israel el año pasado.
Entonces: ¿Qué está mal en esta película? ¿Quién está equivocado? ¿Cuál es el verdadero sentir de los políticos norteamericanos? ¿A cuál de los dos, Obama o Netanyahu, le asiste la razón?
Las respuestas dependen de quien sea cuestionado. Conociendo a nuestra gente en Israel por vivir entre ella, el escribidor puede opinar que la proporción sería 70-30 por Netanyahu. Haber convivido muchos años con los “gringos” le da la posibilidad de cálculo de 50-50.
Mas lo importante no son las razones y proporciones. Lo trascendental estriba en los hechos y las probabilidades, retórica aparte.
Irán y sus antecedentes desde 1989 indican su determinación de ser líder del Medio Oriente, como sea. El poderío nuclear se convertiría en un factor determinante para lograrlo.
La diferencia entre el mundo en que Irán vive y el “nuestro” es radical. Derechos Humanos, costumbres, ideología, “raison d’vivre”, etc., son completamente opuestas. Por supuesto que hay también un fondo religioso y filosófico que, como líneas paralelas, no se unen ni en el infinito.
Así, a las volandas, el análisis es que BHO tiene motivos diferentes a los de Netanyahu. Obama quiere “quedar bien” con los pacifistas, con su claque de “izquierda”, con la parte de la población judía de EUA que representa una buena inversión política y económica, y por supuesto, desea ser reelecto Presidente.
Netanyahu, por su parte, representa el sector del sionismo más acendrado, del desconfiado, de quienes han persistido (y subsistido) por su tozudez de no dejar que Israel y el pueblo judío desaparezcan de la faz de la tierra por más agresiones que sufran. Miles de años de Historia lo confirman.
A juicio de este escribidor, este asunto no se limita a dilucidar quién es el vencedor. Esto no es un partido de fútbol. Esto representa el macabro juego de fuerzas nucleares, de un “clear and present danger” – peligro cierto y actual – para una pequeña nación independiente, democrática y orgullosa.
¿Riesgos? ¡Por supuesto! Sería preferible a todas luces que Irán no consiguiera el poder atómico para fines bélicos, pero lamentablemente las “sanciones” que EUA y algunos países europeos han tratado de imponer a Irán han servido lo que una cataplasma a un difunto, y vemos que un día y otro también, la amenaza continúa en pie, estruendosa.Concluímos: Obama no es anti-Israel; Obama es pro-Obama.
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